87 años del Partido Socialista de Chile: una reflexión sobre su origen y desafíos

Francisco Melo Contreras,

Coordinador del Programa de Memoria e Historia Socialista

Hace 87 años atrás, un grupo de personas, de distintos orígenes sociales, puntos del país, de múltiples orientaciones y sensibilidades socialistas, concurrieron en un contexto político-histórico, probablemente con muchas coincidencias con el actual, a formar el Partido Socialista de Chile. Entre éstas y éstos se podían contar dirigentes históricos del movimiento obrero, formadores del Partido Obrero Socialista, líderes sindicales, secundarios y universitarios de las grandes reformas educacionales de la década del 20. También hubo entre ellas y ellos insignes librepesandores, socialistas utópicos, comunistas disidentes, antiguos anarquistas, diversas expresiones religiosas, como protestantes o católicos.

En suma, ese 19 de abril de 1933, un crisol de la identidad chilena se comenzaba a erigir como Partido Socialista con autenticidad, para incidir desde ésta en la política nacional con el objetivo de hacer de su patria un lugar más digno para vivir, particularmente para las y los obreros, campesinado, y el amplio movimiento popular que desde fines del siglo XIX raudamente iba creciendo. En su memoria se hacían carne las luchas de Francisco Bilbao y Santiago Arcos, de Luis Emilio Recabarren, y de tantas y tantos líderes sociales que años antes del origen del PS, habían dejado su vida por los mismos ideales.

El Partido Socialista, es la casa de Laura y Salvador Allende, es la casa de Eugenio Matte, la casa de Carmen Lazo y Mario Palestro, de Eugenio González Rojas y Raúl Ampuero, de la brillante Julieta Kirkwood, y de la gran poeta chilena, Stella Díaz Varín, la poeta punk, o del gran filósofo Jorge Millas, quien en su época de estudiante, y en representación de la Juventud Socialista, fue presidente de la FECH. El Partido Socialista, ha representado históricamente una forma de ver las cosas, una expresión libertaria y autónoma de la sociedad, siempre sospechoso de los dogmatismos, sean de izquierda o de derecha, de las fuerzas internacionales que geopolíticamente se dividían el mundo en “polos” sin considerar las verdaderas contradicciones de la sociedad de clases.

Este derrotero, siempre anclado a la izquierda, en el movimiento popular, estudiantil, de trabajadores/as, ha hecho que el PS en sus 87 años de historia, ocupase por medio de sus militantes las más diversas instancias de representación, desde el más simple dirigente de barrio, federaciones estudiantiles, sindicales, hasta la más alta magistratura de la nación, primeramente, por medio del más grande de todas y todos los socialistas en la historia, Salvador Allende. Y así también, dos veces, con nuestra compañera Michelle Bachelet. En cada instancia en que las y los socialistas ingresaron al Palacio de La Moneda, lo hicieron para cambiar la historia, para colocarla a favor de las y los más desposeídos de nuestra patria. El proyecto de la Unidad Popular, la expresión más genuina de un movimiento popular que por décadas acumuló la fuerza necesaria para llevar adelante un socialismo “en democracia, pluralismo y libertad”, un socialismo con sabor a vino y empanadas, es decir, profundamente auténtico, humanista, libertario y democrático. En definitiva, la esencia del Partido Socialista, su autenticidad, hecha carne en la figura indeleble de Salvador Allende.

Asimismo, junto a Michelle Bachelet, como presidenta de Chile, se comenzaron a cimentar las bases de un nuevo ciclo histórico que superase la herencia neoliberal de la dictadura pinochetista, su legado será justamente la claridad de entender las necesidades apremiantes que debiese abordar el Estado ante la crisis en que se bate el modelo de desarrollo. Pero, Bachelet es  a su vez un verdadero símbolo de la historia socialista, pues su origen va a la par de las y los mártires de la causa socialista enfrentada al genocidio del Estado terrorista en dictadura. Con ella, es imposible no recordar a las figuras heroicas de Arnoldo Camú, Exequiel Ponce, Carlos Lorca, Ricardo Lagos Salinas, Michelle Peña, Carolina Wiff, Sara Donoso, entre cientas y cientos de otros militantes que dejaron su vida por la reconquista de la democracia en Chile.

Hoy, el socialismo chileno, se enfrenta probablemente a su mayor desafío desde retornada la democracia. La crisis social y económica abierta por la pandemia del COVID-19, nos invita a reconectarnos con nuestros históricos desafíos, con releer los pasos de su militancia, y en trabajar incansablemente en la defensa de las y los trabajadores, de los sectores excluidos de nuestra sociedad, de nuestras clases medias, quienes ante la especulación neoliberal y del gobierno de la derecha, podrían transformarse en las verdaderas víctimas de un momento tan complejo para Chile y el mundo. El Partido Socialista, en su historia, tiene de sobra ejemplos para colocarse a la altura de este desafío, y así, al unísono su diversa militancia, desde pobladores y pobladoras, hasta profesionales, intelectuales, y dirigentes sociales y políticos, exclamar: ¡Contra el presente vergonzante, el socialismo surge ya!

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