Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL CLARÍN (Chile) el día 14 de abril de 2021
En el primer trimestre del presente año el monto de las exportaciones chilenas ha batido todos los récords. Se exportaron bienes por un valor de 21.735 millones de dólares, lo cual es una cantidad bastante alta en el contexto de las cifras que caracterizan a la economía chilena.
De eso 21.735 millones de dólares, el 50.7 %, es decir, 11.034 millones de dólares, corresponden a exportaciones de cobre. Puntos más o puntos menos, esa alta dependencia con respecto a las exportaciones de un solo producto, es suficientemente conocido por la opinión pública chilena. Pero la estructura o el contenido del resto de las ventas externas no se conoce con la misma claridad.
El total de las exportaciones mineras – si agregamos al cobre fundamentalmente el hierro y el oro – llegan a 12.065 millones de dólares, lo cual representa el 55.5 % de las exportaciones totales.
Si nos guiamos por los grandes sectores productivos presentes en las estadísticas económicas chilenas, el sector que le sigue a la minería es el sector industrial, que suma 6.171 millones de dólares. Pero no se trata de un sector muy desligado de las exportaciones primarias, sino estrechamente unido a ellas. En el sector industrial encontramos 1.170 millones de dólares de exportaciones de salmón, 360 millones de dólares de vino embotellado, 526 millones de dólares de productos forestales y muebles de madera, 55 millones de dólares de jugo de frutas, 33 millones de dólares de fruta congelada, y 397 millones de dólares en celulosa. Los productos mencionados – que no son todos los productos industriales que son parientes cercanos de los productos primarios – suman 2.441 millones de dólares.
En el resto de las exportaciones industriales destacan también los productos químicos, con un valor total de 1.215 millones de dólares, entre los cuales se incluye el nitrato de potasio, el yodo, el metanol y el carbonato de litio.
El tercer gran sector de productos exportados está constituido por las exportaciones frutícolas, silvícolas y pesca, que presenta ventas externas por 3.489 millones de dólares en el primer trimestre del presente año. En este grupo el producto que más destaca son las frutas, que suman exportaciones por 3.340 millones de dólares. Destacan, entre las frutas, las cerezas con 1.944 millones de dólares y los arándanos, con 498 millones de dólares.
Todo este recorrido por la estructura de nuestras exportaciones muestra con claridad que ellas están constituidas en forma mayoritaria por productos primarios – mineros, agrícolas, pesqueros – y por productos industriales que están estrechamente ligados a los primeros. Hay carencia de productos propiamente industriales que tengan un alto nivel tecnológico y/o que sumen altas dosis de valor a las exportaciones. Esto no es por casualidad ni por alguna suerte de maldición divina. Se trata simplemente de que la política de desarrollo industrial que se ha seguido en las últimas décadas no contemplaba explícitamente el apoyo y el impulso a empresas ubicadas fuera del sector primario exportador. La política de desarrollo y la política de comercio exterior que se ha impulsado ha sido en alta medida tributaria de lo que el mercado ha ido señalando como posible. Aun cuando los sectores primario exportadores conserven su dinamismo – cosa que está seriamente cuestionada – es necesario caminar hacia el desarrollo de nuevos bienes manufacturados y/o hacia la incorporación de más innovación y tecnología en la producción existente. Lo anterior requiere la existencia de un estado que tenga políticas de desarrollo, y que no sea mero espectador de lo que sucede en el mercado. En todo caso, nada de lo nuevo que se haga en el campo de la diversificación de la producción interna y del comercio exterior, se puede hacer en desmedro o en contra de los sectores que hoy en día lideran nuestras ventas externas, los cuales tiene que mantener su presencia en la canasta de exportaciones – pero respetando en mayor medida que hoy en día, las normas salariales, previsionales, tributarias y medioambientales que impone la sociedad chilena – al mismo tiempo que se suman otros productos y sectores.