Incomodidad neoliberal

Ernesto Águila

La decisión de Büchi de irse del país merece una reflexión. No se trata de cuestionar lo que pudiese ser una legítima opción personal o un cierto cosmopolitismo, sino el fundamento que da a su decisión: le incomoda la “incerteza jurídica” que se estaría viviendo en el país. A su vez, ello mueve a una reflexión más amplia sobre los vínculos entre, por un lado, neoliberalismo y, por otro, democracia y nación.

Büchi ocupó diversos cargos en el régimen militar desde mediados de los años 70, siendo el más relevante el de Ministro de Hacienda entre 1985 y 1989,un período histórico de gran violencia y arbitrariedad jurídica. Los ejemplos serían inagotables, mucho de ellos dramáticos, pero a propósito de“certezas jurídicas” vale la pena recordar el artículo 24 transitorio de la Constitución de 1980 que regía por esos años en que Büchi era Ministro. Dicho artículo le otorgaba al Presidente de la República facultades para arrestar a personas por 5 días -ampliable a otros 15- en sus casas o en lugares que no fueran cárceles; restringir el derecho a reunión y expresión; prohibirel ingreso al territorio nacional (exiliar) o expulsar de este; y relegara ciudadanos hasta por tres meses a lugares apartados del país. El corolario de estas facultades extraordinarias señalaba que “las medidas que se adopten en virtud de esta disposición no serán susceptible de recurso alguno”.

Cuesta imaginar una situación de mayor incerteza jurídica que la descrita anteriormente y encontrar algún parangón con la realidad política actual. Por qué Büchi terminó sintiéndose incómodo, hostilizado y bajo incertidumbre jurídica en democracia y no se sintió así en dictadura es algo sobre lo que bien podría explayarse un poco más.

Más allá de Büchi, la radical conversión de la derecha chilena al neoliberalismo -debilitando sus componentes liberales y nacionalistas- la ha colocado en todos estos años en tensión con la democracia y con una cierta idea de nación. La radicalidad neoliberal chilena pudo convivir con una dictadura y, después de los 90, con una democracia de soberanía popular interdicta y restringida. Constituye una asignatura pendiente para un neoliberalismo tan radical como el chileno demostrar su compatibilidad con una democracia liberal en forma.

Por otro lado, en su extrema ideología anti Estado el neoliberalismo no solo se propuso la inhibición de toda función económica y social de éste, sino que terminó anulándolo en su dimensión cultural. A comienzos de los años 80 el historiador Mario Góngora advertía los riesgos que tenía una retracción tan drástica del Estado en una nación como la chilena que había labrado su identidad desde el Estado durante casi dos siglos. Entregada la integración social y cultural al mercado, la idea misma de una comunidad política tarde o temprano terminaría desapareciendo. La nación construida desde el mercado no era posible, su destino inevitable sería el vacío y la pérdida de identidad: un lugar carente de apego, del cual uno se puede marchar cualquier día.

Relacionado

Comments

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.