Por aclamación, el Partido de los Trabajadores de Brasil (PT) designó como su candidata presidencial a la actual ministra Dilma Rousseff para suceder en el palacio de Planalto al actual gobernante y fundador de la colectividad, el ex obrero metalúrgico Luiz Inácio Lula da Silva.
Economista de 62 años de edad, Rousseff es actualmente jefa de gabinete de Lula e ingresó al PT a mediados de los años 90, luego de militar en el Partido Democrático Laborista (PDT) que dirigía el histórico socialista y opositor a la dictadura militar, Leonel Brizola. La ahora candidata presidencial ha sido la más cercana colaboradora de Lula en su segundo mandato y buscará reemplazarlo en el cargo en las elecciones previstas para octubre próximo.
“Quiero decir a los partidos políticos, a cada persona que cree que es necesario seguir transformando Brasil, que no existe una mujer más preparada para gobernar Brasil que nuestra querida compañera Dilma Rousseff”, dijo Lula el domingo pasado, cuando el PT realizó su congreso al que asistieron más de cinco mil delegados que conmemoraron los 30 años de la fundación de la colectividad.
En la década de los 60 y 70, Rousseff militó en dos organizaciones armadas de la izquierda brasileña que se oponían a la dictadura militar que se impuso en 1964. A mediados de los 70, la postulante al sillón presidencial fue hecha prisionera, torturada y permaneció dos años encarcelada.
En su discurso ante los delegados y través del cual aceptó su nominación, dijo que dará continuidad “a lo que ha sido la marca del gobierno de Lula: su preocupación social”. Quien podría ser la primera mujer brasileña que alcanza la primera magistratura del quinto país más populoso del mundo aseguró que dará continuidad a los programas de distribución de ingresos y vivienda y los reforzará con iniciativas nuevas para asegurar la universalización del saneamiento básico en las ciudades brasileñas, al tiempo que invertirá en todos los niveles de la educación.
“Tenemos el rumbo trazado y la experiencia para construir el tercer gobierno democrático y popular de la historia de Brasil”, dijo la ministra, quien recordó su pasado en la lucha guerrillera y enfatizó que “nunca más viviremos en una jaula o una prisión. Estamos construyendo un nuevo país en democracia, un país que se reencontró consigo mismo donde todos expresan libremente sus opiniones y sus ideas, pero un país que no tolera más la injusticia social”.
La candidata dijo que su gobierno será como “un tercer mandato de Lula”, para insistir en que dará continuidad y profundizará los programas sociales que han logrado sacar a más de 20 millones de brasileños de la pobreza.
“No habrá retrocesos ni aventuras”, dijo Rousseff, quien también reiteró que mantendrá los pilares de la política económica que ha impulsado Lula, es decir disciplina fiscal, libre flotación del tipo de cambio y metas inflacionarias. “Aseguraremos estabilidad macroeconómica”, remató.
La candidatura de Rousseff marca un 25 por ciento de las preferencias del electorado, once puntos más abajo que el candidato socialdemócrata y gobernador de Sao Paulo, José Serra, pero tiene un crecimiento constante en los últimos meses en los sondeos de opinión.
El PT ahora iniciará el proceso de construir las alianzas para aumentar el caudal electoral hacia su candidata y asegurar un bloque similar al que da sustento al gobierno de Lula, formado por doce partidos. No es fácil, ya que el Partidos Socialista Brasileño postulará la candidatura del ex gobernador y ex ministro Ciro Gómes, quien apoyó a Lula durante su segundo mandato y que marca un 11 por ciento en las encuestas.
Otra candidatura presidencial que resta votos al PT es la que postula la ex ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, quien renunció al PT para integrarse al Partido Verde. La ex dirigente del PT marca un 6 por ciento en los sondeos.
El presidente Lula está empeñado en traspasar todo lo posible su enorme apoyo ciudadano a la candidata del PT. En las encuestas, el mandatario ha llegado a marcar hasta un 80 por ciento de adhesión.
Su alta popularidad tiene que ver con la capacidad que tuvo el gobierno de Lula para sortear la crisis económica global, mantener durante casi una década un ritmo sostenido de crecimiento y aplicar programas sociales que han disminuido la pobreza, han terminado con el hambre, han mejorado los servicios de salud y han aumentado los presupuestos para la educación. Sólo el 2009, en medio de la crisis internacional, Brasil creó un millón de nuevos empleos. Para el 2010 está previsto que la economía brasileña crezca hasta un 5,5 por ciento.
Las posibilidades de triunfo de Rousseff son altas si logra mantener su ritmo de crecimiento, logra instalar su propuesta de programa de gobierno de continuidad y si el PT consigue establecer un arco amplio de alianzas. La candidata brasileña tiene dos amenazas por delante: que las candidaturas de Gómes y Marina Silva se consoliden; y que no sufra una recaída del cáncer linfático que se le descubrió el año pasado.