El Banco Central y la compra de 40 millones de dólares diarios

Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL CLARÍN (Chile) el día 18 de enero de 2021.

¿Existe en Chile un mercado cambiario libre?

Si nos atenemos al hecho de que cualquier ciudadano puede comprar y vender dólares, prácticamente sin restricción alguna, o si nos basamos en que no hay nada parecido a una fijación formal del precio del dólar por parte de alguna instancia estatal, o si fijamos la atención en que el precio del dólar cambia día a día, respondiendo en alta medida a la oferta, a la demanda y a las expectativas de la población, que son los elementos que tradicionalmente definen los precios en cualquier mercado, entonces la respuesta es sí.

Pero en la realidad de las cosas, en ese mercado – y en muchos otros mercados importantes del mundo contemporáneo – interactúan agentes económicos de diferente tamaño – chicos, medianos, grandes y supergrandes – y no todos pesan lo mismo ni tienen la misma capacidad de decisión. Los grandes, tiene capacidad de determinar con sus decisiones casi todo lo que sucede en ese mercado, fundamentalmente el precio. Los chicos no tienen ni tendrán poder real y solo les queda aceptar callados lo que allí sucede, o a lo más, hacer uso del derecho a pataleo.

En el mercado del dólar, el grande entre todos los grandes es el Banco Central. Si el Banco Central sale a comprar dólares, el precio del dólar sube, digan lo que digan los demás agentes económicos. Si el Banco Central sale a vender dólares, el precio del dólar baja. No es enteramente cierto, por lo tanto, decir que en Chile existe una libre flotación del dólar. La verdad verdadera es que en Chile el precio dólar va para donde el Banco Central quiera que vaya.

Todo lo anterior viene a cuento por cuanto el Banco Central tomó en la semana recién pasada la decisión de salir a comprar 40 millones diarios de dólares durante los próximos 15 meses, lo cual hizo subir el precio del dólar inmediatamente, incluso antes de que la medida se comenzara a implementar. No hay, indudablemente, en el mercado chileno del dólar, nadie que tenga la capacidad de comprar o vender 40 millones de dólares diarios durante 15 meses, excepto el Banco Central. Hay que asumir, por lo tanto, con claridad, que el Banco Central tiene entre sus responsabilidades, presentes y futuras, intervenir en el mercado cambiario para incidir en forma determinante en el precio de la divisa.

En lo inmediato, el precio del dólar subió y probablemente volverá a subir en el futuro cercano. Eso les hace bien a los exportadores, que recibirán más pesos por cada dólar que obtengan por concepto de la venta internacional de sus productos. Le hará mal, sin embargo, a las importaciones que encarecerán su precio expresado en pesos, aun cuando continúen teniendo el mismo precio expresado en dólares. También se molestarán los que tienen grandes deudas con el exterior. Pero, mal que mal, durante los meses últimos el precio del dólar estuvo bastante bajo, y los que tenían capacidad de ver el horizonte aprovecharon de comprar.

Comprar dólares por parte del Banco Central implica necesariamente aumentar la liquidez monetaria existente en la economía, pues por cada dólar comprado el Banco Central tiene que deshacerse de la cantidad correspondiente de pesos. Para evitar que eso pueda incidir sobre los niveles de inflación, el Banco Central procederá paralelamente a recoger esa masa de dinero por la vía de la venta de pagarés descontables del Banco Central, PDBC, lo cual probablemente tendrá alguna incidencia sobre la tasa de interés.

En síntesis, una variable tan importante como el precio del dólar sube y baja de acuerdo a las decisiones del directorio del Banco Central, sin que las autoridades del Gobierno – el Ministro de Hacienda sobre todo – ni mucho menos los representantes del pueblo representados en el Parlamento, tengan ninguna capacidad de incidencia en dicha decisión. Se enteran por la prensa como el común de los chilenos. La autonomía del Banco Central es total y absoluta. No existe ningún mecanismo institucionalizado de coordinación entre las diferentes autoridades del país con relación a una medida de esta naturaleza. Solo cabe confiar en que la mano divina los guiará a todos en la misma dirección. Esa es una cuestión que puede ser relativamente inocua en ciertas ocasiones, pero puede ser grave en otras. Por ello, es conveniente que en la nueva constitución se establezcan mecanismos claros de coordinación con el poder Ejecutivo y mecanismos igualmente claros de control por parte del Parlamento. Un Estado desagregado en pedazos autónomos, en materias de tan alta significación nacional, no puede ser bueno a largo plazo.

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