Tony Atkinson, remembranza a un año de su partida

Aunque tenía pensado estudiar matemáticas, su paso a comienzos de los años 60 como voluntario en un asilo para personas con deficiencias mentales en Alsterdorf, un suburbio del norte de Hamburgo, cambió la perspectiva del joven inglés Anthony Atkinson.

De regreso en Inglaterra, después de graduarse en matemáticas, optó por estudiar economía en Cambridge donde tuvo profesores de la talla de James Meade, Nicholas Kaldor y Joan Robinson. La pasión de toda su vida profesional fue el estudio del bienestar y la pobreza, reflejada en el análisis de datos y el desarrollo de modelos explicativos de la realidad en ese ámbito.

Su exigente método de trabajo incluía la precisa definición del asunto a estudiar, el cuidadoso examen de los hechos y el análisis riguroso de las fuerzas que daban forma a los resultados concretos. Junto al estudio de las instituciones que aplicaban las políticas públicas, solía plantearse la cuestión práctica acerca de qué es deseable diseñar para mejorar el estado de cosas y qué es posible lograr en términos de políticas concretas.

Atkinson fue prolífico en artículos y libros a los que acuden académicos, diseñadores de políticas públicas y funcionarios de gobierno. Su amplia incidencia descansa en su notable contribución teórica a la modernización de la economía de lo público, como también a su extraordinario aporte teórico al estudio de la distribución del ingreso, amén de imprescindibles investigaciones en dicha área.

Considerado junto a Simon Kuznets[1] como uno de los padres de los estudios sobre desigualdad, Atkinson fue reconocido universalmente y recibió diversos honores, entre ellos, la presidencia de la Sociedad Econométrica, la Real Sociedad Económica, la Asociación Económica Europea y 21 doctorados honorarios. También recibió en 2016, junto a James Heckman y Francois Bourguignon, el prestigioso Premio Dan David[2] como reconocimiento a su combate contra la pobreza.

Lo cierto es que Tony Atkinson contribuyó significativamente a nuestra mejor comprensión de asuntos tan gravitantes como la desigualdad, la pobreza, la movilidad social, las políticas públicas y el crecimiento económico. El Atkinson Index[3], que permite explicitar los juicios de valor en la medición de la desigualdad, sigue siendo un referente para la disciplina. Más allá de un mero estado de acceso limitado a bienes y servicios, entendió la pobreza como un obstáculo a la inclusión y a la participación en la sociedad. De ahí surgió su interés por su efecto en la infancia y, en consecuencia, por la equidad intergeneracional y por la igualdad de oportunidades. Para Atkinson, inclusión y participación no son un asunto de acceso al consumo, sino una cuestión de derechos esenciales e inalienables.

Pero su influencia no se limitó a los análisis y los estudios. Aunque siempre intervino libre de prejuicios normativos en el análisis intelectual, Tony Atkinson no titubeaba a la hora de proponer recomendaciones para fortalecer el bienestar de las mayorías y reducir la pobreza. Así, sus propuestas son claras y directas, si es que no derechamente radicales.

Mientras en su ya célebre libro El Capital en el siglo XXI[4] Thomas Piketty plantea la opción de gravar con una alta tasa marginal de impuestos a los súper ricos, propuesta que él mismo autor califica de políticamente improbable, Atkinson va más allá y sugiere un conjunto integral de medidas que compromete a toda la sociedad en la lucha contra la desigualdad y la pobreza, al tiempo que denuncia la excesiva influencia de los más ricos en las decisiones de política económica.

En efecto, en su último libro Inequality: What can be done?[5], Atkinson plantea 15 propuestas que ponen en cuestionamiento el pacto social vigente en el Reino Unido. Tal conjunto de propuestas podría aplicarse también, considerando sus particularidades, en prácticamente todas las naciones occidentales desafiando sus respectivos pactos sociales. Chile no es una excepción a este respecto.

Solo a modo de ejemplo, las siguientes propuestas tienen gran actualidad y pertinencia para el caso chileno:

Propuesta 1: La dirección del cambio tecnológico debiera ser una preocupación explícita de los diseñadores de políticas, alentando la innovación de forma que incremente la empleabilidad de los trabajadores y ponga énfasis en la dimensión humana de la provisión de servicios.

Propuesta 7: Debiera establecerse una Autoridad de Inversión Pública para operar un fondo de riqueza soberano con el propósito de constituir un patrimonio estatal que mantenga inversiones en empresas y otros activos.

Propuesta 8: Debiera retornarse a una estructura más progresiva de tasas tributarias sobre el ingreso personal, con tasas marginales crecientes por tramo hasta una tasa máxima de 65%, junto a una ampliación de la base tributable.

Quizás sea una apropiada manera de concluir esta remembranza con la siguiente confrontación de enfoques. Lucas afirma que “(de) las tendencias que son dañinas para la economía sensata, la más seductora y, en mi opinión, la más venenosa es la de ocuparse de la cuestión de la distribución”[6]. Ante ello, Atkinson responde que “una economía pública restringida por consideraciones de eficiencia fallará en hacerse en cargo de las cuestiones clave” y que los asuntos de distribución son “esenciales e inescapables”.[7]

[1] Simon Kuznets (1901-85), Premio Nobel 1971, contribuyó a la interpretación empírica de la relación entre crecimiento económico y la desigualdad.

[2] Premio establecido en 2002 por la Fundación Dan David de Israel a las contribuciones destacadas en las ciencias, la tecnología, la cultura y el bienestar social.

[3] Atkinson, A.B., 1970. On the measurement of inequality. Journal of economic theory, 2, 244–63.

[4] Piketty, T., 2014. Capital in the twenty-first century. Cambridge, MA: Harvard University Press. [French original, 2013. Le capital au XXI siecle. Paris: Editions du Seuil].

[5] Atkinson, A.B., 2015. Inequality: What can be done? Cambridge, MA: Harvard University Press.

[6] Lucas, R.E., 2004, “The Industrial Revolution: Past and Future,” The Region (2003 Annual Report of the Federal Reserve Bank of Minneapolis), pp. 5–20.

[7] Atkinson, A.B., 2014. Public economics in an age of austerity. London: Routledge.

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