No hay nada más poderoso

Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL CLARÍN (Chile) el día 16 de abril de 2021.

En la discusión pública, tanto en el parlamento como en los medios de comunicación social, se han posesionado en las últimas semanas cuatro temas que son de la máxima importancia para el presente y el futuro del país. Esos temas son los royalties mineros, el impuesto a las altas fortunas, la renta básica universal y el cambio en el sistema de las AFP.

Esos temas no han aparecido de la nada, ni han sido sacados como conejos de un sombrero de mago por parte de los líderes políticos. Son temas o proposiciones de política económica que han sido planteadas desde hace mucho tiempo atrás por centros de estudio, investigadores y políticos de todo el gran arco de oposición, e incluso por varios elementos que se ubican del centro hacia la derecha. Lo nuevo de la situación presente es que esos temas se han convertido en temas que están siendo manejados por un sector amplio de la opinión pública y que se ven no solo como posibles de ser discutidos – no como antes que aparecían como utopías o como producciones intelectuales ajenas al curso real de la política – sino también como temas que ganan simpatía en el debate político nacional.

Víctor Hugo, el célebre escritor francés, dijo en alguna oportunidad de “no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo”. A esas cuatro ideas que mencionamos, les ha llegado su tiempo. Un tiempo en que la ciudadanía del país busca ideas nuevas que puedan dar solución a los problemas acuciantes que se le han venido encima al país y a los sectores más vulnerables de la vida nacional. Un tiempo en que las proposiciones convencionales y de buena crianza ya no son vistas como las únicas posibles. Mas aun, un tiempo en que se desconfía como del mismo diablo de las políticas convencionales en boca de los políticos convencionales. Un tiempo en que hasta los gobiernos extranjeros y los organismos internacionales más conservadores se dan cuenta de que hay que reivindicar como posible y deseable lo que ayer condenaban como una locura. Un tiempo en que es posible técnicamente lo que ayer era difícil o imposible, siempre que exista la voluntad política necesaria.

Estas ideas, aun cuando les haya llegado su tiempo, no tienen toda la pelea ganada. Hay ganado solo el derecho a dar una pelea, la cual está en pleno desarrollo. Precisamente por ello, se les oponen críticas desde muchos flancos diferentes. Hay algunos que postulan que esas medidas no son posibles pues rendirán muy poco dinero nuevo a las arcas fiscales, y no vale la pena tanto esfuerzo para resultados tan magros.  Otros hay que plantean que las inversiones, que son tan necesarias para cualquier economía, se reducirán o se arrancarán del país en la medida que esas ideas avancen. Otros se refugian  en la idea de que no hay la información técnica suficiente como para darle a estas proposiciones la operatividad necesaria. También están presentes los que intentan levantar a los tratados de libre comercio, firmados o por firmar, como una forma de detener el avance de lo nuevo. Se suman a todos los argumentos anteriores los que postulan, con relación a las AFP, que el sistema previsional se vendrá abajo si se introducen modificaciones a esas sacrosantas instituciones.

Que a esas cuatro ideas les ha llegado su tiempo significa que ellas pueden ser levantadas con fuerza y que con ellas hay posibilidades de conseguir grandes avances de la historia. Pero también puede suceder que las batallas se pierdan y que el tiempo de esas ideas se agote, y pueden pasar décadas antes de que ellas vuelvan a estar a la orden del día.

Es consustancial al arte de la política el ser capaces de darse cuenta del espíritu de los tiempos, y de lo que ellos traen de nuevo. Ojalá seamos capaces de detectar los nuevos tiempos que vive Chile y las nuevas ideas que esos nuevos tiempos reclaman.

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