Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL CLARÍN (Chile ) el día 30 de noviembre de 2020.
Los últimos datos sobre ocupación y desocupación publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, correspondiente al trimestre agosto-octubre de 2020, dan cuenta de una disminución de la desocupación tanto en cifras absolutas como en porcentaje de la fuerza de trabajo.
Los desocupados en todo el país pasaron de un 12.9 % de la fuerza de trabajo, en el trimestre julio-septiembre, a un 11.7 % en el trimestre agosto-octubre. En términos absolutos pasaron de 1 millón 37 mil trabajadores, a 1 millón 4 mil trabajadores. Es decir, los desocupados disminuyeron en 33 mil trabajadores. Sin embargo, los ocupados aumentaron de 7 millones 365 mil trabajadores, a 7 millones 667 mil trabajadores. Aumentaron en 302 mil ciudadanos. Los ocupados aumentaron más que la disminución de los desocupados. ¿Cómo se explica esto?
Muy sencillo: la fuerza de trabajo aumentó en este trimestre en 268 mil ciudadanos. Estos trabajadores no cayeron del cielo, sino que existían como ciudadanos en edad de trabajar, pero no eran parte de la fuerza de trabajo, pues no manifestaban interés en incorporarse al mercado del trabajo. En este trimestre que se analiza se interesaron por trabajar y encontraron rápidamente trabajo. Afortunados ellos. Eso explica de donde salieron los 302 mil nuevos ocupados.
Pero es lícito preguntarse ¿en que están laborando esos 302 mil nuevos trabajadores? La respuesta clara y simple es que la inmensa mayoría de ellos están trabajando en la informalidad, que pasó de 1 millón 730 mil trabajadores a 1 millón 924 mil trabajadores. Aumentaron en 193 mil ciudadanos. Esta cifra es enteramente compatible con los datos, del mismo INE, que señalan que los trabajadores por cuenta propia – que no es una y la misma categoría que los informales, pero que son categorías cercanas – pasaron de 1 millón 353 mil trabajadores, a 1 millón 468 mil trabajadores – aumentaron en 115 mil trabajadores – lo cual refleja que no todos los informales son trabajadores por cuenta propia, sino que varios miles de ellos, sin dejar de ser informales, trabajan como empleados de otros.
Que de los 7 millones 667 mil ocupados casi 2 millones de ellos, el 25,1 %, estén trabajando en el sector informal no es exactamente un éxito para ningún país. Pero la situación es peor aún si esa cifra se analiza de conjunto con la cifra de los desocupados puros y simples, que son 1 millón 3 mil trabajadores, y con la cantidad de los inactivos potencialmente activos – no están ocupados pero están dispuestos a trabajar – que son 1 millón 526 mil ciudadanos. Finalmente, hay que sumar a los ocupados ausentes -que no están trabajando, pero mantienen un vínculo con su empleador- que en el trimestre que analizamos se ubican en 896 mil trabajadores.
En síntesis, hay una cantidad importante de chilenos que no tienen trabajo y/o que no tienen un trabajo digno y permanente y cuya situación debe ser parte de las preocupaciones sociales, económicas y políticas del presente y del futuro de corto y mediano plazo. ¿Hasta cuándo es posible pedirles a estos sectores que esperen una reactivación que los absorba y los incorpore al mercado del trabajo?