Uno de los momentos más significativos para la democracia es una elección, básicamente porque la agregación de preferencias que se manifiestan simplemente a través de un lápiz y un papel, se transforman en la máxima expresión de la voluntad general y el poder que emerge de la soberanía popular.
Los ciudadanos se expresaron claramente, desde el pasado domingo el escenario político chileno ya no es el mismo; aquello que durante los últimos 20 años constituyó certezas, hoy abre una serie de incertidumbres que plantean un enorme desafío para las coaliciones políticas que se enfrentarán en enero en la segunda vuelta presidencial.
De un lado, la remozada Coalición por el Cambio, demostró que tiene poco de novedad y que, mas bien, sigue anclada en los apoyos electorales que ha tenido la derecha chilena en, al menos, las últimas dos elecciones presidenciales. De esta manera, la propuesta de superación de los referentes políticos de antaño para ampliar el techo electoral de la derecha que incluyó, como gran novedad, la incorporación de Chile Primero (tienda política inaugurada por los dos ex concertacionistas), no alcanzó a generar suficiente credibilidad para superar a las alternativas de centro izquierda. Sin perjuicio de esto, no cabe duda que, a diferencia de otros procesos electorales, la derecha enfrenta un mejor escenario para el triunfo, pero no por sus propios méritos, sino por la dispersión que se observa en la vereda de en frente, que puede hacer que logren atraer el margen de votos que necesita atraer para ganar.
En efecto, aquella dispersión, observada hace ya un tiempo en el bloque oficialista, se tradujo en la renuncia de dos figuras del Partido Socialista que terminaron levantando sus propias candidaturas y que, si bien no lograron pasar a segunda vuelta, siguen expresando ideas que es necesario acoger. Mal que mal, ambas candidaturas son también expresión de lo que ha sido la Concertación en los últimos 20 años.
No cabe duda que en segunda vuelta habrá un porcentaje importante de ciudadanos que se manifestaron a favor de estas dos alternativas ex-Concertación, en segunda vuelta expresarán su apoyo a Eduardo Frei, pero la preguntar evidente es ¿alcanzará esto para ganar la elección presidencial? tiendo a pensar que no, ya que el escenario político chileno ha cambiado; aún cuando nuestro padrón electoral siga siendo más o menos el mismo, los ciudadanos venían expresando ya una desafección a las coaliciones políticas y su desempeño en sucesivas mediciones hechas por encuestas en los últimos años.
¿Qué tiene que hacer entonces el candidato Frei y la coalición para conquistar nuevamente el Gobierno?
Parto por señalar lo que me parece es necesario evitar. En primer lugar, volcarse a lo puramente programático para establecer ahí la diferencia con la alternativa de derecha y poder reencantar al electorado en fuga. Esto, por tres cosas: la primera, porque la derecha se ha vestido con muchos de los temas de la Concertación (Protección Social, derechos de los trabajadores, etc.) y, a estas alturas, desenmascararles es difícil. Segundo, porque las dos alternativas que se presentaron fuera de la candidatura oficialista, tienen énfasis distintos a lo que la Concertación ha propuesto hacer hasta ahora, que es necesario consensuar y no incorporar improvisadamente en un programa de gobierno. Tercero, porque en apenas un mes es difícil sintetizar esto en una sola propuesta de Gobierno (suponiendo, además, que habrá espacio para el diálogo).
Asimismo, es también necesario evitar el oportunismo de querer pasar una cuenta a quienes se supone como los responsables de esta situación, cayendo en discusiones estériles que no conducen a nada y que sólo arriesgan el capital político acumulado en 20 años. La racionalidad y los tiempos en política son vitales. Distinguir entre lo urgente y lo importante puede ser relevante para abrir, con posterioridad al evento electoral, una reflexión en cada partido sobre lo que se ha hecho bien, lo que se ha hecho mal y lo que hay que cambiar.
Es importante asumir tareas urgentes, partiendo por tomar en cuenta que el tiempo es escaso y, por tanto, hay que distinguir entre lo necesario y lo posible para ganar la elección.
Necesario es repensar en serio la coalición política que, por lo demás, ha sido reconocida como la más exitosa de la historia de Chile por todos los sectores políticos. Un amigo decía una vez una frase que quiero adaptar para esta ocasión: “el ocaso de la vida se acerca cuando se tiene más recuerdos que proyectos”. Convocar a un nuevo referente político implica crear un espacio amplio que convoque distintas voluntades y miradas del mundo de la centro- izquierda (partiendo por quienes se expresaron a favor de una alternativa distinta), que se haga cargo no sólo de la demanda por nuevos rostros, sino que ante todo, por la necesidad de abrirse a nuevas ideas. Un nuevo referente político no puede anclarse solo en sus éxitos y fracasos, tiene que ser capaz también de tener algo que ofrecer, algo así como lo que señala Reinhart Koselleck un “horizonte de expectativa”, que invite a un sueño que vaya más allá de la Concertación, porque la sumatoria de sus partidos no expresa los cambios del Chile de los últimos 20 años. Esto, sin duda, implica iniciar un proceso largo, costoso, pero real de transformación.
No obstante, es también necesario, en la actual coyuntura, hacerse cargo de lo posible en los 30 días que quedan antes del evento electoral. En este sentido, se plantea la oportunidad histórica de convocar y sentar las bases de un nuevo referente, que incorpore más actores y que plantee la necesidad de discutir más ideas de futuro que relaciones sistemáticas al pasado, por todos conocido y que, además, en nuestros “lugares de memoria” habla por sí solo. Eduardo Frei tiene esa capacidad, que la mentada Coalición por el Cambio ya no tuvo. Sólo de esta manera, la elección del 17 de enero se transformará en un hito donde el triunfo de esta naciente nueva mayoría progresista se plasme en una promesa de futuro y en una verdadera oportunidad de generar mayores condiciones de igualdad e inclusión para los millones de personas que aún creemos que un Chile más justo sólo es posible en manos de la centro-izquierda.