El próximo viernes 1 de junio, el Presidente Sebastián Piñera entregará su primera cuenta presidencial ante el Congreso Pleno. Como primera cuenta pública de gobierno, que se realiza a menos de tres meses de haber comenzado, es usual que los mandatarios utilicen este discurso como una oportunidad para presentar al país lo que será su hoja de ruta. Presumiblemente Piñera intentará hacer lo mismo, pero su intento tiene una dificultad estructural: el actual gobierno tiene una ruta, pero prefiere no verbalizarla. Tiene un propósito claro, que es retrotraer las reformas progresistas de los últimos años, pero no se atreve a decirlo. Si sólo dependiera de ellos, este sería el gobierno de la contrarreforma silenciosa.
Hasta ahora el gobierno se ha manejado con algunas ideas fuerza, pero sin ser explícito en su propósito. Ideas como crecimiento económico, creación de empleo y fomento de la inversión; orden público y combate a la delincuencia; abordar el tema de la inmigración; políticas de infancia, y llamado a la unidad nacional. Sobre esos ejes se ha desarrollado el libreto del gobierno en estos meses, solo alterado por los continuos errores de algunos de sus ministros.
Pero todos sabemos que hay mucho más, aunque el gobierno no lo haga explícito.
Se desea llevar adelante una nueva reforma tributaria, bajo la excusa de “simplificar” el sistema, pero lo cierto es que se busca bajar las tasas y reintegrarlo. Se desea llevar adelante una reforma al sistema de pensiones, donde a la necesidad transversalmente reconocida de aumentar en 4 ó 5% la cotización previsional, y de entregar un aumento a las pensiones más bajas a costo fiscal, se buscará agregar nuevos actores al sistema de capitalización individual y permitir que la cotización adicional vaya nuevamente a las AFP.
Se desea retrotraer la reforma laboral, bajo la creativa tesis de que la huelga no debería significar paralización. Hasta el Ministro de Obras Públicas corrige a su par de Trabajo y anuncia que se debe retrotraer el fin del reemplazo en huelga logrado en el gobierno anterior. Se busca contener la desmunicipalización en educación general, y vaya a saber uno cómo irá a quedar la gratuidad en educación superior con un Ministro al cual le repele dicho logro del gobierno anterior. En la ley de aborto en tres causales, ya se intentó perforar sus avances a través de una objeción de conciencia institucional tan generalizada como ilegal. En la agenda de mujer, se denota a los pocos minutos de lanzada la iniciativa, el propósito de no afectar las ganancias de las ISAPRES.
En suma, un gobierno que ganó mayoritariamente en las urnas, pero que siente tener trabas al momento de explicitar sus intenciones contrarreformadoras. ¿Por qué lo hace así? Porque muchos de los temas que intenta retrotraer el gobierno son aspiraciones sentidas de la sociedad chilena. No es claro si Sebastián Piñera obtuvo un mandato para asegurar crecimiento económico, o si lo obtuvo para desandar el camino de progreso y justicia social ya iniciado.
Para la izquierda el desafío es enorme. Porque debe, en primer lugar, actuar de manera coordinada en el Congreso para impedir que se retrotraigan derechos sociales ya conquistados, al mismo tiempo que debe estar atenta para que no se busquen mecanismos administrativos para mitigar, o derechamente eliminar, estos derechos. En segundo término, la izquierda debe comenzar a delinear su promesa de futuro ante la sociedad chilena. Con humildad, porque se perdió fuertemente, con autocrítica ante errores del pasado y, sobre todo, con tolerancia cero ante cualquier asomo de falta de probidad, la izquierda tiene la posibilidad de sintonizar nuevamente con los chilenos y chilenas.
¿Por qué? Porque nuestros temas son mayoritarios en la ciudadanía. Así de sencillo. De nosotros depende.
Francisco Díaz.
Director de Estudios de Igualdad.