Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL CLARÍN (Chile) el día 10 de mayo de 2021.
Quedan pocos días para que los chilenos concurran a una de las elecciones más importantes para la vida presente y futura del país. Se trata de una elección que no tiene parangón en la convulsionada historia de la república y que probablemente no volverá a repetirse en muchas décadas a lo largo del presente siglo. Esta elección ha estado, desgraciadamente, precedida por más de un año de pandemia, que ha obligado a limitar la comunicación y los contactos en el seno de la población y, por lo tanto, ha obligado a un dialogo ciudadano más indirecto y más ajeno a las posibilidades y los hábitos de la mayoría de los chilenos. Sin embargo, a pesar de todo, ha habido una interesante lluvia de ideas, reflexiones y proposiciones protagonizada por los candidatos, a través de los escasos canales de comunicación que les han quedado abiertos, y a través de muchas instituciones académicas, centros de investigación, fundaciones, ONG y, en general, por la ciudadanía políticamente más motivada, que han asumido la alta responsabilidad de aportar visiones sobre los que debería estar presente en la nueva constitución.
De todas esas múltiples reflexiones y aportes este articulista rescata una idea central y sintetizadora: la nueva constitución debe abrir paso a más y mejor democracia.
Esa frase tiene muchos significados diferentes, pero todos ellos son, en última instancia complementarios.
Mas democracia significa más participación de la ciudadanía en la conducción del país, más participación en los asuntos que afectan su vida, más participación en la gestión de las empresas donde trabajan, más participación en los municipios donde viven, más injerencia en lo que hacen los representantes municipales, regionales o nacionales, que cada uno ha ayudado a elegir, más capacidad de participar en los procesos de aprobación o de rechazo de las leyes, etc.
Más democracia implica regionalizar el país, de modo de redistribuir el poder, y hacer que las decisiones sobre desarrollo económico, social y medioambiental se tomen en instancias que sean más cercanas a cada ciudadano y en las cuales se pueda incidir en forma definitoria y permanente.
Mas democracia implica liberar a la mujer de todo tipo de discriminación y valorar social y económicamente el trabajo familiar y de cuidado.
Más democracia implica una revalorización de lo común y de lo solidario en el seno de la sociedad, de modo se cuente con bienes y servicios públicos sean accesibles, eficientes y de buena calidad para toda la población, y en todos ellos impere un sentido de solidaridad y de respeto social.
Más democracia es reconocernos en la diversidad cultural y definirnos como un país plurinacional, que valore y conceda derechos a los pueblos indígenas u originarios existentes en nuestro territorio.
Mas democracia significa que pierdan poder los organismos facticos, construidos a partir del dinero y de la propiedad, y ganen más poder los hombres y mujeres de a pie.
Más democracia implica que los ricos contribuyan con más recursos a los gastos comunes del estado y Chile recupere la soberanía sobre sus riquezas naturales de modo que ellas generen ingresos que beneficien a todos los chilenos.
Más democracia significa abrirle mayores espacios a la soberanía popular y a la política como mecanismo de decisión sobre lo público.
Mas democracia implica el respeto irrestricto a los derechos humanos, en toda su significación contemporánea y en todos los ámbitos de la vida nacional.
En la nueva constitución seguramente no podrán estar presentes todos nuestros sueños, utopías o aspiraciones, pero lo importante es avanzar, tanto como se pueda, en materia de democratización de la sociedad chilena. Si avanzamos en esa senda – y sobre todo, se dejamos atrás un estado en que solo se valora lo mercantil – entonces tendremos, como dijo un histórico manifiesto latinoamericano “una libertad más y una vergüenza menos”, y las luchas y los sacrificios de los últimos años habrán tenido sentido. Pero para ello, tenemos que ganar la batalla de las urnas, como lo ha hecho el pueblo de Chile en otros momentos decisivos en el devenir de la patria.