Por Gonzalo Reyes Gutiérrez
En el Chile de hoy, los avances en materia de derechos humanos están en riesgo. Las fuerzas de la ultraderecha han emergido con discursos que, aunque maquillados bajo conceptos como “libertad de expresión” o “defensa de la familia”, buscan deslegitimar los avances conquistados por las comunidades históricamente discriminadas, en particular, las personas LGBTIQA+.
Este retroceso no es casualidad. Es una estrategia deliberada de sectores que temen la transformación social y que desean perpetuar estructuras de poder que excluyen y silencian. El negacionismo no solo ataca la existencia de los derechos LGBTIQA+ como derechos humanos; intenta borrar las violencias históricas que nos llevaron a exigirlos en primer lugar.
Negar nuestra dignidad es negar nuestra humanidad. Quienes hoy promueven políticas que restringen el reconocimiento de familias diversas, rechazan leyes que protegen a las personas trans o intentan revertir la educación inclusiva están enviando un mensaje claro: desean un país donde la diversidad sea criminalizada y el odio institucionalizado.
¿Por qué debemos relevar la defensa de los derechos LGBTIQA+ frente a estos avances negacionistas? Porque lo que está en juego no son meros matices ideológicos; está en juego el futuro de nuestra democracia y nuestra convivencia como sociedad. Cuando se permite que un grupo sea discriminado, se sienta el precedente para que otros también lo sean. El ataque a los derechos LGBTIQA+ es, en el fondo, un ataque a la idea misma de igualdad y justicia social.
Como personas comprometidas con la transformación social, debemos entender que esta no es una lucha aislada. La lucha por los derechos LGBTIQA+ es parte de una lucha más amplia contra el autoritarismo, el patriarcado y el neoliberalismo. No podemos permitir que los discursos de odio se normalicen ni que la ultraderecha construya narrativas que presenten nuestros derechos como privilegios o imposiciones.
Frente al negacionismo, nuestra respuesta debe ser clara: los derechos humanos no son negociables. No retrocederemos ni un paso en la conquista de nuestros derechos. Seguiremos avanzando, porque nuestras vidas y nuestra dignidad no son moneda de cambio en los juegos políticos de quienes temen el cambio.
Es momento de que quienes creemos en la justicia social pongamos en el centro del debate que la diversidad no debilita a un país; lo fortalece. Relevar la importancia de los derechos LGBTIQA+ no es solo un acto de resistencia frente a la ultraderecha, sino también un acto de construcción del Chile que queremos: inclusivo, digno y solidario.
La lucha continúa, y la historia está de nuestro lado. No permitiremos que nadie quede atrás.