(Discurso oficial de Sergio Campos al recibir el Premio Nacional de Periodismo en La Moneda).
Cuando estamos a punto de celebrar los 200 años de la creación de La Aurora de Chile, por Fray Camilo Henríquez, recibo con humildad este galardón que me otorga el estado en nombre de la ciudadanía.
Desde ya saludo la memoria de este insigne valdiviano, escritor, periodista y político revolucionario, que con su talento y coraje se puso al servicio de la liberación del pueblo chileno. Camilo Henríquez dejó huellas profundas que marcaron el tránsito de muchos periodistas comprometidos con la libertad de expresión y el derecho a la información.
Joaquín Edwards Bello, Juan Emilio Pacul, Lenka Franulic, Luis Hernández Parker, Mario Céspedes, Tito Castillo, Guillermo Blanco, Tito Mundt, José Carrasco Tapia, José Miguel Varas, entre tantos otros, que recogieron su legado.
El Premio Nacional de Periodismo, lo interpreto como un reconocimiento al trabajo mancomunado de decenas periodistas que han formado parte del equipo del Diario de Cooperativa.
Primero en la recuperación de la democracia… y más tarde en el apoyo decidido a construir una sociedad pluralista, donde se reconozca la diversidad como un estadio sustantivo, para la convivencia en paz entre los chilenos.
La complejidad de los problemas que enfrenta la sociedad contemporánea en la era de la tercera revolución industrial, donde Internet y las energías renovables, centran nuestro quehacer…, el rol de periodismo se hace cada vez más importante.
Cuando persisten problemas tan esenciales como la demanda social de una educación gratuita y de calidad, donde los sistemas de salud se ponen a prueba por el alto costo, para una población que ve expectante la prolongación de la vida… la función de los medios de comunicación resulta esencial.
Somos un país con una riqueza extraordinaria, pero al mismo tiempo con niveles de pobreza todavía vergonzantes y donde la distribución del ingreso, está entre los peores en América Latina. La tarea de los periodistas para representar esa realidad, se hace imprescindible en una sociedad democrática.
En un país como Chile, donde nuestro himno nacional habla del asilo contra la opresión, nuestros ojos deben estar puestos en los arrebatos de discriminación hacia nuestros hermanos latinoamericanos, que por su desesperación económica, buscan el sustento para sus familias, dentro de nuestras fronteras.
Demás está decir, que debería preocuparnos la situación de nuestros hermanos indígenas, que más allá de la asistencialidad del estado, merecen un tratamiento acorde con el respeto a los derechos humanos, en un estado de derecho, para que podamos mirar el futuro con la frente en alto.
Hoy día cuando estamos reunidos en esta solemne ceremonia en la casa de los presidentes de Chile, quiero saludar a mis colegas de circunstancia histórica en disciplinas como Humanidades y Ciencias Sociales, Artes Plásticas, Artes de la Representación y Audiovisuales, Ciencias de la Educación y Ciencias Exactas.
Con la mayoría ellos me une un factor común: estamos vinculados a la Universidad de Chile. La casa de Bello es símbolo de la Educación Pública, en la que me formé desde mis primeras letras en la enseñanza primaria, con profesores normalistas, hijos de la movilidad social que me impulsaron a abrazar la carrera de maestro.
Rindo desde aquí, un sentido homenaje a los herederos de José Abelardo Núñez y Domingo Faustino Sarmiento, que repartidos por la patria impulsaron grandes cambio en la educación de nuestro país.
Son maestros, educadores que entienden la enseñanza como un servicio a la sociedad y no como un bien de consumo que se transa como una mercancía en el mercado.
En esa cuerda estamos formando periodistas. Que entiendan que la función comunicativa, es la intermediación entre las fuentes y la sociedad, función que tenemos que ejercer con la máxima transparencia y honestidad.
La formación teórica-práctica, siempre estará acompañada por el marco deontológico de la profesión periodística.
Considero oportuno destacar que cuando una fuente de cualquier nivel, se niega a entregar información a un periodista, comete un error de gran envergadura que violenta la función pública y privada.
El que evita ser entrevistado, el que no quiere responder preguntas, no está castigando al periodista, ni menos al medio de comunicación. La situación es más grave: está cercenando el derecho a la información de los chilenos y aplasta el principio de transparencia.
La libertad de expresión es consustancial al derecho de la información. Así funciona la democracia.
Por eso me preocupa la concentración de medios, que en el caso de la radio ha tenido efectos negativos transversalmente.
Es aquí donde la autoridad debe ejercer la potestad de ley, para impedir privilegios que cuestionan nuestra soberanía.
Quiero decir además, que comparto la inquietud de diversas organizaciones sociales, por el retraso en el despacho que regula la televisión digital. Es de esperar que los poderes fácticos no impongan factores de inequidad, que vulneren los derechos ciudadanos.
Aspiro sinceramente que el Colegio de Periodistas sea escuchado por las instituciones que ostentan el poder.
Señoras y Señores
Quiero hacer propicia la ocasión para reconocer a la Universidad Técnica del Estado, que me abrió sus puertas en el Instituto Pedagógico Técnico en la década del 70, a la Universidad de Santiago de Chile, que me permitió sistematizar mis conocimientos de periodismo.
Reciban mi afecto sincero los centenares de periodistas que han formado la familia del Diario de Cooperativa. Desde Delia Vergara en los 70, hasta Oscar Pasten y Eugenio Sierralta en la dirección actual.
Un saludo especial para mis colegas del deporte Al Aire Libre y el área de entretención, cultura y espectáculos.
Todos de alto nivel y profesionalismo, que nos mantiene como líderes en noticias por más 35 años.
Gracias al directorio de la compañía chilena de comunicación por su consecuencia democrática.
Quiero destinar un párrafo especial a mis colegas de www.cooperativa.cl, que han marcado la pauta en la historia de los medios digitales y han transformado al sitio web, en un referente mediático del más alto nivel.
Agradezco además, a los profesionales de Megavisión, La Red y ahora TVSenado, que siempre me estimularon y me apoyaron para un trabajo de excelencia.
Finalmente, en lo más íntimo del ser humano, pero que influye en la proyección profesional. A mi madre, que ya no está conmigo, pero que fue fundamental como puntal de apoyo en la partida.
A Verónica, mi mujer que siempre me alentó para no desmayar frente a los capítulos duros de la dictadura.
A mis hijos, Lorena, Camilo y Valentina, críticos ácidos pero constructivos.
Y a mis nietos Javiera y Tomás, que espero puedan recoger el cariño de tantos chilenos anónimos que hoy nos saludan por el premio.
A todos mi expresión de gratitud.
A la ciudadanía, al pueblo de Chile, que a través del Estado me privilegia, con el Premio Nacional de Periodismo.
Viva los trabajadores de los medios de comunicación, viva los periodistas, viva Chile.