A propósito de lo informado por el Ministro de Energía, en el sentido que el gobierno estaría evaluando el ingreso de ENAP a la distribución minorista, se ha instalado un amplio e intenso debate.
Algunos han sostenido que no se justificaría que una empresa estatal ingresara en la distribución de combustibles ya que los privados están presentes en dicho sector de la economía y existiría, por tanto, la suficiente competencia. A su vez, se duda que la estatal tenga las capacidades necesarias para desarrollar eficientemente este negocio.
Al respecto conviene comenzar recordando un cierta “división del trabajo” que opera en esta área: cuando cargamos gasolina o diesel en una estación de servicio de COPEC, SHELL, YPF ó PETROBRAS, lo estamos haciendo de un combustible producido por ENAP. En este sentido, se puede decir que la petrolera estatal hace la parte difícil de abastecer de combustibles mientras las distribuidoras hacen la menos difícil y riesgosa.
Efectivamente, ENAP importa crudo del mercado internacional, un mercado que como se sabe es altamente volátil. Luego lo descarga en sus propios terminales, lo almacena, lo refina al más alto nivel de calidad compatible con ciudades altamente contaminadas como Santiago. Almacena los productos limpios y los entrega al por mayor a las “distribuidoras”, quienes hacen uno de los negocios más rentables del país: la distribución.
En Chile no está vedado para el sector privado incursionar en el área de refinerías, sin embargo, éste no lo hace. Para satisfacer la creciente demanda se deben hacer, periódicamente, ampliaciones de las refinerías existentes, oportunidad que bien podrían ser aprovechadas por privados para instalar una tercera refinería, por ejemplo, en Antofagasta. Sin embargo, nunca se ha escuchado a empresarios privados nacionales o extranjeros manifestar ni el más leve interés, de estudiar, a lo menos, la posibilidad de instalar una refinería. ¿Para qué? Si el negocio está en distribuir al detalle en las estaciones de servicio los productos que le entrega ENAP.
Que ENAP entre a la distribución al detalle, entonces, no haría más que hacer justicia y equilibrar riesgos entre los actores que participan en esta área productiva, permitiendo que la estatal petrolera participe, aunque sea en parte, en el segmento más rentable y menos riesgoso del negocio.
