Un buen compañero de viaje

Lanzamiento Bobbio

En una casa de Providencia, la del Instituto Igualdad, a esa hora de la tarde en que Santiago se pone frío como un cuchillo, un centenar de personas celebramos la publicación de un nuevo libro sobre Norberto Bobbio, el pensador italiano que nos visitara en 1986 en momentos que para los que ahora nos congregamos fueron también de confusión y pesimismo. Hace 25 años nos enfrentábamos a una tan anhelada como incierta transición a la democracia, y hoy lo hacemos a una no menos deseada y dudosa refundación del sector político que encarna las ideas de centroizquierda. Una refundación soslayada con negligencia antes de la derrota de enero, y que ahora, junto con imponérsenos por necesidad, exige como condición que los partidos de la Concertación recuperen cada cual la credibilidad dañada incluso a ojos de sus propios militantes y restablezcan entre sí las lealtades y confianzas que les permitan continuar asociando ideas socialcristianas, socialistas, socialdemócratas y liberalprogresistas.

El liberalsocialismo de Bobbio no es sino un liberalismo igualitario, es decir, un planteamiento político que valora tanto la libertad como la igualdad, y que no está dispuesto a que ninguno de esos valores sucumba en nombre del otro. Los socialismos no democráticos sacrifican la libertad en nombre de la igualdad y ni siquiera son capaces de alcanzar aceptables niveles de esta última. Por su lado, las sociedades capitalistas no vacilan en inmolar la igualdad en nombre de la libertad -cuando no en el de la simple propiedad- y tampoco consiguen instalar una sociedad de libertades suficientemente amplia, puesto que poco sentido puede tener la titularidad de aquellas para millones de personas que viven en permanente situación de pobreza. Es por eso que libertad e igualdad deben ser impulsadas juntamente, aunque contando con que pueden colisionar llegado cierto punto y que de esa fricción saltarán chispas que amenazarán con incendiar uno o ambos de tales valores. Por lo mismo, gobiernos progresistas, a la vez que moderados y sensatos, son aquellos que, balanceando ahora osadía con prudencia, administran la tensión entre libertad e igualdad de una manera que evita el colapso de una pareja de valores cuya integridad es la clave para tener una sociedad decente y justa.

Para quienes profesan ideas como esas, Bobbio fue y sigue siendo un buen compañero de viaje, una mente lúcida y capaz tanto de comprender como de interpelar al mundo, complacida con el proceso civilizatorio y también disconforme con la lentitud y los altibajos de éste, pesimista en cuanto sabe que las cosas nunca irán todo lo bien que deberían, pero a la vez optimista en cuanto a mantener la determinación individual y colectiva para que vayan lo mejor posible. Un compañero de viaje especialmente adecuado para una centroizquierda chilena que vive horas de confusión luego de una derrota electoral que, sin tomarla realmente por sorpresa, ha conseguido sumirla en un inocultable estado de desconcierto y crispación, reflejado en declaraciones estentóreas, acusaciones precipitadas, análisis superficiales, y hasta en libros que, apelando a la oportunidad, no pasan de ser oportunistas, y que con el pretexto de la franqueza se quedan apenas en la banalidad de un desahogo ávido de notoriedad y reconocimiento.

Hace 25 años no veíamos con claridad ni confianza el camino para la recuperación de la democracia. Hoy no divisamos con claridad ni tampoco con confianza la manera de recomponer el sector que representa las ideas de centroizquierda. Y aunque no será Bobbio ni ningún otro intelectual quien nos saque del aprieto, vale la pena leerlo para calibrar el peso que las ideas tienen en política y para percatarse de la dimensión pública de prácticas como la racionalidad y la compostura.

Aunque no será Bobbio ni ningún otro intelectual quien nos saque del aprieto, vale la pena leerlo para calibrar el peso que las ideas tienen en política.

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Comments

  1. En su intervención original, Agustín Squella sostuvo que más que la libertad, el valor prioritario para la derecha había sido la propiedad, en cuya defensa estaba dispuesta históricamente a supeditar la igualdad y la propia libertad. Vale la pena recordarlo.

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