Esas esquivas capas medias

Ernesto Águila Z.

Siempre ha sido difícil definir y delimitar a las capas medias, más todavía comprenderlas en su voluble subjetividad. Sabido es que un amplio sector de la población cree ser de clase media sin serlo. Si Marx dijo algunas vez que lo único que tenían que perder los obreros eran sus cadenas (afirmación discutible, por cierto); a las clases medias, si algo las define y distingue, es que perciben en cada cambio una oportunidad, pero también un riesgo de perder bastante más que “sus cadenas”. Quizás la dificultad para entender a las clases medias es que no son solo un lugar en la estratificación social, sinoque implican una subjetividad y sobre todo una percepción de estatus (real o imaginado).

La adhesión de las capas medias al modelo neoliberal, expresada en su confianza en las soluciones de mercado para vastos temas, ha sido pendular. De sentirse más integradas en los 90 (de la mano del endeudamiento), transitaron durante la década siguiente, y hasta el presente, hacia una percepción de exclusión y abuso. Uno de los fenómenos que marca la etapa 2006-2011  ha sido el desacoplamiento del modelo –a lo menos transitoriamente- de parte importante de este sector.

A siete meses del actual gobierno, las capas medias o sectores de estas han expresado dudas o temores frente a las reformas en el ámbito de la educación: el ideario pro integración social e igualdad  ha encontrado resistencias en ciertas familias e incluso estudiantes (de los liceos emblemáticos, por ejemplo). Esto ha sido percibido de manera apresurada por algunos analistas como el deseo de las familias de «segregarse» o como adhesión a los mecanismos que lo permiten.

Es un hecho que las familias y las personas de todas las condiciones sociales han buscado históricamente «movilidad social» y «estatus» a través de la educación. Entre 1920 y 1973 las familias concurrieron masivamente a la escuela pública porque vieron allí no solo mayor integración social y tolerancia ideológica, sino también porque implicaba la posibilidad de avanzar de una generación a otra en oportunidades profesionales y laborales. Esta búsqueda de progreso familiar e individual convivióen el siglo XX con el ideario republicano y de educación pública.En la actualidad, en cambio, una parte de las familias  percibe que para avanzar en esa legítima búsqueda de progreso debe segregarse económica o académicamente. Es necesario, entonces, traer de vuelta la asociación que alguna vez existió entre integración e igualdad (en la educación, en la sociedad) con la posibilidad de progreso individual y familiar, y mostrar que esto va de la mano con la reconstrucción de una educación pública de, que  se constituye en el estándar  de excelencia académica para el conjunto del sistema.

Sin una sincronía, en la próxima  propuesta de nueva educación pública, entre el ideario de integración e igualdad y esa subjetividad social  que busca mejorar sus condiciones de vida, será difícil mantener la sintonía fina entre las reformas en curso y esas  volubles clases medias.

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Comments

  1. Estimado Neto:
    Muy oportuno tu comentario ante tanta opinión sobre las capas medias que las tratan como “clase” sin serlo. Un aspecto importante es señalar que el 80% de las familias chilenas viven con ingreso promedios de 800 mil pesos, y el sueldo promedio del trabajador es de 400 mil (ambas en cifras redondas). Así vista la realidad, nadie de ese 80% pertenece a algo que se llame “clase media”, en rigor a capas medias. SON TRABAJADORES y efectivamente, como dijo Marx, solo pueden perder sus cadenas.
    La destrucción del movimiento obrero y popular y la imposición del neoliberalismo con su extrema precarización de las relaciones de producción, es una de las claves para profundizar en una mayor comprensión de la subjetividad de estas “capas medias”, que en realidad son trabajadores asalariados en el más estricto rigor del término.
    Excelente aporte.
    Jorge Oyarzun

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