La elección del empresario Donald Trump a la presidencia de los EEUU abre muchas interrogantes, pero también ciertas certezas. Vamos con las certezas. Sin duda que el personaje adolece de incapacidades evidentes y un nivel de ignorancia e incultura peligrosas para el ejercicio de un cargo tan importante como es el de Presidente del Estado más poderoso militar y económicamente de la tierra. Tales defectos son perceptibles a primera vista en su actitud corporal y gestual que lo delatan como un individuo autoritario y atropellador. Baste recordar cuando perseguía amenazante por todo el escenario a Hillary Clinton en los famosos debates presidenciales. Que es un acosador no caben dudas. Sus propuestas simplonas y pueriles para resolver problemas complejos muestran ignorancia y falta de experiencia. Sin embargo, desde el punto de vista patológico, me parece muy evidente un trastorno de la personalidad descrito por Kernberg como Narcisismo Maligno caracterizado en general por una seria discapacidad para la vida afectiva, interrelacional y laboral de la persona afectada, además del individualismo exacerbado, grandiosidad –torres Trump, amor al lujo, gran muralla en frontera, limousines blindadas de nuevo tipo, etc-, carencia de empatía y la convicción absoluta de que el mundo se debe adaptar a él y a sus normas y directrices.
Trump con sus declaraciones racistas y xenófobas pone en duda la calidad de la democracia norteamericana. No es fácil posar de demócrata creible cuando le aplauden el Tea Party y el Ku Klux Clan. Todo esto sucede en un contexto mundial inquietante en que la democracia, tal como la conocemos, está en cuestión en varios países importantes, en especial europeos. Para citar solo algunos ejemplos: en Europa, desde las islas británicas hasta los Urales, soplan vientos xenófobos y fuertemente nacionalistas desconocidos desde los tiempos de la Alemania nazi y la Italia fascista que llevaron al mundo a la Segunda Guerra Mundial, Vladimir Putin pretende revivir el antiguo Imperio de los Zares y nada menos que en Francia avanza con fuerza la extrema derecha del Frente Nacional . Por su parte la América Latina se debate entre populismos emergentes que también cuestionan valores que con trabajo se construyeron luego de los años de dictaduras y burguesías comerciantes que se estrenan en el poder y con una izquierda democrática en franco retroceso. En tales condiciones el clima político a nivel universal se torna francamente invernal. Pero lo más grave es que el personaje ha sido elegido por la mitad de la población norteamericana, así lo señalaba hace un par de días en la TV argentina el ex canciller Dante Caputo. Por lo tanto no se trata de un accidente.
En estas condiciones América Latina tiene que prepararse para enfrentar este invierno político que nos llega desde el norte. Esto no será fácil por cuanto hay varios liderazgos de esta zona del mundo que no entienden ni son capaces de percibir los peligros que nos acechan. Menos que esos peligros debemos enfrentarlos unidos, por cuanto solo entienden la unidad alrededor de sus propias ideas e intereses. No están en condiciones por cuanto lo impiden una cierta obcecación ideológica de valores obsoletos mezclada con un nacionalismo estrecho de corte decimonónico.
En el caso de Chile, en el debate presidencial que está en marcha el factor Trump entonces debe hacerse presente en el contexto de los desafíos que deberá enfrentar la próxima administración.
Dr Ariel Ulloa
Ex Embajador