El sistema político chileno presenta algunas desventajas y oportunidades para el despliegue de una eficaz oposición parlamentaria. Veamos:
a) Las dificultades para el ejercicio de la oposición parlamentaria nacen de la naturaleza marcadamente presidencialista del sistema político chileno –“presidencialismo reforzado” se le ha denominado- . Lo que se traduce en una asimetría de poder tanto de información como de atribuciones (de iniciativa de ley, de las urgencias, etc.) entre el Ejecutivo y el Parlamento.
b) En los sistemas parlamentarios, teóricamente, es más fácil organizar la oposición parlamentaria, a lo menos, por dos rasgos: la legitimidad del ejecutivo (Primer Ministro y del propio gobierno) nace del mismo parlamento y depende de que en éste se conserve la mayoría parlamentaria que le ha dado origen. El otro factor, es la diferente relación partido-parlamento-ejecutivo en los sistemas parlamentarios que conduce a que el Jefe de gobierno y el jefe de la oposición sean, en la gran mayoría de los casos, a su vez los Jefes de los partidos respectivos. Este último factor contribuye poderosamente a un mayor orden y disciplina en el trabajo parlamentario. Es la propia institucionalidad política la que define los liderazgos y las jerarquías respectivas.
c) En el presidencialismo no se dan estos factores ordenadores. En el caso chileno se vive la “doble legitimidad” entre ejecutivo y parlamento (la elección de uno y otro ocurren en actos electorales separados y no depende entre sí), pero, además, no se da una relación de uno a uno entre la legitimidad parlamentaria y el partido. En Chile si bien los partidos eligen y/o visan las candidaturas parlamentarias, un parlamentario en ejercicio tiene altas cuotas de autonomía del partido (lo que no se da en un esquema parlamentario). Esto se ha acentuado con el acortamiento del período presidencial y la simultaneidad de la elección entre Presidente y Parlamento: el parlamentario no tiene incentivos vinculados a su reelección para apoyar de manera incondicional al Presidente y a su gobierno. Por otra parte, en un sistema parlamentario la oposición no solo cuenta con los incentivos institucionales para ordenarse y disciplinarse, sino también con mayores instrumentos para presionar y desplegar su tarea crítica y fiscalizadora, a través de instrumentos como la interpelación de los Ministros, o los votos de confianza (o censura). Se trata de modelos altamente competitivos, donde está en juego siempre la tensión de que se pueda configurar una nueva mayoría parlamentaria.
d) Otra importante forma de acción que se han desarrollado en los sistemas parlamentarios es que por su mayor disciplina y jerarquía se han ensayado los llamado “gobiernos en las sombras”, es decir, constituir un verdadero ejecutivo de reemplazo desde el ámbito opositor capaz de dar seguimiento y debate ante los ministros respectivos. Esta herramienta ha construido un poderoso instrumento para acentuar la dimensión propositiva y alternativa que debe ser capaz de proyectar toda oposición.
e) No obstante lo anterior, y en el marco de nuestro “presidencialismo reforzado”, la situación chilena presenta algunas condiciones particulares para una eficaz tarea opositora, ello derivado paradojalmente del “empate” político a que conduce el sistema binominal, unido a los altos quórum exigidos para resolver políticas estratégicas, lo que ha conducido en estos años a un “presidencialismo de minoría” y ha otorgado a la oposición una capacidad de veto en ciertas materias relevantes, generándose condiciones propicias para una “política de acuerdos”. En este sentido la necesidad de contar con el voto opositor es más fuerte en el sistema político chileno que en aquellos donde se producen mayorías y minorías nítidas. Es decir, en la medida que no se constituye mayorías suficientes a través del sistema electoral, la necesidad de construir acuerdos con la oposición se hace sistemáticamente imprescindible. Este virtual veto opositor que la Concertación debió padecer siendo gobierno en los últimos 20 años, en este último año se ha revertido en gran medida en contra de la propia derecha en el poder.
f) A lo anterior se debe sumar un conjunto de reformas, impulsadas por la derecha, para intentar fortalecer su rol y eficacia parlamentaria, y que aumentaron parcialmente las capacidades del parlamento, pero sin por ello poner en cuestión el apabullante poder del presidencialismo. Entre estas medidas se encuentra la institución de la interpelación, que al no concluir en un voto de confianza, termina siendo más bien un duelo retórico. Otra reforma introducida es la rebaja del quórum para constituir comisiones investigadoras, lo que aumenta las posibilidades fiscalizadoras de la oposición.
g) En todo sistema político no existe una sino varias oposiciones políticas, pero más relevante que ello es la manera como la oposición parlamentaria se articula con las organizaciones sociales y con las causas ciudadanas. Probablemente allí se encuentra una de las líneas de renovación más importante de la oposición parlamentaria de centroizquierda.
h) En síntesis, lo que hemos venido sosteniendo es que desde el punto de vista sistémico o de los incentivos institucionales, éstos son, en general, tendientes a debilitar y a dificultar la conformación de una oposición fuerte, en general, y una oposición parlamentaria, en particular. Ello es así porque el sistema político busca favorecer y fortalecer la institución presidencial.
i) Las tendencias centrífugas que produce el sistema político presidencialista sobre la oposición son muy fuertes y estructurales, produciendo una gran dispersión de sus liderazgos (presidentes de partidos, jefes de bancada, comisiones políticas, bancadas parlamentarias; y donde el rasgo central es que no existe una subordinación ni una jerarquía predefinida entre estas realidades políticas). Por lo anterior lo que se requiere para ser una oposición efectiva es forzar su institucionalización y organización. Es decir, el sistema político presidencialista genera dispersión de liderazgos y pocos incentivos a la cooperación y disciplina política, solo una voluntad decidida a contrarrestar esta realidad puede conducir a conformar una oposición más en forma.
En síntesis,
- Existen importantes incentivos institucionales dentro de un sistema de presidencialismo reforzado, que dificultan una organización simple y eficaz de la oposición. El sistema institucional no contribuye a organizar los liderazgos y jerarquías dentro del bloque opositor.
- No obstante ello en el caso chileno, la no conformación de claras mayorías y minorías parlamentarias, otorga un protagonismo inédito a la oposición, pues se requiere su concurso para resolver la mayoría de los grandes temas.
- La oposición cuenta con herramientas para llevar a delante sus tareas básicas: crítica, control, alternativa. Allí están las interpelaciones, las posibilidades de formar comisiones investigadoras, las acusaciones constitucionales. Es necesario decir que es necesario perfeccionar estos mecanismos, porque hasta ahora han demostrado una eficacia muy acotada en un régimen presidencialista como el nuestro, incluso han terminado por volverse contra la oposición en algunas oportunidades.
- En los sistemas parlamentarios el nombramiento del líder y la jerarquía y disciplina es mucho más fácil de construir, pues está resuelto en la propia institucionalidad. Tampoco ayuda un sistema binominal en un esquema multipartidista.
- Un paso hacia adelante en términos organizativos sería conformar si bien no un “gabinete en la sombra” (más propio de los regímenes parlamentarios), la nominación de un grupo de parlamentarios en los cuales el conglomerado en su conjunto delega el liderazgo en un determinado tema. En los hecho esto ocurre muchas veces, pero debiera lograrse un mayor grado de formalidad, que constituye el paso superior a la conformación de la oposición como verdadera alternativa de reemplazo.
- La brutal asimetría de información y de capacidad técnica del gobierno, debiera tener como una de sus consecuencias la existencia de Think Tank capaces de contrarrestar la fortaleza técnica del gobierno. Contar con estos Think tank poderosos no será posible sino se aprueba un financiamiento público de éstos como ocurre en las mayorías de las democracias occidentales maduras.
- Una condición básica para dar con una organización más efectiva, lo que implica delegar responsabilidades y capacidades de decisión en otros actores, incluso si estos no pertenecen a su mismo partido, pasa por requisito o propiamente político: contar con un proyecto programático compartido y un alto nivel de confianzas personales. Difícilmente se puede dar con una organización eficiente si no se ha producido una convergencia programática y un grado de confianzas que implique delegar poder. Este es el factor propiamente político que permite soldar rutinas y formas de organización más sólidas y eficientes.
No hay incentivos para apoyar a un presidente sin reelección. La reeleccion por una vez en periodos cortos, caso EEUU, es clave para mantener la solidaridad parlamentaria con el presidente. otro defecto de nuestra institucionalidad politica.