En mayo de este año la Universidad de Chile elegirá a un nuevo rector, acontecimiento que concita la atención de todo el país, pues quien conduzca el destino de nuestro plantel por lo próximos cuatro años tendrá una opinión en el debate nacional acerca de la educación, la reforma que el gobierno de Michelle Bachelet ha comprometido, la relación con los estudiantes y, por cierto, el desarrollo de Chile mirado desde la mayor institución pública de enseñanza superior.
Es por eso que la Radio Universidad de Chile inicia un ciclo de entrevistas a los seis precandidatos a la rectoría, quienes en marzo oficializarán sus campañas, para conocer qué piensan sobre temas que afectan tanto a la comunidad universitaria como nacional.
En esta ocasión, conversamos con Ennio Vivaldi, vicedecano de la Facultad de Medicina y profesor titular de esa unidad, médico cirujano de la Universidad de Chile, Fellow In Psychiatry en el Harvard Medical School y con estudios en el Massachusetts Institute of Tecnology (MIT), planteles donde se especializó en neurofisiología del sueño. Fue, además, vicepresidente del Senado Universitario.
La situación del Hospital clínico José Joaquín Aguirre captó la atención de la opinión pública a nivel nacional durante los últimos meses del 2013, no sólo por el rol que cumple en la comunidad, también por el prestigio que ha alcanzado. Se había planteado la posibilidad de hacer una operación delease back para solventar la deuda de 40 mil millones de pesos que la aqueja, pero esta opción fue desestimada por el Senado universitario, pues ponía en riesgo la propiedad del Hospital. ¿Cómo se resuelve la enorme deuda que lo aqueja?
Más que cómo se resuelve la deuda, el tema es cómo tenemos un hospital que no genere deuda, es más bien un problema de futuro. La deuda puede ser cancelada a través de mecanismos especiales o lo que fuere, no veo tan imposible salir de ningún problema puntual. El tema es que como está funcionando el hospital hoy día, pagar la deuda no soluciona nada, porque la deuda es el resultado de toda una forma de haber conducido el hospital durante mucho tiempo y, si no es eso lo que se corrige, indefectiblemente vamos a tener estos problemas.
El Hospital es el mejor ejemplo de que hay que pensar en grandes proyectos para nuestra Universidad. Es emblemático de una instancia de gente seleccionada, son grandes médicos, con vocación por la docencia, por el sistema público. Uno se pregunta, con la infraestructura de un hospital de una universidad pública, con la calidad de académicos que hay, qué es lo que Chile ha hecho, qué es lo que Chile quiere hacer con ese tremendo capital humano e intelectual que tiene ahí.
El gran tema que está en juego es cómo reconstruimos una Universidad de Chile que esté en el liderazgo de la reconstrucción de un espacio público. La salud pública, en ese sentido, es un tema que tenemos que repensar en la perspectiva del aporte que la Universidad de Chile puede hacer ahí. Por ejemplo, Chile necesita una política de formación de especialistas y las instancias por excelencia que producen especialistas son los hospitales universitarios, hay personas que tienen el conocimiento y la vocación para formar a otros especialistas, esa gente no la encuentra en cualquier parte, están en la Universidad de Chile. Uno tiene que preguntarse cuáles son las políticas de formación de especialistas del Estado chileno y cómo va a jugar un rol pivotal el Hospital J.J. Aguirre y los demás hospitales en los que la U. de Chile tiene una vida muy activa.
En ese sentido, ¿cree usted que el hospital debe seguir siendo administrado por la Universidad o el Estado debe asumir un rol más protagónico?
Muchas veces se ha intentado plantear que proyectos que apuntan al área pública es casi como hacer una trampa. Eso es absolutamente falso en todo el mundo. Es obvio en cualquier parte que el Estado tiene que tomar un rol que traslapa la parte educacional y la parte médica. El hospital es de la universidad, pero si uno lo piensa desde el punto de vista del país: ¿Quiere o no formar especialistas? ¿Cómo? La idea ridícula de cobrarles a los jóvenes médicos para formarlos como especialistas no existe en ninguna parte de mundo. Estamos hablando de grandes proyectos nacionales implementados a través de la universidad estatal por excelencia, que es la Universidad de Chile, ahí tenemos gente seleccionada y óptima para cumplir tareas que son del interés de Chile.
También ha estado en el foro público la discusión acerca de la diferencia entre universidades estatales y públicas. Hay quienes plantean que existen universidades privadas que, al cumplir una importante labor social, se pueden catalogar como públicas, aunque no reciban financiamiento del Estado ¿Coincide con esta distinción?
Ellos se preocupan de especificar no solamente que cumplen una función pública sino también por el tipo de actividad, porque si es por cumplir una función pública, una fábrica de zapatos o de neumáticos también tienen un impacto en la sociedad. A mí me llama la atención de que una universidad sea estatal o pública se constituya en algo irrelevante. Venimos saliendo de un siglo en el que la humanidad se lo pasó casi entero pensado en que la propiedad era privada o estatal, y que ahora sea irrelevante, me parece por lo menos una falta de respeto con lo que ha sido la Historia reciente de la Humanidad.
Creo que el tema de “todos somos públicos” realmente apunta a un tema que debiera ser hablado más directamente y que es cómo se financia a los estudiantes. Este esfuerzo por decir somos todos públicos a lo que apunta es a que no hayan cortapisas para que el dinero del Fisco ayude también a los estudiantes de las universidades privadas, pero creo que es preferible conversar el problema en esos términos y no hacer esta confusión con lo público. Hay todo para hacer un gran encuentro de universidades, pero me parece que las universidades públicas son las que pueden generar grandes políticas a futuro, que es el rol que el corresponde hacia adelante.
Lo más importante es disociar el tema del carácter de la universidad, la misión y el tema del financiamiento. El gran drama que ha ocurrido en Chile en las últimas décadas, en el fondo, es una forma disimulada de hablar de plata, hablar de universidades, y creo que es un tema que debemos retrotraer, que cuando hablemos de universidades hablemos orgullosos del aporte de la Universidad al desarrollo del país, de la labor intelectual, de la función, del material humano.
Chile siempre tuvo una excelente atmósfera entre las universidades, antes de la ley del ’81, porque las cosas estaban centradas en la tarea universitaria y no en las platas. En la medida en que esto fue degenerando hacia el negocio de las universidades, aparecieron todas estas cosas. Por lo demás, si algo somos todos, es privados, porque la forma de financiamiento de todas las universidades en Chile es lo que en el resto del mundo es considerado como privado.
Justamente, ¿cuánto se ha privatizado la Universidad de Chile?, considerando que sólo el 10 por ciento de su financiamiento proviene de aportes directos del Estado y que hay Facultades, como el ejemplo emblemático de Economía, donde los pabellones y auditorios llevan el nombre de empresarios o compañías que han donado el dinero para construirlos…
La pregunta es dónde, si en el corazón o el bolsillo. En el bolsillo se ha privatizado enteramente. Alguien de la USACH dijo algo muy lindo una vez: ¿Cuánta plata ingresa a una universidad estatal chilena por el hecho de ser estatal? Que es distinto a cuánta plata proviene del Estado. Hay una parte que efectivamente proviene del Estado, pero no porque seamos universidades estatales, por ejemplo, los proyectos Fondecyt, que se recibe compitiendo de igual a igual, no estamos consiguiendo esos dineros por ser una universidad pública.
El gran problema por el que tenemos que jugarnos es: ¿Es la Universidad de Chile una más? , que es lo que se tratado de instalar desde el ‘81. La Universidad de Chile tiene una misión propia, y dentro de esa misión, que el Estado de Chile frente a esta universidad pública y estatal, tenemos que aterrizarla en grandes proyectos. Cuando se ha hablado de reformas, de nuevo trato con el Estado, de que tiene que volver a tener una relación preferencial. En todo el mundo hay un rol que el Estado le asigna al desarrollo del país a la universidad estatal, y que está en la fundación misma de la Universidad de Chile. No está para competir con otras universidades, está para cumplir un rol a nivel país. En la medida en que volvamos a tener conciencia de que necesitamos la reconstrucción espacio público, entonces el rol de la Universidad de Chile no es ser otra más. Este es el gran momento en la Historia para refundar esa idea.
¿Qué espera de la reforma educacional anunciada por Michelle Bachelet? Debiera enfocarse sólo en conseguir la gratuidad en un primer momento? ¿Qué papel debe cumplir la Universidad de Chile en el marco de esta reforma?
La Universidad de Chile siempre tuvo algo que decir sobre el sistema universitario, tiene que tener una opinión como institución. Puede y debe tener un rol dentro del sistema de universidades estatales, no cabe duda que debe tener un rol en la promoción de las universidades estatales regionales.
La gratuidad es también conceptual, que es quitarle el carácter de negocio a la función universitaria. Una universidad no está hecha para estar calculando cuánta plata invierto, cuanto entra y cuánto voy a ganar, una universidad es un ambiente, que está compuesto por sus académicos, sus estudiantes y funcionarios, que le dan vida. Es un espacio formativo. La clase inaugural que recibí cuando entré a la Universidad de Chile, la dictó Humberto Maturana y fue estremecedor para todos quienes llegábamos a la universidad. Además, el título autoriza a ejercer una determinada función. No sé cuántas cumplen hoy con ambos factores. El primero es claramente deficitario en muchas de ellas, no son ambientes intelectuales. Lo otro es que claramente es una forma de entregar títulos que en la práctica nunca van a ser usados o reconocidos por motivos obvios. Es fundamental la definición de una universidad, y reivindicar el concepto de los postgrados, de los postítulos.
Con la gratuidad de la educación universitaria estoy absolutamente de acuerdo, desde muchos puntos de vista, entre otros, con la autonomía que tiene el estudiante para hacer lo que quiera con su carrera, y que es algo que se ganó él y no se lo debe a un banco ni a su familia. Estoy absolutamente de acuerdo con plantear la gratuidad como un objetivo deseable, no hacerlo es concebir la universidad como un negocio, pero creo que las leyes tienen que volver a plantear grandes temas como la función y el aporte de una universidad y las miles de dimensiones que no son la plata.
¿Cómo se mide el éxito en la educación?
Que nunca más haya un golpe de Estado en Chile, que tengamos una ciudadanía con un nivel ético, con capacidad de discusión, con respeto por las instancias colectivas. En el respeto por la convivencia, que es algo que se aprende y se forma, hay un valor muy importante en la educación. Obviamente, la educación tiene todas las dimensiones de desarrollo intelectual, es ahí donde la gente aprende o no a disfrutar de lo que entrega el arte, la intelectualidad, la ciencia. Si hablamos mínimamente en serio de justicia e igualdad, me parece que es realmente un chiste si uno no proporciona un mínimo de formación que haga que los jóvenes, independientemente del talento que tengan, hayan tenido una formación que los prepare para desarrollar dignamente su actividad y su vida.
¿Qué tan exitosa ha sido la Universidad de Chile bajo esos parámetros?
La U. de Chile no es perfecta, muchas veces ha habido problemas que no debieron haber ocurrido nunca. Yo fui vicepresidente del Senado Universitario, en resumidas cuentas la persona que está a cargo, e hice ímprobos esfuerzos, si me está hablando de la convivencia interna ahora, para hacer dialogar a las personas, para que primara el respeto. En lo anecdótico, hay cosas de las que uno no puede sentirse orgulloso, pero la Universidad de Chile no cabe duda que es el ambiente más permisivo, con mayor tolerancia, con mejor convivencia y coexistencia de personas que tienen ideologías diametralmente opuestas, con la no intervención de parte de la autoridad para dirimir entre personas con desencuentros ideológicos, con la libertad absoluta que tienen sus académicos para tomar partido en problemas de carácter nacional. Dentro del país, y la gente así lo percibe, la Universidad de Chile es una instancia de independencia, seriedad y convivencia notable.
Hablando de convivencia interna, ¿Si fuera elegido rector, cómo planea relacionarse con la FECH y con el movimiento estudiantil en general, en el marco de los debates o movilizaciones que se puedan generar a partir de la discusión de la reforma educacional?
En una universidad desde el mismo momento en que los integrantes de la comunidad académica asumen su condición de tal, es porque lo que quieren es interactuar con generaciones jóvenes ¡Qué diablos está haciendo aquí si le tiene miedo a los estudiantes! Respeto por la autonomía de los estudiantes. Hay que entender que es una perspectiva de ellos, su forma de entender la política, pero tienes que respetar que es la forma de ser de ellos. Uno tiene que partir de la base de que ellos son el producto de lo que son las instancias de discusión, por ejemplo, había que ser sordo, ciego y mudo para no darse cuenta que si de alguna forma el movimiento estudiantil asumió que no querían escucharlos, no es culpa de ellos, por muchos años los jóvenes no tuvieron vías por las cuales expresarse. Nadie diría que es porque tienen ganas de hacer desorden por que salen a la calle. Hay una discrepancia enorme entre la representatividad que los grupos políticos tienen en la sociedad chilena y al interior del estudiantado, que es algo que en la década del ‘60 era todo lo contrario. Estos estudiantes están haciendo movimientos que poco o nada tienen que ver con las grandes políticas del país. Desde luego, está el tema de generar instancias dentro de la universidad de conversación. Hay un tema de experiencia de vida mía de una permanente voluntad de diálogo con los estudiantes.
¿Cuál es su mayor anhelo, su más grande proyecto para la Universidad de Chile?
La Universidad de Chile está bajo el riesgo de pasar a ser una universidad más, que pierda el gran sentido que le da el discurso fundacional de Andrés Bello, de ser la universidad que está comprometida con el país en su conjunto y que juega un rol fundamental en el desarrollo del país. Eso es algo que debería entenderlo la clase política chilena, y por muchas razones, porque el carácter de universidad publica, estatal y nacional es algo que compromete transversalmente a todo el espectro político y está la Historia y la tradición el país puesta en juego. Este es momento para reconstruir el rol de la Universidad, pero se va a reconstruir ella en la medida en que tenga un proyecto que ofrecerle al país, y eso está ahí, a nadie le pueden caber dudas de que ha habido un deterioro del espacio público del país.
Me imagino una Universidad de Chile que no solo tenga una excelente radio como ésta y su diario electrónico, que también un canal de televisión, que tenga otros medios, que esté permanentemente liderando en grandes proyectos para el país, para las cosas que el Estado chileno necesita que se investiguen, que haya propuestas, y que intervenga en un debate y en una posibilidad de intercambiar ideas a nivel nacional, que se ha pauperizado.
Creo que la gran tarea de la Universidad de Chile es construirse a sí misma construyendo el país, y hoy día construir al país significa reencontrarnos con un espacio público y volver a tener un país de gente inquieta, multidimensional, que discute y conversa ideas.
Por Sohad Houssein | Fuente: radio.uchile.cl