Las cifras de crecimiento de la actividad económica para este año serán de un 5% y el próximo año seguramente superarán el 6%. Estas cifras siendo destacables, lamentablemente no son sustentables para un período de tiempo que vaya más allá del 2011.
Las altas tasas de crecimiento que tendremos próximamente se explican fundamentalmente por factores coyunturales, relacionados con el ciclo económico, como son: una baja base de comparación estadística, una política fiscal que mostró déficit corrientes en los dos últimos años y una política monetaria que impuso bajas históricas en la tasa de interés (TPM). Estos tres elementos junto con explicar el alto crecimiento que tendrá la economía en los próximos meses, también ayudan a comprender porque este impulso se morigerará cuando los mismos dejen de estar presentes en el análisis.
En los próximos 18 meses la demanda interna crecerá al ritmo del 15%, con un aporte importante del consumo y la inversión. Las exportaciones en términos reales se mantendrán, no así las importaciones que crecerán fuertemente, al ritmo del 25%. Por el lado de la oferta agregada, estamos asistiendo a un desplazamiento y agudización del perfil productivo basado en la explotación de los recursos naturales, principalmente del sector minero.
Se tendrá un tipo de cambio extremadamente variable y además este mostrará una clara tendencia estructural a la baja. En consecuencia, una buena parte del crecimiento de la demanda interna terminará siendo cubierto por el aumento de las importaciones. Las actividades más afectadas por esta apreciación del peso serán los sectores de “bienes transables”, como son la industria manufacturera y la agricultura. Además, las PYMEs por enésima vez verán reducir su participación económica en los mercados y con ello también su productividad (competitividad) respecto de la gran empresa y del producto importado.
Hasta ahora el Ejecutivo ha concentrado sus esfuerzos en levantar importantes recursos fiscales para hacer frente a los compromisos contraídos en su programa de gobierno y también a las necesidades presupuestarias que se agregaron, para acudir al llamado de las regiones de O´Higgins, El Maule y Bío- Bío, fuertemente afectadas por el terremoto del 27 de febrero.
Más allá de los discursos, en estas tres regiones se está echando de menos la implementación urgente de programas especiales que estén orientados a reconstruir el tejido productivo de esos territorios. En la eventualidad de que no existan estos programas, se corre el riesgo que pasada la emergencia los niveles de concentración económica terminen siendo mayores que los actuales y con ello disminuyan las posibilidades de sobre-vivencia de un número importante de PYMEs locales.
Las PYMEs en Chile, al igual como sucede en los países desarrollados, debieran poder acceder a un financiamiento de largo plazo que les permita incorporar en sus procesos más innovación, más formación del capital humano y más modernización en la gestión empresarial. Al respecto, resulta vital entonces reforzar y descentralizar las funciones que actualmente brinda el sistema de fomento productivo, donde participan CORFO, SERCOTEC, INDAP, SENCE y el BancoEstado.
A la luz de lo que acaba de suceder con los 33 mineros atrapados en Tierra Amarilla, hoy más que nunca el país requiere plantearse un nuevo tipo de desarrollo nacional y regional, que permita por un lado a las PYMEs acceder al desarrollo productivo y de esta manera les permita ampliar sus actuales capacidades para generar sueldos decentes, contratos de trabajo estables y estándares de seguridad de excelencia para sus trabajadores.