Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL CIUDADANO el día 11 de septiembre de 2020.
El desempleo es indudablemente la tarea más importante que debe enfrentarse desde el punto de vista de la política económica durante el año 2021. Y esa prioridad debe reflejarse, desde ya, en el Presupuesto para el año2021 que se discutirá próximamente en el parlamento.
Las cifras sobre desempleo son bastante conocidas y basta al respecto con un breve recordatorio: los desocupados reconocidos como tal por el INE suman, a julio del presente año 1 millón 65 mil personas. Los ocupados ausentes, son 1 millón 336 mil ciudadanos. Los que abandonaron el mercado del trabajo, con respecto a julio del año anterior, son un millón 500 mil. En total, hay casi 4 millones de personas que están fuera del mercado del trabajo, o muy en la periferia del mismo.
La eventual recuperación de la economía no absorberá nuevamente a todos esos trabajadores, en las mismas condiciones y en las mismas cantidades que antes de la crisis. Por un lado, porque miles de pequeñas y medianas empresas sencillamente han quebrado y han desaparecido, por lo tanto, como fuente eventual de trabajo. En segundo lugar, porque la gran empresa se andará con cuidado, y solo recontratará trabajadores en la medida en que sea estrictamente necesario. Si es posible mantener niveles de producción con la misma dotación laboral que antes, lo harán. Las crisis no generan solamente alzas y bajas en los niveles de producción, sino que incentivan también modificaciones en las tecnologías y en las formas de organización del trabajo. En otras palabras, el factor trabajo se devalúa y queda parcialmente subutilizado durante y después de las crisis. La crisis chilena no será una excepción en esa materia.
El presupuesto del 2021 debe abordar este problema con particular atención. Se necesitarán durante el año 2021 planes y proyectos muy concretos de sostenimiento de ingresos, de capacitación o reconversión laboral y de inversión. En esto último campo hay que incentivar y apoyar a las pymes, que son las que tiene mayor capacidad de absorción laboral. Un protagonismo alto deben tener en esta tarea organismos como Indap, Sercotec y la propia a Corfo, que tienen institucionalmente responsabilidades en materia de apoyo a pequeños empresario y campesinos.
Se necesitan programas específicos de capacitación de la mano de obra de modo que incrementar su productividad y su capacidad de ser absorbidos por el sistema económico. En ese sentido, se debe capacitar en forma masiva – y remunerada – a miles de trabajadores en las diferentes modalidades del mundo digital, de modo de cerrar en alguna medida la brecha creciente que se genera en ese campo. También el dominio del idioma ingles es una herramienta importante en el mundo contemporáneo. Elementos básicos de economía empresarial son también necesarios para quienes quieran incursionar en las difíciles tareas de emprendedores.
En toda la capacitación que se lleve adelante deben tener una alta responsabilidad los municipios, que tienen más dislocación territorial y más cercanía con la población. La mujer debe ser objeto preferente de todos los planes de empleo y de capacitación, pues son indudablemente las más discriminadas en el mercado laboral y las que necesitan más apoyo para abandonar la mera economía del cuidado. En todo caso, hay que tener particular atención de no caer en nada parecido a los planes tipo POJH y el PEM, implementados antaño por la dictadura, que no significaban nada en términos de capacitación, y que implicaban una suerte de insulto a la dignidad de los trabajadores.
En síntesis, enfrentar el problema del desempleo como gran prioridad nacional, con planes asentados a nivel municipal y territorial, con énfasis en la capacitación y con rostro de mujer.