Los hechos y las consecuencias.
En el golfo de México, frente a Louisiana, se ha incendiado y hundido una plataforma de perforación mientras trabajaba en un pozo situado a 1.500 metros bajo el nivel del mar. Como consecuencia de ello el pozo ha quedado fuera de control y ha vertido al mar 800.000 litros de petróleo diarios, que además de dañar la vida marina en una extensa zona, podrían contaminar todo el borde costero que va desde Texas a Florida.
Las posibilidades de controlar el pozo en forma rápida prácticamente están agotadas y se considera el optar por perforar uno o dos pozos que intercepten al que está fuera de control y le inyecte un fluido que lo ahogue. Esto demoraría entre dos o tres meses. Hoy 30 de abril comenzó a llegar la marea de petróleo a la costa de Louisiana.
Cuesta imaginarse la magnitud del daño que provocará un vertido de 800.000 litros de petróleo diarios durante dos o tres meses. La costa del golfo, en Louisiana, es un ecosistema de gran diversidad y fragilidad medioambiental de la que depende gran parte de la producción pesquera de EE UU. En ella se pesca el 50 % de la producción de gambas salvajes y el 40 % de las ostras de todo Estados Unidos. La marea negra amenaza a más de 400 especies que dependen del ecosistema costero. A su vez, el sector pesquero de Louisiana provee el 25 por ciento del pescado del país, si no se cuenta a los estados de Alaska y Hawai.
El origen del desastre.
Hace mucho rato que se sabe que el “petróleo fácil” se ha terminado. Aquel que se podía sacar de pozos terrestres o costa afuera en aguas no muy profundas, digamos 100 o 200 metros de profundidad.
En la medida que el mercado ha clamado por más combustibles para sostener el modelo de desarrollo vigente, el petróleo se ha ido encontrando en aguas cada vez más profundas.
En los años recientes la industria petrolera costa afuera en aguas profundas y ultraprofundas ha ido creciendo y consolidándose, como una forma de compensar la declinación de los yacimientos antiguos.
Recordemos que estos avances tecnológicos están asentados en el desarrollo de yacimientos tales como los del Mar del Norte, el Golfo de México y Brasil. Estos últimos están situados frente a Río de Janeiro y sus estructuras geológicas se extienden por el Atlántico Sur. Muchas otras áreas costa afuera se irán incorporando en la medida que el petróleo se haga más escaso como puede ser el Ártico, la costa este de Canadá, el mar de la China y la costa oriental de África.
Para tratar de aventurar una hipótesis que explique por qué ocurrió el accidente del golfo recordemos que muchas veces en la historia de la explotación del petróleo un pozo ha quedado fuera de control y en la mayoría de los casos se ha incendiaddo.
A quienes no tienen mayor conocimiento de la industria del petróleo, les servirá recordar la película “El Salario del Miedo”, en la cual el centro del argumento era el transporte de varias toneladas de nitroglicerina por unas carreteras tortuosas hasta la zona petrolífera donde se necesitaba, para sofocar las llamas de un pozo de petróleo que no dejaba de arder.
Pero, si esto ya no era fácil en tierra, ¿cómo hacerlo a 1.500 metros bajo el nivel del mar, que es el caso de la plataforma que se hundió en el golfo?
En el caso de la plataforma Deepwater Horizon, esto simplemente no es aplicable. La gigantesca plataforma contaba para estas emergencias, con una serie de válvulas instaladas en el lecho marino denominadas “preventores de reventones”. Al ocurrir la explosión en superficie y luego el incendio, dichas válvulas debieron cerrarse en forma automática en segundos, impidiendo toda posible salida de petróleo. Pero esto no ocurrió, y hoy en día, con la plataforma en el fondo del mar, se trata infructuosamente de accionarlas mediante robots controlados remotamente.
Cuando la expansión del capitalismo choca con la biosfera.
El accidente del Golfo, al no poder controlar con rapidez el vertido de petróleo, está destinado a ser una de las más grandes catástrofes ambientales. La reflexión que ha nuestro juicio cabe hacer, es que no debemos considerar esto como un incidente más, susceptible de corregir y luego olvidar.
El desarrollo capitalista del siglo XX, el incremento de la población, y la producción y consumo no hubiera sido posible si no se hubiera dispuesto de energía abundante y barata, principalmente petróleo. Esto en un contexto ideológico en que el mercado ha constituido el gran regulador del modelo. Bien sabemos que el mercado no ragula o regula para el corto plazota, con consecuencias graves, por ejemeplo, en el cambio climático, lo que con justa razón ha sido considerado “como la mayor falla de mercado que el mundo ha experimentado”.
El otro concepto que está en la base del modelo vigente es el ignorar la fragilidad de la Biosfera, el sistema formado por el conjunto de los seres vivos de nuestro planeta y el medio físico que lo sustenta, y que constituye nuestro hábitat.
En el tema central de este presente artículo es evidente que el mercado impulsa las tecnologías que permiten extraer petróleo de aguas profundas pero, no considera adecuadamente la forma de resolver el problema de un pozo fuera de control que se encuentre situado a 1500 metros bajo el nivel del mar. Tampoco mide el mercado, la magnitud del daño ambiental potencial en gran medida irreversible que puede producir un accidente de esta naturaleza.
Concretamente, el precio del petróleo no da cuenta de las externalidades negativas que produce su uso, impidiendo el desarrollo de las energías renovables y de las tecnologías que hagan su uso más eficiente. Parafraseando la expresión de Ramón Fernández Durán ya citada: el desarrollo petrolero del Golfo de México colisionó violentamente con la biosfera y sus terribles consecuencias la iremos conociendo en los días que vienen… siempre y cuando los medios le dediquen el espacio que esta tragedia se merece.