Cada denuncia es peor que la anterior, cada caso de niño abusado es más espeluznante que el que le precedía. A ese mismo ritmo se ha ido deteriorando la imagen del Vaticano y del propio Papa Benedicto XVI, al punto que este domingo ha iniciado la Semana Santa en medio de la mayor crisis que en muchos años haya vivido la jerarquía de la Iglesia Católica.
El golpe más duro vino desde el The New York Times, que según una investigación determinó que Joseph Ratzinger, siendo todavía cardenal de Munich, estuvo al tanto de los delitos de pedofilia cometidos por un sacerdote alemán el que –como ha acostumbrado el Vaticano- fue reasignado en 1980 a otras tareas pastorales.
La denuncia, desmentida por los voceros oficiales de Roma, se sumó a otra que acusaba al Papa de haber ocultado otros casos de pederastia.
Según el diario, el entonces cardenal Ratzinger supo por cartas que le enviaron cardenales estadunidenses que un sacerdote de Wisconsin abusó de más de 200 niños sordos entre 1950 y 1974, y no lo sancionó.
Ratzinger encabezó por 24 años la Congregación para la doctrina de la fe (la ex Santa Inquisición), la oficina del Vaticano que decide si los sacerdotes acusados de conductas ilícitas deben ser apartados del sacerdocio o sometidos a un tribunal canónico. El actual Papa dirigió esa congregación hasta el año 2005, cuando asumió la jefatura de la Iglesia Católica tras la muerte del Papa Juan Pablo II.
Los casos de los sacerdotes en Alemania y Estados Unidos se sumaron además a los de docenas de víctimas de pederastia que fueron encubiertos por la Iglesia católica de Irlanda, y por los que el 21 de marzo pasado el Papa Benedicto XVI ofreció disculpas públicas.
“Enfrentamos la mayor crisis institucional en siglos, posiblemente en toda la historia de la Iglesia”, señaló un editorial del Reportero Nacional Católico, el más influyente medio de esta religión en Estados Unidos, donde en los 90 se destapo uno de los mayores escándalos de abusos a menores por parte de religiosos de Nueva York y de otros estados, que incluso tuvieron al borde de la quiebra a la Iglesia Católica estadounidense luego de comenzar a pagar millonarias indemnizaciones a las víctimas.
En un hecho inédito, el periódico católico de EEUU le pidió al Papa que explique su papel en el encubrimiento del Vaticano de los abusos de varios sacerdotes y enfatizó que de esa respuesta dependería el futuro de la Iglesia en “las décadas, si no en los siglos, por venir”.
No son los únicos que piden explicaciones. El londinense diario The Independent publicó que aumenta la presión de varios sectores de la Iglesia para que el Papa convoque a un sínodo episcopal, una reunión de obispos de todo el mundo, para delinear una estrategia hacer frente al escándalo.
El Vaticano actualmente investiga el caso de 67 estudiantes de una escuela para sordos en Verona, Italia, que fueron supuestamente abusados por 24 sacerdotes entre 1950 y 1980, publicó el diario británico The Guardian. The New York Times escribió que el cardenal Ratzinger no cumplía con sus obligaciones al frente de la Congregación para la doctrina de la fe porque “gastaba más energía persiguiendo disidentes teológicos que predadores sexuales”.
En su misa por el Domingo de Ramos, con la que parte la celebración de Semana Santa, Benedicto XVI se defendió al asegurar que la fe en Dios otorga a una persona el valor para no permitir ser “intimidado por el rumor insignificante de la opinión dominante”.
Pero es un hecho que la crisis ya está instalada. Y así lo dejó entrever el primado de Inglaterra y del País de Gales, Vincent Nichols, quien dijo que “no hay razón sólida” en favor de la dimisión del Papa Benedicto XVI.
“El papa no va a dimitir. Francamente no hay razón sólida para que lo haga”, declaró el arzobispo de Westminster a BBC. “No está implicado en ninguna tentativa de ocultar algún caso… De hecho, fue el cardenal Ratzinger (cuando todavía no era el Papa Benedicto XVI) quien impulsó cambios significativos”, dijo Nichols.
Y eso es cierto, poco antes de asumir como el jefe de la Iglesia Católica, Ratzinger emitió documentos en que instaba a los cardenales y obispos a denunciar, incluso ante la policía los abusos contra niños y jóvenes.
El portavoz pontificio, el sacerdote Federico Lombardi, afirmó ayer que los casos han causado “indudable daño a la Iglesia” pero que “la autoridad de Benedicto XVI no se ha debilitado sino que se ha fortalecido”.
El jesuita Lombardi señaló a la radio Vaticana, la cual dirige, que “los episodios de pedofilia en el clero representan un tema crucial para la credibilidad moral” de la Iglesia. Son “acontecimientos que ocurrieron en general hace tiempo, incluso decenios atrás, pero reconocerlos y tratar de enmendarse frente a las víctimas es el precio del restablecimiento”.
Con más 1.150 millones de fieles en todo el mundo, la credibilidad del Papa, el Vaticano y la estructura eclesiástica está en serios aprietos. Conocedor de las denuncias, el Papa Joseph Ratzinger decidió convertir en una prioridad de su pontificado la lucha contra las perversiones sexuales de los sacerdotes, que poco antes de ser elegido como Benedicto XVI, en abril de 2005, llamó “la suciedad de la Iglesia”.
Pero el Papa, el Vaticano y el resto de la Iglesia son parte de una cultura generalizada que prioriza la voluntad de tapar, disminuir y evitar los escándalos, poniendo el «prestigio de la Iglesia» por delante de la verdad y de las víctimas.
El resultado de esta cultura predominante por años fue que la prioridad era trasladar a los curas pederastas a otras diócesis, donde continuaban cometiendo abusos contra niños y jóvenes.
El peor de los escándalos fue el del fundador de los Legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel, encubierto por el Vaticano durante decenios, bajo la protección principal de Juan Pablo II y el ocultamiento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, encabezado por el entonces cardenal Ratzinger.
Ningún otro personaje negativo influyó tanto en la voluntad del actual Papa de poner fin a estos oprobios como el padre Maciel, repudiado oficialmente por los acólitos de su orden, una de las más conservadoras y ricas de la Iglesia, que ahora enfrenta el riesgo de ser disuelta.
A inicios de marzo, el Vaticano terminó la “fase operativa” de la investigación a la orden de los Legionarios de Cristo ordenada el años pasado, luego confirmarse los abusos de Maciel y la existencia de un hijo con una mujer y supuestamente otros dos con otra. Por esos mismos días, los hijos de Maciel acusaron haber sido víctimas de abusos de su padre ya fallecido.
El informe final sobre la investigación a la orden permitirá al Vaticano tomar una decisión sobre posibles sanciones a la cúpula legionaria, que todo indica que estaba en conocimiento de los abusos de Maciel.
El informe sobre los legionarios y el curso que tomarán las denuncias de nuevos casos de pederastia en Gran Bretaña, Alemania, Italia y Holanda, entre otros, probablemente instalarán una “nueva doctrina” acerca de cómo la Iglesia Católica hará frente a estos casos. Algo adelantó Benedicto XVI cuando se disculpó la semana pasada con las víctimas de los excesos perpetrados en Irlanda por religiosos que deberán responder -advirtió- no sólo ante Dios sino también ante la justicia ordinaria.