Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL CLARÍN (Chile) el día 01 de octubre de 2020.
El Presidente Piñera anunció por cadena nacional, el 29 de septiembre en la noche, que el presupuesto para el año 2021 – que debe en algún momento ser conocido y eventualmente aprobado por el Parlamento – sería mayor que el presupuesto del presente año, y detalló todas las maravilla que serán llevadas adelante durante ese período de 12 meses. Dijo también que la lucha contra el desempleo estaría en el centro de las preocupaciones del año que viene.
El Instituto Nacional de Estadísticas, INE, publicó, casi con pocas horas de diferencia, sus datos sobre la situación del empleo y el desempleo en el país durante el trimestre junio-agosto de este año, lo cual permite cuantificar y tener un cuadro más certero sobre este problema y ver, por lo tanto, si las medidas presupuestarias anunciadas por el presidente atienden adecuadamente el problema que se pretende solucionar.
Veamos entonces las cifras del INE. En el trimestre mencionado se presentó una situación un tanto extraña: aumentó tanto la cantidad de trabajadores ocupados como los desocupados. Los primeros aumentaron de 7 millones 73 mil trabajadores, en mayo-junio de este año, a 7 millones 192 mil trabajadores ocupados en junio-agosto. Un aumento de 129 personas ocupadas. Los desocupados aumentaron, a su vez, en solo 2 mil personas, al pasar de un millón 65 mil, a un millón 67 mil. Corrientemente, en el corto plazo, cuando aumentan los ocupados, disminuyen los desocupados, pero eso no sucedió en esta oportunidad por una razón muy simple: aumentó la fuerza de trabajo, es decir, los que están o buscan estar insertos en el mercado laboral. La fuerza de trabajo pasó de 8 millones 139 mil personas, a 8 millones 260 mil. Es decir, aumentó en 142 mil trabajadores.
Pero los desocupados no son todo el problema del desempleo en el país. A esta categoría hay que agregar los ocupados ausentes – categoría muy curiosa que quizás solo exista en este país – que consiste en aquellos trabajadores que no están trabajando pero que mantienen una relación laboral y salarial con sus empleadores. Esos ocupados ausentes fueron en el trimestre junio-agosto 1 millón 247 mil trabajadores.
A todo lo anterior hay que sumar lo que las estadísticas laborales denominan la fuerza de trabajo potencial, que son aquellas personas que se mantienen inactivos – que no han trabajado ni han buscado trabajo en el período que se analiza – pero que manifiestan que estarían dispuestos a trabajar si las condiciones económicas se lo permiten. Se trata, básicamente, de los que se cansaron de buscar trabajo y no lo han conseguido. Esa categoría de trabajadores suma 1 millón 852 mil personas en junio-agosto del presente año.
Se si suman los desocupados, más los ocupados ausentes, más los trabajadores potencialmente activos, se llega a la suma de 4 millones 167 mil personas. Esa cantidad inmensa de trabajadores son los que tienen que ser incorporados de alguna forma a la actividad laboral, ya sea por la vía del subsidio al empleo, que según la propaganda gubernamental permitirá dar empleo a un millón de trabajadores. El resto debería ser absorbido por la mayor inversión pública y privada, por el apoyo a las pymes, por los planes de capacitación laboral, o ser beneficiados por las transferencias directas, ¿Estarán estas tareas adecuadamente presentes en el presupuesto del 2021? ¿Alcanzará con un gasto de 9 % por arriba con respecto al presupuesto fiscal del 2020?