El Ejecutivo está dando palos de ciego, con un paquete por goteo de reactivación cada 15 días, lo que constituye una clara señal de que ni siquiera las autoridades económicas creen en su potencial reactivador. Las medidas anunciadas esta semana –las terceras en un año– con suerte agregarán una décima de crecimiento al PIB de 2019. A estas alturas, la proyección de crecimiento para este año estará cerca del 2,3% y, si este último paquete es exitoso, el crecimiento sería a lo más de 2,4%.
Para el Instituto Igualdad, las últimas medidas económicas anunciadas por el Gobierno constituyen una reacción demasiado tardía, que refleja un diagnóstico doblemente equivocado: erraron al subestimar la magnitud y las características del conflicto entre Estados Unidos y China, además de equivocar el diagnóstico sobre el actual ciclo de la economía chilena. Pensaron que el menor crecimiento 2016-2017 se debía, exclusivamente, a razones internas y supusieron que cuando llegaran al Gobierno, en marzo de 2018, la economía se recuperaría solo por efecto del cambio hacia una administración pro empresas.
En ambos casos, la explicación radica en el ciclo externo, es decir, el precio del cobre y su efecto en la inversión minera. Una vez que la economía salió del ciclo adverso, vuelve a su normalidad, esto es, un ingreso potencial de 3% o poco más.
Hoy, el Ejecutivo está dando palos de ciego, con un paquete por goteo de reactivación cada 15 días, lo que constituye una clara señal de que ni siquiera las autoridades económicas creen en el potencial reactivador de cada paquete.
Hay mucha especulación con respecto a lo que la aprobación de la depreciación acelerada pueda hacer con los proyectos de inversión de las grandes empresas, pero nuevamente esas iniciativas pueden postergarse hacia 2021 y su impacto macroeconómico puede verse seriamente debilitado, si el beneficio se destina a maquinaria y equipo, más que a inversión en edificaciones y obras de ingeniería.
A juicio del Instituto Igualdad, el paquete contiene medidas de incremento del gasto de capital del presupuesto de la nación, que recaerá plenamente en el ejercicio presupuestario de 2020, quedando poco espacio a que tenga un impacto macroeconómico en este 2019.
De los 571 millones de dólares, 350 corresponden a un aumento del gasto de inversión, que incluye 50 millones en reposición de equipo y maquinaria, toda de origen importado y, por ende, no tendrá gran impacto macroeconómico ni en 2019 y tampoco en 2020.
Este aumento del gasto de inversión representa 5.5% de los casi 4 billones del presupuesto 2019 en el mismo ítem, y su ejecución recaerá mayoritariamente en 2020, porque el calendario de licitaciones hace difícil concretar contratos en este año y el efecto macroeconómico será el próximo año.
Las transferencias de capital vía subsidios habitacionales, tampoco afectarán la demanda efectiva de viviendas sociales de este año,y con suerte lo harán el año próximo, porque tendrían que estar todos los proyectos en ejecución para entrega antes de diciembre de 2020. Recordemos que en el presupuesto 2019 se redujo en 0.5% el presupuesto para subsidios habitacionales, con lo cual esta medida estaría generando un incremento equivalente a 4,2% del gasto presupuestado para subsidios.
Es de esperar que esta cifra sea adicional al crecimiento que habrá de los subsidios el año próximo, porque si es un anticipo, solo se garantiza mayor probabilidad de impacto en 2020 y no en 2021.
En suma, es un programa que no está a la altura del desafío, porque sigue atado a una meta de déficit estructural que se reduce hacia 2021 y que no genera gran desviación en relación con ese objetivo.
Hay mucha especulación con respecto a lo que la aprobación de la depreciación acelerada pueda hacer con los proyectos de inversión de las grandes empresas, pero nuevamente esas iniciativas pueden postergarse hacia 2021 y su impacto macroeconómico puede verse seriamente debilitado, si el beneficio se destina a maquinaria y equipo, más que a inversión en edificaciones y obras de ingeniería.
Este último paquete, ya el tercero en un año, con suerte agregará una décima de crecimiento al PIB de 2019. A estas alturas, la proyección de crecimiento para este año estará cerca del 2,3% y, si este último paquete es exitoso, el crecimiento sería a lo más de 2,4%.
Habrá que tomarse en serio las últimas señales del Ministerio de Economía: hay tiempos mejores y tiempos “más mejores”. Claramente no estamos en los últimos.