Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MOSTRADOR el día 7 de junio de 2022.
La evolución diaria de los precios del trigo en los mercados internacionales se ha convertido en un indicador que no solo da cuenta de la situación económicamente grave en que se van sumiendo los países que son importadores netos de este cereal – como es la situación de Chile – sino que se le visualiza también como una variable que refleja el desorden y la incertidumbre del conjunto del mercado mundial de alimentos, como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania. Por todo ello, es importante aportar algunos datos que ayuden a comprender y a darle mayor realismo a la situación imperante en relación con este cereal.
Un antecedente importante es que el precio FOB – sin considerar flete – del trigo pan, en los puertos argentinos, pasó de 309 dólares por tonelada en el 2 de enero del presente año, a 417 dólares por tonelada a fines de febrero, y llegando a 482, dólares por toneladas al día 03 de junio del presente año.
Para entender esta alza, hay que partir por recordar que Rusia es el principal país exportador de trigo en el mundo, según los datos del año 2021. Sus exportaciones ascendieron a 7.301 millones de toneladas en el año recién pasado, lo cual representa el 13.1 % de las exportaciones mundiales. Estados Unidos y Australia le siguieron muy de cerca, con porcentajes de 13.1 % y 13 % de las exportaciones mundiales, respectivamente. No hay razones para suponer que las exportaciones de estos países disminuyan en forma sustantiva en el año en curso. Rusia es uno de los países beligerantes, pero la guerra no se desarrolla en su territorio, y no hay razones, por lo tanto, como para suponer que su producción y capacidad exportadora sufra modificaciones sustanciales en la temporada 2022/2023.
Distinto es el caso de Ucrania, que exportó en el año 2021 el 8.5 % de las exportaciones mundiales de trigo, y que, como consecuencia de la guerra, no tiene pleno control de su territorio ni de sus puertos, lo cual podría reflejarse en una disminución de la oferta en los mercados internacionales en el futuro cercano. India, que es un país que por propia decisión redujo sus exportaciones de trigo, es el exportador que se ubica en el décimo lugar de importancia como exportador mundial de ese cereal, y que exportó en el año pasado un 3.1% de las exportaciones mundiales.
A pesar de estos movimientos, los pronósticos de la FAO con respecto a las exportaciones mundiales son que el volumen exportado pasará de 192.1 millones de toneladas en el período 2021/2022, a 188,9 millones de toneladas en el período 2022/2023. Es decir, una disminución leve, de escasamente un 1.7 %. Eso hace suponer que los países exportadores que no ocupan los primeros lugares en ese mercado (Australia, Canadá, Francia, Argentina) harán todo lo, posible por aprovechar esta situación para aumentar su producción tanto como les sea posible. Si eso se hiciera realidad, ello contribuiría a mitigar el crecimiento de los precios internacionales del trigo.
Pero ¿por qué esta subida de los precios del trigo en el transcurso del año 2022, desde antes de la guerra entre Rusia y Ucrania? Hay varias razones posibles, que se mencionan en este artículo solo como hipótesis que ameritan más antecedentes como para ser validadas. Una hipótesis es que el origen del incremento del precio del trigo radica en el incremento previo de los combustibles y de los fertilizantes que son, obviamente, insumos importantes para la agricultura moderna. Y como Rusia es un exportador importante de ambos insumos, es dable pensar que Rusia se benefició altamente de esa subida de los precios, previa a la guerra. Más aun, es posible pensar que financió parte de los gastos bélicos con esas ganancias previas.
Otro punto de vista pone la atención en la especulación pura y simple. Las expectativas de incrementos de precios dan origen a compras en los mercados internacionales para efectos de almacenar y vender en un futuro cercano, cuando el precio de este cereal alcance realmente los niveles superiores esperados. Y como la demanda actual, para fines especulativos, genera una demanda adicional que hace que el incremento de precios efectivamente se haga posible, toda la operación se transforma en una profecía autocumplida.
Otra razón posible, muy relacionada con la anteriores, es que el trigo asuma crecientemente el carácter de un activo que se usa como resguardo de valor frente a la variabilidad que se observa en el precio internacional del dólar. El trigo asumiría así, el carácter de un activo financiero, y no solo el rol de un bien de consumo.
También, es posible pensar que las reservas internacionales de este cereal, que no son pocas, se incrementen en función de las expectativas de escasez y de incrementos de precios.
En todo caso, el razonamiento simple de que hay guerra, hay menos trigo y los precio debe subir, amerita un análisis más complejo, tanto de las causas como de los efectos de la situación presente, que tome en cuenta tanto las complejidades del comercio internacional de bienes, como del sistema financiero mundial, donde hay actores que no son meros espectadores en esta inédita situación internacional.