El pasado 13 de febrero se cumplieron cuatro años desde la repentina muerte de Antonio Cortés Terzi -quizás la muerte siempre es repentina-, destacado sociólogo e intelectual socialista. Poseedor de una inteligencia aguda y divergente se desempeñó como columnista político en diversos periódicos y espacios de reflexión, especialmente en La Tercera, La Época, Asuntos Públicos y el Centro de Estudios Avance, aportando una mirada crítica sobre la realidad del país, que aún hoy se echa de menos.
En sus mejores momentos Cortés Terzi lograba algo muy difícil de conseguir en estos tiempos: devolverle poder a la palabra escrita. Todos aquellos que comparecen en la escena pública premunidos solo de un texto saben lo difícil que es contar con un puñado de lectores y en lo posible influir, quizás en parte porque en la política las palabras pesan más según quien las dice que según lo que dicen. Cortés Terzi, sin embargo, lograba superar esa barrera mediante una cierta alquimia que combinaba poca aversión al conflicto (escribiendo se convertía rápidamente en un “trapecista sin red”) y una capacidad de decir aquello que muchos pensaban, pero preferían callar o comentar solo en voz baja para no incomodar o enemistarse con el poder. Ello lo volvía alguien capaz de decir lo no dicho, de ponerle nombre a algo hasta ese momento confuso o reprimido, y de ser, en un sentido genuino y no como pose, impredecible (¿quién lee a alguien predecible?) y, por lo mismo, una opinión esperada y requerida.
Cortés Terzi fue sin proponérselo un precursor de un nuevo columnismo político, más independiente e incisivo. Intuyó que la columna tenía sus reglas propias como cualquier género literario y que dada su brevedad, siguiendo una de las máximas sobre el cuento propuesta por Cortázar, debía ganar por nocaut (sin la pretensión de corregir al maestro se debe reconocer que también hay algunos buenos cuentos y columnas que ganan por puntos).
Cortés Terzi tuvo su “minuto de fama” gracias a un artículo que denominó “La ceremonia del adiós” – titulo que tomó prestado de un libro de Simone de Beauvoir-, en el cual anticipaba una lenta pero sostenida decadencia de la Concertación si esta no era capaz de trascender las lógicas transicionales en un nuevo proyecto histórico, en lugar de consumir sus energías transformadoras fundacionales en las tibiezas y rutinas del poder, como finalmente sucedió. Todo ello dicho con varios años de anticipación.
¿Alcanzó a desarrollar Cortés Terzi un pensamiento político y teórico con identidad propia que pudiera hoy ser rescatado? El drama de las columnas políticas es que envejecen rápidamente, sin embargo, Antonio Cortés dejó a lo menos tres libros, un sinfín de artículos extensos y ensayos breves. En este plano teórico, destaca su lectura en clave gramsciana de la “vía institucional” ensayada por Allende y una parte de la izquierda entre el 70-73, y sus investigaciones sobre el “gobierno invisible”, es decir, sobre los sistemas extra institucionales de toma de decisiones políticas en el Chile post 90. Reunir en un solo volumen el trabajo hoy disperso de Antonio Cortés Terzi es, sin duda, una tarea intelectual y política pendiente, y releerlo una buena opción para intentar descifrar los complejos tiempos que se avecinan.
Una columna que nos recuerda y nos convoca que las ideas son tan poderosas que no hay nada màs prà ctico que un buen arsenal de ideas y teorias. el mejor reconocimiento que se podrìa hacer a Antonio Cortès es empezar hacer ese trabajo de recopilatorio de sus de sus contribuciones sociologicas y polìticas. Creo que el instituto Igualdad es el mejor lugar para asumir esa tarea intelectual y polìtica pendiente.