Queridos compañeros y compañeras. Queridos y queridas camaradas, de tantas y tantas jornadas. Esta mañana se agolpan en mi mente los más gloriosos momentos de nuestro Partido. Es para mí un honor asumir como Presidenta del Partido Socialista de Chile. Es un inmenso honor ser la primera mujer que dirige sus destinos en 82 años de existencia. Quiero comenzar agradeciendo muy fraternalmente al compañero Osvaldo Andrade. Osvaldo nos deja un mejor partido, con excelentes resultados electorales y un clima de conducción partidaria que no habíamos tenido en años. Gracias Osvaldo por tu labor. Asimismo, quiero agradecer a Alberto Arenas, Álvaro Elizalde y Fernanda Villegas por el tiempo, la dedicación y la convicción con que desarrollaron su labor como ministros de Estado. Estamos seguros que desde donde ahora desarrollen su vida profesional y política seguirán aportando a tener un Chile más justo. Un reconocimiento al nuevo Ministro Marcelo Díaz. Todo nuestro apoyo. Toda nuestra compañía. Sabemos de tus capacidades y las queremos al servicio de Chile y nuestra gente. Te deseamos éxito en las gestiones que inicias.
Compañeros, compañeras, ustedes saben que para mí el PS ha sido mucho más que un partido político. El Partido ha sido mi casa. La casa del Presidente Allende, la casa de Tencha. Pero ha sido también mi causa.
Desde joven tuve el privilegio de palpar en persona la historia de nuestro Partido. Estuvimos con Almeyda, Altamirano, la Negra Lazo, Aniceto Rodriguez, Laura Allende, José Tohá, Mario Palestro, Orlando Letelier, y tantos otros valientes colaboradores del Presidente Allende.
Representar a todos ellos, a todos ustedes, a toda esa historia, a nuestros mártires, es verdaderamente un privilegio que agradezco profundamente. Gracias a los miles de militantes que me han entregado su confianza.
Gracias a la Nueva Mayoría Socialista, una amplia e inédita convergencia. Gracias a todas y todos los socialistas que nos recibieron en sus casas, locales y en sus sedes sociales. Gracias a toda la militancia que hoy me ha elegido como Presidenta de todas y todos los socialistas de Chile.
Pero el partido ha sido también mi causa. La causa de la justicia social. La causa de los que menos tienen, de los que más necesitan. La causa de los trabajadores, manuales e intelectuales como siempre hemos dicho.
El Partido también es la causa de las mujeres. De todas aquellas que lucharon por el derecho a voto, y también aquellas que murieron y lucharon por los DDHH, y la recuperación de la democracia. De todas las que trabajamos para que Michelle Bachelet fuera la primera mujer Presidenta de la República de Chile., militante de nuestro partido. Compañeras, espero que cada una de ustedes sientan que hoy asumen conmigo.
El Partido también es la causa de nuestros pueblos originarios y la dignidad que reclaman. La causa de la diversidad. La causa de los derechos humanos.
Y también la causa de miles de jóvenes que han tenido fe en Chile, en su destino y que han abrazado el socialismo. En este punto me detengo para rendir un homenaje a los dos jóvenes idealistas que luchando por una mejor educación, fueron cobardemente asesinados en Valparaíso esta semana. Exequiel y Diego siempre estarán presenten en nuestros recuerdos. Para ello no quiero silencio, sino un gran aplauso.
Nuestro partido se adentra al siglo 21 en momentos muy complejos. Asumo esta responsabilidad plenamente consciente del desafío político que tenemos por delante.
Chile es hoy un mejor país que el que nos dejó la dictadura militar. Nos reencontramos como Nación. Construimos instituciones democráticas. Crecimos económicamente. Sacamos a millones de chilenos de la pobreza más oprobiosa. El mundo nos respeta.
Pero con la misma convicción debemos decir: hubo muchas cosas que no pudimos o no supimos hacer. Seguimos siendo un país inaceptablemente desigual. Seguimos siendo un país inaceptablemente centralizado. Seguimos teniendo una Constitución inaceptablemente vinculada a su origen dictatorial y cuyos valores fundacionales no compartimos.
Los nuevos ciudadanos, aquellos que se han beneficiado del crecimiento del país, pero que también palpan la desigualdad; aquellos que tal vez hoy ya no son pobres, pero que siguen sintiendo el agobio y los temores de una existencia vulnerable; esos ciudadanos, hoy miran la política con sospecha.
Los nuevos ciudadanos de Chile hoy no sienten que la democracia los representa plenamente. Los entiendo porque sé que hay desconfianza en la autoridad. Sé que hay escepticismo en las instituciones. Sé que hay descrédito de los partidos. Sé que no nos gusta que existan los casos Penta, Soquimich y Caval, que nos duele como socialistas y lo condenamos éticamente.
Pero el camino no es irse para la casa. La única opción que tenemos es dignificar la política, no sumarse a las ideologías anti-política, que siempre vienen del mundo conservador y autoritario. Una buena política es posible, transparente y honesta, construida con los ciudadanos y los movimientos sociales.
Hoy, el desafío político trascendental de nuestro Partido es recuperar esa confianza ciudadana, y sé que no sólo tenemos las bases para ello, sino que un conjunto de militantes comprometidos con esa tarea.
Sé que el PS es mucho más que una simple sigla partidaria. Es un verdadero sentimiento que se anida en el seno de nuestro pueblo. Es toda una historia de consecuencia y de lucha. Sentimiento de justicia y de verdad, de progreso y de igualdad. De otra manera no se explica que hace tres semanas, en medio de la peor crisis política de los últimos 25 años, 33 mil personas acudieran a votar por sus autoridades partidarias.
La retórica si no va acompañada de prácticas consistentes pierde credibilidad. No bastará comunicar mejor e informar adecuadamente las reformas; no bastará mejorar la calidad técnica de propuestas y medidas; no bastará el compromiso de gobierno por mejorar la gestión de sus servicios. Si no hay credibilidad y confianza en quienes llevan adelante las tareas en el Ejecutivo, en el Congreso y en los Partidos, no seremos exitosos en las reformas.
La Presidenta Bachelet contará con el Partido para volver a enaltecer la política y fortalecer la democracia, porque cuando se debilita la Política, es el pueblo el que sufre, porque pierde la única herramienta de cambio social que tiene realmente a mano. Ya sabemos lo que es la ausencia de democracia. Sabemos lo que es padecer una dictadura. Por eso, aunque debilitada, valoramos y respetamos la Democracia. Del mismo modo, nos comprometemos a reforzarla.
Y con la misma fuerza con que apoyaremos la Agenda de Probidad y Transparencia, apoyaremos también el Proceso Constituyente que pronto comenzará.
Este Comité Central le dice a todo Chile: ¡estamos por una nueva Constitución! Chile no solo se merece una Constitución nacida en democracia, Chile necesita una Constitución democrática.
Como Presidenta del Partido Socialista no puedo eludir el hecho que nuestro último Congreso –el cual me tocó presidir- resolvió apoyar una Asamblea Constituyente. Sobre este punto mi posición es clara y conocida. Yo marqué AC en la última elección. Lo hice para dar una señal, que no rechazo a priori ninguna propuesta ni mecanismo para llegar a un nuevo texto constitucional. Nos prepararemos para la convocatoria que la Presidenta Bachelet nos hará en septiembre.
Pero, además de resolver el procedimiento más convocante y participativo, es relevante entrar al contenido de la nueva Constitución.
Reivindico un Estado Social de Derecho. Reivindico que ese Estado garantice que los seres humanos sean el centro, en su dignidad, derechos y libertades. Reivindico que el trabajo es la principal actividad de la sociedad.
Queridos compañeros y compañeras es la hora de que la Nueva Mayoría comience esta discusión, y desde el Partido la promoveremos desde hoy mismo.
Por otro lado, con la misma fuerza que pedimos una Nueva Constitución, decimos: no nos engañemos, una nueva carta, un nuevo acuerdo o una nueva ley no nos hará más honestos como personas. Así, constituye un deber del Partido, cuidar y velar por su propia ética. El cambio para una mejor política comienza por nosotros mismos.
Acojo con entusiasmo la propuesta de la Comisión Engel, y recogida por la Presidenta Bachelet, de priorizar una drástica reforma a los partidos políticos en Chile. La decisión de dotar de financiamiento público, no sólo a las campañas políticas, sino también a los partidos, nos exige altos estándares de comportamiento.
Nos obliga a un compromiso interno: Reinscripción de militantes, sincerar los padrones; más contacto entre la base y sus dirigentes; más formación, más capacitación; más transparencia y un código de conducta ética para la militancia.
Compañeros, tenemos que ser autocríticos en este sentido, porque muchas veces también nos hemos equivocado.
Necesitamos un partido más fraterno, fiel a sus principios y libertario. No dejemos que las rencillas internas y el caudillismo empañen la historia de nuestro gran partido, pero sobre todo, que no nos dejen construir el Chile de las próximas generaciones. En este sentido apelo a la unidad.
Esta es la deliberación que debemos enfrentar en el Congreso partidario al cual convocaremos de inicios del próximo año.
Compañeras y compañeros, si la tarea de recuperar confianza, si la tarea de una nueva Constitución, ya son difíciles y nos demandan un gran esfuerzo, las reformas que propone el programa de la Nueva Mayoría ameritan aún un esfuerzo aún mayor.
Parte del descrédito de la política se debe, precisamente, a que no fuimos capaces de llevar adelante reformas trascendentales que la ciudadanía nos reclamaba.
Y la ciudadanía se cansó de votar y votar por cambios que no llegaron: se cansó de que la voluntad popular se viera birlada por un sistema electoral injusto. Se cansó de que el 33% fuera igual al 66%. Se cansó de que los quórums constitucionales vetaran la voz de la mayoría.
Se cansó de ver millones y millones de dinero desperdiciado en campañas electorales marketineras que eludían la discusión de ideas y proyectos. Se cansó de las profundas desigualdades y abusos que aún nos acompañan hasta el día de hoy.
Pero la ciudadanía despertó y nos dio el impulso que nos faltaba. Grandes movilizaciones estudiantiles, regionales y ambientales, remecieron el escenario político. Nuestra Presidenta Bachelet encarnó una gran esperanza de un cambio posible. Así fue como se constituyó una nueva mayoría política para llevar adelante este programa de reformas. Tenemos que perseverar en aquel camino trazado y comprometido con la ciudadanía.
Sabemos que la gente aprecia cuando cumplimos nuestra palabra, cuando volvemos a las casas de los ciudadanos no sólo para pedir un voto, sino también para informarnos y recibir sus opiniones de cómo lo estamos haciendo.
El año pasado derogamos el binominal. Aprobamos la reforma tributaria. Terminamos con el lucro, la selección y el copago en la educación escolar. Aprobamos el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, y aprobamos el Acuerdo de Unión Civil.
¡La credibilidad en la política no se gana con palabras, se gana cumpliendo, y estamos cumpliendo! ¡Y por cierto, seguiremos cumpliendo! No es el momento de detener las reformas. Es el momento de seguir adelante.
Probablemente vamos a tener que convocar más, explicar mejor. Dialogar al máximo, hacer más pedagogía. Llegar desde la radio y la televisión hasta la última asamblea vecinal, estudiantil o sindical, hablando de nuestras reformas, explicando nuestras propuestas, disipando miedos, desarmando mitos, saliendo al paso, desde la base, al poderío comunicacional de los grandes capitales.
Gobernar no es fácil, compañeros y compañeras.
Sacar adelante estas reformas no fue fácil. Los socialistas estamos con la Presidenta Bachelet y apoyamos sus decisiones. Que a nadie le quede ninguna duda. A veces, tenemos que pagar costos que no nos gustan y duelen. Pero la Presidenta sabe que puede contar con todos nosotros, porque los socialistas somos leales y porque nos quedan tareas desafiantes por delante en este gobierno. No vamos a descansar hasta el último día del Gobierno de Bachelet.
El reto de una reforma laboral que fortalezca a los sindicatos y haga de la negociación colectiva una herramienta más en la lucha contra la desigualdad. Una reforma que propone la titularidad sindical, el fin de los grupos negociadores, la huelga sin reemplazo, será un avance importante. ¡El Partido Socialista debe ser, como siempre ha sido, el partido de los trabajadores de Chile!
Tenemos el desafío de una agenda descentralizadora, que lleva más poder y recursos a las regiones, porque así como estamos, con todo el pode concentrado en Santiago, la democracia sencillamente no da para más. ¡El Partido Socialista debe ser el partido y la voz de las regiones de Chile!
Tenemos el desafío de continuar la reforma educacional, de reorganizar el sistema y des-municipalizar la educación, de darles a nuestros maestros y maestras las herramientas, los recursos y sobre todo, la dignidad que se merecen y que merecen nuestras niñas y niños, a través de una política docente de excelencia. ¡El Partido Socialista debe ser el partido de la Educación Pública y de los profesores de Chile!
Tenemos el desafío de reconstruir y mejorar el sistema de salud, tan dañado. ¡El Partido Socialista debe ser el partido de la salud pública chilena!
Tenemos la misión de aprobar leyes que nuestro pueblo tanto espera. ¡Por Ricarte Soto y tantos otros enfermos debemos aprobar una buena ley en su nombre!
Tenemos el desafío de poner en el centro del debate la promoción y defensa de los derechos humanos. Nos duele en el alma que muchos de los que ayer sufrieron prisión política y tortura hayan estado en huelga de hambre por más de 30 días. Valoramos el principio de acuerdo alcanzado y sin duda que el Estado de Chile puede y debe avanzar más. Con sus demandas, pero también con el acceso a la información y la justicia de tantos crímenes que aún no se castigan.
Compañeras y compañeros,
Los desafíos no son solo leyes y reformas, sino que demandan también la mejor gestión del Estado y reimpulsar el crecimiento económico. Que la ciudadanía sienta que votar por los socialistas es votar por un partido que lucha por resolver sus problemas y mejorar su vida cotidiana.
Hacer un buen gobierno es un imperativo socialista. Para impulsar los cambios, debemos cumplir en el día a día. Porque si hay algo peor que un cambio que no se hace, es un cambio que queda trunco. Como partido y como Nueva Mayoría, no nos podemos dar el lujo de interrumpir la senda de avance y progreso social que hemos comenzado.
En el segundo semestre de este año deberemos comenzar a buscar a nuestra mejor gente para el desafío municipal de 2016. Ahí estaremos los socialistas dispuestos a ir a primarias vinculantes en todo lugar, porque creemos firmemente en la participación y la democracia. Al mismo tiempo, con ansias de ganar en más y más municipios, para mejorar la vida de nuestra gente.
Debemos tener un Partido capaz de actuar con eficacia desde el gobierno y desde la sociedad. No debemos como Partido reducir nuestra acción al ámbito gubernamental. Debemos ser capaces de construir partido en la sociedad y en los territorios. Hay que construir más Partido Socialista, y más partido en los sindicatos, en las universidades, entre los jóvenes, en las comunas, en los barrios.
¡Ese es el desafío, queridas y queridos compañeros! ¡Esa es la tarea histórica que nos demanda esta segunda década del siglo!¡Ese es el gran reto que tenemos de nuestro Partido Socialista!
Pudimos dar cauce al movimiento popular en los años 30; pudimos proponer una revolución con empanadas y vino tinto, encabezada por el Presidente Allende; pudimos sobreponernos al más brutal exterminio de la dictadura; pudimos recuperar la democracia.
Sin duda que ahora podemos liderar este nuevo desafío. El desafío de fortalecer la democracia, enaltecer la política, llevar adelante las reformas, y queremos dar más justicia, más equidad y progreso a nuestra gente.
¡Muchas gracias por permitirme encabezar este proceso!
¡¡Muchas gracias Partido Socialista, mi gran casa, mi gran causa, la causa de todas y todos los socialistas de Chile!!
¡Muchas gracias!
Liderando una » amplia e inédita convergencia» dentro del PS, Isabel Allende Bussi se apresta a enfrentar los desafÃos que implica luchar por una Constitución democrática de origen y de fines, que posibilite la desaparición progresiva de la desigualdad en nuestra sociedad y que ponga fin al centralismo que profundiza la desigualdad.Los socialistas de ayer y de hoy nos incorporamos con decisión y convicción a esa tarea histórica. Mis felicitaciones y mi apoyo a la compañera Isabel Allende.
Julio Sau Aguayo
Muy buen post. Gracias por compartirlo.