El medicamento ha acompañado siempre al hombre transformándose en una de sus necesidades básicas y vitales que tratará de satisfacer. Como es una necesidad básica, este bien se transforma en uno de consumo habitual que hay que proveer y, como su consumo irracional es peligroso, hay que controlarlo y regularlo; para ello, se generan en la Sociedad organizaciones humanas que cubren esta necesidad y otras que controlan. Hay organizaciones destinadas a la investigación científica que inventan, extraen de plantas y prueban nuevos fármacos, hay otras que los sintetizan y una vez aprobados por las organizaciones de control, hay también quienes fabrican medicamentos que son productos farmacéuticos que contienen esos fármacos junto a ingredientes en una forma farmacéutica (comprimidos, cápsulas, inyectables, jarabes, etcétera) y en diferentes dosis. También hay organizaciones que los distribuyen, dispensan, venden y que los aprueban, registran y los controlan.
En la sociedad moderna muchas de estas actividades económicas son industrializadas; los que producen medicamentos lo hacen para generar utilidades, muchas veces significativas tanto para ellos como para los que invierten sus recursos en estas industrias (accionistas). En algunas ocasiones en esta cadena del medicamento pueden producirse equivocaciones, aberraciones, falsificaciones o engaños; lo cual ha derivado en catástrofes con graves daños a los pacientes o a su descendencia, la tragedia más conocida fue la teratogenicidad de la Talidomida. Es por esta razón que los países se han organizado en torno a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de tal manera que se nutren de expertos internacionales que han desarrollado una serie de normas y políticas universales para el uso racional del medicamento; por ejemplo, han entregado a las Universidades la responsabilidad de profesionalizar las actividades formando profesionales de la salud, médicos, enfermeras y farmacéuticos, premunidos de sabiduría y regulados por la ética para las labores prescribir, recomendar, controlar el uso, producir, distribuir, dispensar y vender medicamentos.
Se han creado Instituciones gubernamentales para la aprobación, registro y control como la Food & Drugs Adminitration (FDA) de USA, la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA), la Agencia Brasilera (INVISA), el Departamento de Control Nacional del Instituto de Salud Pública (ISP) en Chile, por mencionar sólo algunas de ellas; también se han desarrollado políticas, leyes y reglamentos que regulan la actividad profesional y comercial, se han generado normas éticas para el ejercicio de las actividades relacionadas y para la investigación científica, se han acordado sistemas de buenas prácticas de manufactura (BMP) y de controles de calidad (BLP) y muchas otras actividades todo en torno a las políticas de uso racional del medicamento, de acceso universal y la fármaco vigilancia.
Según estudios de la OMS, el 74 % de las enfermedades se tratan o curan con medicamentos, también se usan para el diagnóstico y prevención de enfermedades. El medicamento es la conclusión del diagnóstico médico y la expectativa que estos profesionales tienen para curar a sus pacientes; por otra parte, este producto se transforma en la esperanza que tienen las personas de recuperar la salud perdida. Sin embargo, el uso del medicamento involucra riesgos, el padre de la Medicina experimental Paracelso en la Edad Media advirtió “el veneno está en la dosis” con ello se desarrolló la farmacología experimental.
Dada la importancia del medicamento en la Sociedad, este organismo internacional lo ha declarado como un bien social elemental para la Salud Pública, sacándolo de las mercaderías comunes. La Conferencia Ministerial de Doha, Qatar entre los Ministros de Economía, los miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la OMS, adoptaron el ADPIC (acuerdos de derechos de propiedad intelectual) relacionados con el comercio mundial y sin ambigüedad alguna reconocieron la primacía de la Salud Pública sobre los intereses comerciales por lo que, se deduce que el medicamento no es un bien de consumo sino un bien social; de manera que, todas las personas deben tener acceso a medicamentos de excelente calidad, seguros, eficaces y con costos adecuados a la situación económica del paciente. La OMC opina que hay que estimular el invento de nuevos fármacos y la producción y venta de medicamentos. Para que haya estímulo para los que inventan, hay que respetarle su invento o su patente y darles el monopolio de la comercialización por un promedio de 20 años para que recuperen la inversión. Por otra parte la enmienda prematura y promisoria de Hatch – Waxman del Senado Norteamericano (1988) es otro acuerdo que busca el acceso universal a los medicamentos seguros y eficaces como objetivo fundamental de toda política farmacéutica respetando el invento y la patente.
La Investigación y Desarrollo de fármacos para su posterior inclusión en el arsenal terapéutico sanitario mundial o regional lleva implícito una variedad de visiones, de intereses comerciales y sociales, de regulaciones, de efectos localistas y otros que obligan a una coordinación, partiendo del respeto a las patentes como su eje central y procurando el acceso universal.
Son muchos los actores externos como la OMS, la OMC, las diversas ONG, Universidades, Colegios Profesionales, expertos de salud y otros los que van estructurando soluciones en función a la utilización de los medicamentos. Ellos luchan por poner racionalidad y en ocasiones son mal interpretados por aquellos demagogos que tan solo les interesa vender medicamentos baratos sin importarle la calidad, la seguridad y la eficacia. Estamos ante un gran desafío sanitario mundial cuando somos conocedores que una de cada tres personas no tiene acceso a medicamentos esenciales o cuando se denuncia medicamentos sin eficacia o con reacciones adversas que producen la muerte. Estamos unidos a una imperiosa necesidad de innovaciones urgentes en los campos de la investigación en prosecución de nuevas tecnologías e invenciones y en la búsqueda científica de medicamentos para enfermedades olvidadas y huérfanas y de la urgente necesidad de acceso a los países en vías de desarrollo ya que los pobres del mundo también tienen derecho a medicamentos de buena calidad, seguros y eficaces. Todas las iniciativas descritas se refieren a una sola solución la producción mundial de medicamentos “Genéricos” verdaderos genéricos con pruebas específicas de calidad, seguridad y eficacia.
Las patentes llegan a veces a transformarse en un derecho”negativo” entregado por los Estados a su inventor, al cual a su vez le otorga la propiedad del mismo con usufructo de 20 o mas años. Esta situación unida a la enorme necesidad de aporte de los Estados en obtener los recursos financieros para su población, no permite alcanzar metas en el cumplimiento del Derecho a la Salud como un Derecho Universal en el cual están incluidos los medicamentos genéricos esenciales y otros específicos para patologías catastróficas.
Los países que han adoptado las soluciones anteriormente explicadas tienen políticas de medicamentos entre las cuales la importante es la política de “genéricos” que son aquellos medicamentos similares al original, que aparecen una vez vencida la patente del medicamento innovador, autorizados por la Autoridad Sanitaria sobre la base de demostrar a través de la evidencia científica de estudios de bioequivalencia que son tan seguros y eficaces como el innovador y poseen la misma calidad y todo ello a un precio menor ya que no hubo inversión en investigación, innovación y desarrollo.
La política de verdaderos genéricos está siendo aplicada en los países desarrollados de América del Norte, Europa y Asia desde las décadas de 1980, 1990 en adelante. En América del Sur estamos sumamente atrasados y solamente Brasil, hace diez años que adoptó la política de genéricos, para ello cambio leyes y reglamentos e instaló en el país 16 centros de estudios de bioequivalencia in vivo e in vitro certificados que son del Estado. Chile, tiene en estas políticas un asunto pendiente, marchando a la saga del resto de los países con timidez; comprando lo más barato sin pruebas de calidad, seguridad y eficacia; siendo benevolente en la instalación de cadenas de farmacia en los lugares en que los pobres no tienen acceso; dejando que ingresen a país medicamentos de distintos orígenes sin pruebas científicas, privilegiando la economía por sobre la Salud, permitiendo que un asunto sanitario se transforme en un asunto de marketing, un gran negocio y de ganancias extraordinarias, que se vendan los medicamentos en ferias libres y por Internet y que la actividad se haya transformado en definitiva desde lo sanitario al retail del win win. Sin embargo, entre los años 2004 y la actualidad han aparecido resoluciones del Ministerio de Salud y un calendario de estudios de bioequivalencia de algunos medicamentos que indican una dirección o, más bien, una intención de ir hacia la producción de genéricos verdaderos. Cuenta además el país con un solo centro ubicado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, certificado por la Autoridad Sanitaria, el cual realiza estudios clínicos de bioequivalencia a nivel internacional; pero, lamentablemente, carece de ayuda gubernamental y de proyectos financiados por el Estado; estudios realizados en el tema indican que para cambiar la situación en forma acelerada se necesitan 7 centros de esta naturaleza.
Es curioso que ninguno de los candidatos a la presidencia de la República se haya referido al tema expuesto; a ellos, al igual que a la prensa, les ha interesado más los temas comerciales como son los precios de los medicamentos, la colusión de las cadenas de farmacias y las denuncias sobre estos temas hechas por algunos pacientes que demandan que los servicios asistenciales no les entregan los medicamentos por ellos recetados y que no pueden comprarlos en el comercio por sus excesivos costos. Salvo un candidato que al preguntársele sobre el tema, señaló que el compraba en una cadena de farmacia que tenía similares baratos. Los Parlamentarios y la constante denuncia de abusos sobre los precios, muy justificada por lo demás, y las estrategias de marketing de los privados, han llevado a la Autoridad a tomar medidas apresuradas que, en vez de solucionar o atenuar la carencia de políticas sobre medicamentos, agravan el problema, aumentan la automedicación y las patologías y muertes por reacciones adversas. Desde un punto de vista diverso, a los académicos y estudiantes, a los Colegios Profesionales y a los expertos nos interesa el acceso universal de medicamentos esenciales que sean de calidad certificada, seguridad y eficacia demostrada científicamente, para todos los chilenos sin distinción alguna de raza o riquezas, el uso racional de los medicamentos, la farmacovigilancia, la educación de nuestro pueblo en estas materias y en general la salud de nuestra población.