Lo que ocurre con nuestros niños desde que nacen es decisivo para sus vidas. Cuidarlos y protegerlos hasta que egresan del sistema educacional es crucial para que puedan desplegar al máximo su potencial e ir realizando su proyecto de vida.
La calidad del desarrollo de nuestro país debe medirse por la calidad con que asumimos el desarrollo infantil. Y ello puede estar amenazado y en riesgo si, como sociedad, no cautelamos el ejercicio pleno de los derechos de niños, niñas y adolescentes.
Si se fortalece el Sistema de Protección de la Niñez y Adolescencia y se expanden sus redes sociales en todas las comunas del país, con un fuerte énfasis en la efectiva descentralización de la protección, no sólo serán necesarias menos cárceles y menos policías, también menos SENAME y menos instituciones que acogen la niñez vulnerada.
Esto, sin perjuicio de la urgencia de hacernos cargo YA de las respuestas hacia aquellos niños, niñas y adolescentes cuyos derechos están siendo diariamente vulnerados.
Y una de las metas prioritarias debe ser que ningún niño o niña menor de 6 años siga institucionalizado en nuestro país antes del término del período de este gobierno y de esta legislatura.