Se dice que los cambios en educación se mueven al ritmo de las generaciones (otros han dicho de las araucarias) porque no solo influye la escuela y las políticas educativas, sino también el capital cultural y la escolaridad de las familias. Una buena noticia de estos días es que se observa un mejoramiento sostenido de los resultados en el área de lenguaje y comunicación, medido tanto en resultados Simce de los tres últimos años como de la prueba internacional Pisa 2009.
La explicación de estos progresos solo se pueden plantear, con alguna probidad intelectual, en términos hipotéticos (por fortuna el actual gobierno ha resistido hasta ahora la tentación de atribuirlo a alguna variable de su primer año de administración). En esta mejora hay, sin duda, la confluencia de varios factores: la “revolución en el acceso” en educación media, preescolar y postsecundaria de los últimos años, y los silenciosos y masivos programas de educación de adultos y de término de estudios, sin duda, han impactado en el capital cultural de las familias chilenas en estos años, variable crítica para mejorar resultados de aprendizaje.
Por su parte, dentro de las políticas públicas de los últimos años se puede hipotetizar que la subvención preferencial, con el especial foco en Lenguaje con que se implementó, puede estar correlacionado con estos resultados. Tampoco habría que restarle méritos a los propios profesores de lenguaje: cuando hay un buen resultado nunca se felicita a los profesores, cuando ocurre lo contrario son los primeros y casi únicos responsables. Seguramente, aquí ha operado una creciente apropiación de los contenidos curriculares y de su didáctica (el currículo escolar chileno no es minimalista sino extenso y exigente).
Las malas noticias vienen por el lado de educación matemática, donde persiste un estancamiento en los resultados. Ello es especialmente preocupante porque ésta tienen más ver con el “factor escuela”: las matemáticas están menos en el “ambiente” familiar, social y cultural que el lenguaje y la comunicación. Se trata, por tanto, de una asignatura pendiente, que requiere mejorar la formación inicial y continua, y la asistencia técnica a las escuelas, tanto en lo propiamente disciplinar como en la didáctica, porque al final del día la pedagogía sí existe: no basta con saber un cierto contenido sino que hay que saber enseñarlo.
La otra mala noticia la aportó esa oblicua inclusión de publicidad real en ciertos textos escolares. Alguien vio, a partir de una buena idea curricular como es que los niños aprendan el “lenguaje de la publicidad” con sentido crítico, una “ventana de oportunidad” para que éstos anduvieran cantando los jingles de sus productos. Este episodio debiera hacernos recordar que en educación no solo es importante que los niños aprendan a leer sino también lo que leen.
La llegada de la derecha al gobierno ha significado el fin, casi mágico, de la “crisis de la educación” (el discurso de la “catástrofe educativa” ha desaparecido súbitamente). Si se quiere ser serio, lo cierto es que los resultados muestran deficientes logros de aprendizajes y brechas sociales inaceptables, las que difícilmente podrán superarse sin construir un sistema estatal de aseguramiento de la calidad y fortalecer la escuela pública, rompiendo así el círculo de la segregación y la reproducción social, y con ello de la desigual distribución de la calidad educativa.
se debe salir de la ambiguedad de seguir considerando a la educacion particular subvencionada como publica: su proyecto educativo es privado lo que no se altera porque su financiamiento sea público…¿tiene acaso la sociedad de poder discutir y debator y decidir hacia donde va un colegio de curas aunque reciva subvencion estatal, ninguna posibilidad…es un retroceso historico que la educacion particular subvencionada se haya convertido en la modalidad más masiva del sistema. Un futuro gobierno de izquierda debiera revertir esta situacion y apoyar a la educacion del estado y punto.
Si la derecha supera su tradicional e ideològica desconfianza en el Estado pueden dar un gran paso hacia un sistema de educaciòn de calidad y terminar una labor que con màs retrocesos que avances desarrollò la Concertaciòn. Ya no es una cosa de partidos: es un problema paìs.