Artículo de Sergio Arancibia publicado en las páginas digitales de EL CLARIN el día 07 de diciembre de 2023.
La reciente aprobación por parte del parlamento brasileño del ingreso pleno de Bolivia al Mercosur abre finalmente las puertas para que la nación altiplánica se integre a dicho bloque de naciones. Una decisión de ese tipo tenía que ser aprobada por el parlamento de cada país miembro, y eso ya había sucedido en los otros tres países miembros del Mercosur. Solo faltaba Brasil. Ahora ya están dadas las condiciones legales o jurídicas como para que Bolivia concrete esa incorporación. Aun cuando este hecho haya pasado casi desapercibido en la prensa regional, es un hecho que merece ser analizado en sus causas y en sus consecuencias.
Tradicionalmente la meta de los países cuando firman tratados de libre comercio, o se incorporan a zonas de libre comercio, es pasar a gozar de ventajas arancelarias que les permitan a sus mercancías ganar competitividad en el territorio de los países con los cuales se firma. En el caso de Bolivia, sin embargo, eso no parece ser así. Bolivia ya gozaba, por la vía de su status previo de país asociado al Mercosur, de todas las ventajas arancelarias que su comercio puede necesitar, es decir arancel cero para todas las mercancías que Bolivia exporta o puede llegar a exportar a los países miembros del Mercosur. Así que por ese lado no ganará nada con la adhesión plena.
La principal exportación de Bolivia no es el gas, como se suele suponer, sino que es el oro, el cual representa el 23.5 % de las exportaciones totales de Bolivia. La India es el principal comprador de ese metal, gastando en ello un valor de 2.258,8 miles de dólares, de los 3.211,5 miles de dólares captados por Bolivia por concepto de sus exportaciones de oro. El segundo gran comprador del oro boliviano es Emiratos Árabes Unidos. Nada de ello se modificará como consecuencia de la incorporación boliviana al Mercosur.
El segundo producto de exportación de Bolivia es el gas, el cual representa el 22.6 % de las exportaciones bolivianas. El gas es exportado casi exclusivamente hacia Brasil – 1.670,1 miles de dólares – y hacia Argentina – 1332,2 miles de dólares. En ninguno de estos casos Bolivia aumentará su capacidad de penetrar en el mercado del gas de los dos países mencionados como consecuencia de su incorporación al Mercosur, pues ese producto ya goza de arancel cero en dichos territorios aduaneros, igual como miles de otras mercancías exportables bolivianas.
Por lo tanto, los beneficio, en el campo estrictamente comercial, de la entrada al Mercosur, serán sumamente modestos para Bolivia. Incluso puede que le traiga algunos problemas en el campo de los servicios, tales como el transporte, las telecomunicaciones o la banca.
Si las ventajas iniciales son tan escasas, ¿qué sentido tiene para Bolivia su incorporación al Mercosur? La respuesta es que se trata de una medida básicamente política – en el mejor y más alto sentido de la palabra – y con miras de mediano o de largo plazo. Se trata de no andar solo, en la región ni en el mundo, sino de unirse a países o grupos de países que buscan hacerse oír de conjunto en el concierto actual de las naciones. Se trata de fortalecer en el plano regional las organizaciones de tipo político o económico existentes, de modo de procesar allí los problemas y las posibles soluciones que existan en el campo del comercio regional y de su eventual proyección internacional. Se trata de hacer política en el plano internacional no en forma aislada, donde la palabra de un país es poco escuchada, sino que generar y apoyar a voceros o interlocutores internacionales que puedan representar y hablar a una multiplicidad de países. En el plano más cercano y más inmediato, se trata de participar con derecho a voz y voto en las decisiones de un colectivo económico que en tan alta medida afecta el devenir económico de Bolivia. Se trata, en definitiva, desde el punto de vista de los intereses de Bolivia, de una buena decisión.