María Inés Ruz Zañartu
Taller de Defensa e Internacional del Instituto Igualdad
Todo parece indicar que la política exterior tendrá un lugar protagónico en el nuevo ciclo político que se abre con la segunda administración de la Presidenta Bachelet. Y no sólo porque Chile integra por dos años el Consejo de Seguridad, ni por la globalización de nuestra economía. La prolongada reconfiguración de las hegemonías acrecienta la incertidumbre y la vulnerabilidad: un contexto internacional en que el regionalismo aparece aconsejable e impone cierta urgencia a los procesos de integración.
Las nuevas autoridades han reafirmado el sello latinoamericano que tendrá la política exterior, con particular énfasis en Suramérica. Ello no le resta importancia a las relaciones con Europa y Estados Unidos. También será relevante la vinculación con Asia Pacífico, un área con creciente proyección que sitúa a Chile en un lugar privilegiado como puente y plataforma de vínculos con Latinoamérica.
Actualmente nuestra región presenta en general, un escenario económico favorable, gobiernos electos democráticamente y conflictos que se abordan con apego al derecho internacional. Sin embargo subsisten países con instituciones políticas débiles, elevados índices de criminalidad, violencia contra la mujer, pobreza, desigualdad, deterioro ambiental, entre otros fenómenos que desafían tanto la eficiencia de las políticas públicas y de sus autoridades, como la madurez de los mecanismos de integración.
La CELAC y la UNASUR son espacios necesarios para el diálogo político; para cooperar en problemas que tengan un común denominador; para construir alianzas estables que fortalezcan la capacidad e incidencia en el sistema multilateral. En este contexto, Chile priorizará especialmente el bloque subregional. Junto a Brasil, en 2008, tuvo un rol clave en su conformación y hoy ambos países presentan la voluntad y buenas posibilidades de converger para fortalecer este proceso, algo debilitado. La incapacidad de UNASUR para ensayar oportunamente mecanismos de alerta temprana y prevención de crisis se puso de manifiesto en el caso de Venezuela. La reunión del 12 de marzo, en Santiago, fue una buena iniciativa, aunque está por verse si la comisión de cancilleres logrará facilitar el diálogo con la oposición.
Por último, Chile no abandonará la Alianza del Pacífico, una iniciativa que tuvo detractores debido al sesgo ideológico que adquirió durante la anterior administración. Parece oportuno construir acuerdos con países de nuestro entorno geográfico, que como México, Colombia y Perú, tienen mayor aproximación en sus políticas comerciales.
Fotografía: Flickr /marcosescalier bajo licencia Creative Commons