Artículo de Sergio Arancibia
publicado en le edición digital de EL CLARÍN (Chile) el día 26 de junio de 2020.
El Gobierno puso en práctica – en estos meses de pandemia- un plan de apoyo crediticio a las micro, pequeñas y medianas empresas – que también se hizo extensivo a las grandes – consistente en un crédito con garantía del Estado, a través de Fogape, hasta por el 85 % del crédito recibido. Todo esto operaba por la vía bancaria, y eran los bancos lo que tenían la última palabra en materia de conceder o no el crédito solicitado.
Según la retórica gubernamental de la que se hizo gala al momento del lanzamiento de este plan, este debía beneficiar a un millón de empresas aproximadamente, pues ese ese el total estadístico de empresas que se ubican por bajo el millón de UF de ventas anuales. La Asociación de Bancos e Instituciones Financieras, sin embargo, hizo declaraciones recientes en el sentido de que el universo de posibles beneficiarios alcanzaba solo a 334 mil empresas. Es decir, le enmendó la plana olímpicamente al Gobierno, cual pone de manifiesto que aquí alguien está – en el mejor de lo casos – manejando información errónea. Pero, como quiera que sea, el famoso crédito Fogape ha alcanzado, al 20 de junio, solo a 100 mil beneficiarios aproximadamente.
De esos 100 mil beneficiarios, hay 84 mil aproximadamente que son pequeñas empresas. Si el universo de pequeñas empresas en el país es de aproximadamente 800 mil empresas, queda claro que – avanzado ya el mes de junio – el plan ha favorecido al 10% de las mismas. Para el 90% restante de las pequeñas empresas el plan ha sido pura poesía, ya sea porque han sido rechazadas sus solicitudes de crédito, o porque no tienen activos para garantizar con activos propios la parte del crédito que no es cubierta por la garantía estatal, o porque están morosos con la banca, o porque no lograron reunir los papeles como para demostrar su nivel de ventas – que es la base sobre la que opera el crédito comentado – o porque no quieren endeudarse más aun, por sobre un nivel el de deudas habituales , o porque desconocen el plan y sus procedimientos, o porque no están bancarizados. Como quiera que sea, si el plan deja afuera al 90 % de los posibles beneficiarios, el plan no sirve. Mas aun, el plan empuja hacia la pobreza y al hambre a miles de trabajadores.
El promedio de créditos recibidos por cada una las 84 mil empresas chicas y pequeñas que recibieron crédito, fue de 557.4 UF. De las empresas grandes -que se ubican entre 100 mil y un millón de UF de ventas anuales- y que también participan en este mecanismo – 4753 de ellas han recibido créditos con garantía de Fogape, lo cual equivale a un total de crédito de 78.729.513 UF, es decir, 16.564.2 UF por empresa.
El total de crédito concedido a las grandes empresas representa el 45 % del total de los créditos Fogape que se han concedido hasta la fecha y ha sido recibido por 4753 empresas. El 55 % restante de los fondos ha sido recibidos por 95 mil empresas entre pequeñas y medianas.
De estas sencillas cifras es posible deducir que el mecanismo de crédito diseñado ha sido un mecanismo que no ha servido a las pequeñas empresas, pero que sí ha servido a las grandes, que sin esa garantía estatal de todos modos hubieran podido acceder al crédito de los bancos con los cuales operan en forma habitual. Eso se denomina la ley del embudo: mitad y mitad, pero la mitad de arriba para unos y la mitad de abajo para otros.