SEÑOR DIRECTOR
Los argumentos del gobierno para rechazar el Acuerdo de Escazú no son creíbles. Se explica mejor su decisión, por la radicalización que ha tenido la derecha en este período, y que ha impactado el discurso, los proyectos de ley y políticas públicas, así como el liderazgo internacional de Chile.
Escazú mejora la democracia, porque fortalece el acceso a la información, amplía la participación ciudadana, y garantiza el acceso a instancias judiciales y administrativas de las decisiones ambientales. Pero su mayor aporte es demandar la protección de las organizaciones y defensores ambientales, quienes sufren hostigamiento y a veces represión por parte del Estado, que actúa como cómplice del abuso de los poderes económicos hacia las comunidades. Informes de INDH y otras instituciones así lo evidencian para nuestro país.
El Presidente de la República ha dicho en la ONU que hace esfuerzos para combatir el cambio climático y proteger la naturaleza, pero esto no se logra sin garantías de respeto a los derechos de los defensores ambientales y de sus comunidades. Con su decisión, Chile consolida una posición aislacionista, alejada del multilateralismo, y renuncia a su otrora liderazgo, frente a las tristes cifras que muestran América Latina como la región con el mayor número de asesinatos y vulneraciones de los defensores ambientales.
Fernando Krauss
Coordinador EcoIgualdad
*Carta al director publicada en La Tercera