Nuestra respuesta, desde el país

Bío Bío

Un grupo transversal de personalidades santiaguinas ha dado a conocer el documento DE CARA AL PAIS. Se trata de un esfuerzo que permitirá confrontar posiciones en el ámbito político y muy especialmente en el terreno de lo ideológico. Esto es desde ya meritorio. Después de la derrota electoral en las presidenciales, al margen del esfuerzo individual del ex Presidente Lagos, ningún colectivo intelectual o partidario importante ligado a la Concertación había entregado una opinión política de estas características. Por nuestra parte, recordamos que si lo hemos hecho en tres oportunidades sin contar hasta ahora con una respuesta adecuada de parte de la dirección del Partido. Ni siquiera con un acuse recibo.

Dicho esto, manifestamos que para nosotros socialistas no es menor que aparezcan suscribiendo este documento nada menos que el Secretario General del Partido y el Presidente de la Juventud, además de otros personeros y personeras importantes que militan en el Partido. El propio compañero Osvaldo Andrade junto al Presidente de la DC, aparecieron de inmediato felicitándose por su aparición haciéndolo suyo en la práctica. Esto nos hace concluir que, DE CARA AL PAIS va mucho más allá que un simple aporte al debate, por cuanto con tales apoyos adquiere el carácter de un documento programático de un sector opositor que se identifica con el “socialcristianismo, la socialdemocracia y el liberal-progresismo” que “confluyen en un proyecto republicano que hoy debemos saber retomar”.

Son claros. Acá de lo que se trata es de “retomar el rumbo de futuro que la sociedad chilena se había planteado” no haciendo caso a los “detractores que siempre encontrarán insuficiente la obra de constructores de realidades nuevas”. Es claro, estos detractores –los movimientos sociales y la izquierda, en sus diferentes vertientes y expresiones– son los que deben quedar fuera del proyecto en cuestión que, a nuestro juicio y en lo esencial, corresponde a más de lo mismo.

Veamos, la autocomplacencia es el hilo conductor de todo el documento. Nos parece notable que se afirme paladinamente por ejemplo, y que se compute como un éxito de envergadura, el hecho que “la identidad concertacionista dejó de ser diferenciadora, porque la hicimos identidad de todo el país”. O sea que la Concertación habría acabado con la derecha antidemocrática y pinochetista –la misma que atrincherada en el Congreso, la gran prensa, las FFAA y la gran empresa nos impidió llevar adelante el primitivo Programa de la Concertación–, porque las ideas libertarias y democráticas habrían pasado a ser hegemónicas en la sociedad chilena. La verdad es que ocurrió lo contrario por cuanto nuestra cúpula concertacionista, en especial en el terreno de la economía, fue ganada para las ideas de la derecha neoliberal y que precisamente esta fue una de las razones que llevaron a la gente a concluir que nosotros y la derecha éramos lo mismo.

Nosotros pensamos que siempre debimos trazar una línea separadora entre nuestras ideas y las de la derecha conservadora y pinochetista y que para hacerlo era fundamental no abandonar jamás la lucha ideológica. Debimos exponer siempre lo que pensábamos respecto de la solución de los problemas sin camuflajes de tipo alguno o temor frente a los fácticos o los poderes militar y económico. No lo hicimos y he ahí el resultado. Bueno, nuestros autocomplacientes se felicitan hoy porque, según ellos, las fronteras entre nosotros y la derecha desaparecieron. Nosotros pensamos de manera absolutamente distinta. La derecha chilena, autoritaria por historia y esencia, no entiende y no quiere nada con la democracia. Solo recordar el portazo de la UDI al tartufismo de Hinzpeter cuando les habló de una “nueva derecha

Al igual que nuestros amigos también nos sentimos orgullosos “de la obra lograda en más de 20 años de gobierno de la Concertación”. En algo también aportamos. Solo recordar que el primer manifiesto de la coalición fue redactado en Concepción por nuestros representantes aun cuando formábamos parte del partido PAIS y cuando algunos de los firmantes en DE CARA AL FUTURO militaban en otras coaliciones más rupturistas. Sin embargo, no podemos dejar de advertir que sostener que en Chile “hoy impera la democracia”, o “se han ampliado las posibilidades para que todos puedan realizar sus proyectos de vida”, es por decir lo menos una falacia que destila autocomplacencia. ¿Podemos hablar con autoridad de democracia madura y plena con binominal? ¿Sin plena libertad de prensa? ¿Con un centralismo agobiante que mantiene a las regiones en una suerte de interdicción permanente? ¿Con el grado de oligarquización de los partidos políticos que impera? ¿Con la presencia de pinochetistas destacados en el seno del gobierno? ¿Con nuestros pueblos originarios segregados y sin esperanzas? Nosotros pensamos que no. Los chilenos y chilenas exigen hoy es más libertad y más democracia y lo que objetan frontalmente es una sociedad basada en el lucro, en el egoísmo, en la ley del más fuerte, del más poderoso o del más rico.

A nuestro juicio uno de los puntos clave de este documento está en el capítulo en que se refiere a “Un proyecto de país vigente”. Allí se explayan sus autores –una vez más la autocomplacencia– resaltando “el éxito de un camino político claro y nuevo que se abrió en Chile cuando concluía la guerra fría y se aceleraba la globalización”. “Es un mundo donde la creencia ramplona de que “crecer” es un verbo de derecha y “distribuir” es de izquierda, opusimos una visión en que crecer y distribuir se condicionan y se potencian, echando las bases de un equilibrio dinámico entre Estado, mercado y sociedad civil”. Según ellos esto casi asombró al mundo” una economía de mercado dinámica y un Estado actuando para elevar la protección social, disminuir la pobreza y las desigualdades y asegurar la vigencia de los derechos ciudadanos”. Es decir el Estado que le gusta a la derecha y que está establecido en la Constitución de Pinochet: un estado subsidiario. Lo demás, dejémoselo a las intangibles fuerzas del mercado, las mismas que han llevado al mundo a una crisis que hoy se centra en el Euromercado. Crisis que por su puesto ha tenido su origen en la burbuja de la deuda. O sea felices con el modelito, el mismo que permite que según la encuesta CASEN 2009 revela que 4500 familias cuentan con un ingreso mensual de 19 millones de pesos, es decir el 0,1 % de los hogares del país. Sin embargo la realidad es mucho más pedestre.

Les recordamos a estos amigos autocomplacientes que la Concertación en su programa original centró sus críticas, no solo en las violaciones a los derechos humanos, sino también sobre el modelo económico ultraliberal implantado a sangre y fuego por la dictadura y sus Chicago boys. Los equipos económicos de la Concertación lo calificaron concentrador, excluyente y origen de todos los males que nos afectaban. Por lo tanto había cambiarlo. En eso fuimos muy radicales. Les recordamos que hasta Orlando Letelier se refirió al punto antes de ser asesinado. Lo hicieron también desde CIEPLAN , Ricardo French-Davies, Ricardo Lagos, etc. Desgraciadamente eso pasó más tarde al olvido. Fue Alejandro Foxley quien, como Ministro de Hacienda de Aylwin, en su momento reconoció que aquello no había sido posible en razón que al gran empresariado le gustaba ese modelo y no otro. Obvio por lo demás. Fue el Chile “en la medida de lo posible” para ser gobernable. O sea, el cuento del sabio equilibrio entre Estado y mercado. ¿Dónde quedó la sociedad civil en el acertijo? No fue un invento de iluminados o de preclaros conductores políticos, sino que fue el resultado de una correlación de fuerzas ideológicas y políticas que hicieron que nuestras políticas siempre tuviesen un sesgo. Esa es la verdad y no tiene nada de malo. Lo malo está cuando a la hora en que las fuerzas progresistas tienen la obligación de dar respuesta al gran petitorio que los chilenos gritan en las calles, se inventa un cuento épico para justificar un camino que permita abrirse paso hacia el poder sin incomodar a los dueños de aquel que, en el caso de Chile, es el gran empresariado.

Eso sencillamente es engañar una vez más a la gente. Podemos envolver el continuismo en toda clase de promesas, constataciones y diagnósticos progresistas, pero llegados de nuevo al gobierno tendremos que gobernar y si lo hacemos respetando el viejo modelo económico y político, esta vez la cuenta no será solamente nuevas derrotas electorales sino algo muchísimo peor.

Los autocomplacientes deben entender que este modelo, campeón mundial de la ortodoxia neoliberal, requiere de una desigualdad abusiva para crecer a tasas importantes. La crisis de la deuda en Europa ha permitido que los neoliberales, tipo Rajoy, se saquen la máscara y carguen las culpas de la crisis sobre el Estado de Bienestar, que es el instrumento que finalmente ha hecho posible la cohesión social que después de una devastadora guerra haya permitido a los habitantes mejoras sus condiciones de vida. Pero los neoliberales no hablan del origen especulativo y financiero de esta gran crisis. Nuestros neoliberales cargan las culpas del descontento al inconformismo de aquellos con “alma de detractores”, seguramente nosotros entre aquellos.

Humildemente sostenemos que el capitalismo salvaje –y nuestra economía es uno de sus emblemas– es absolutamente incompatible con un país más justo, con menos abusos, con la preservación de nuestros recursos naturales, con una mejor distribución del ingreso y en especial con un Estado que proteja los derechos de los ciudadanos y los intereses globales de la nación que a veces no son compatibles con los de la gran empresa.

Por eso cuando nuestros amigos autocomplacientes se refieren a los desafíos se quedan en el enunciado de los problemas sin incursionar a fondo en las soluciones. Eso puede asustar a los dueños del poder a los que hay que ganarse o por lo menos evitar sus desconfianzas. Los diagnósticos están, lo que falta es saber como y en que plazos se va a dar solución a los problemas que la gente, y en especial la juventud, grita a voz en cuello en la calle. Por ejemplo nos señalan que hay que enfrentar el problema de la desigualdad. Claro, pero para eso hay “que generar más riqueza”. O sea los 5 chilenos grandes de Forbes están bien y tienen que ganar más. Entonces para eso hay que contar con “reforma tributaria audaz…pero sensata”. Notable, seguro que los insensatos somos nosotros que exigimos más de lo que acepta el modelo. Seguimos adelante, frente a los abusos, “sistema regulatorio en defensa de los consumidores y de la competencia debe fortalecerse”. Claro nada de que penas ni delitos. Lo que hay, pero un poquito mejor.

En educación se avanza un poco más pero ni una palabra acerca del Estado y sus obligaciones al respecto, del lucro, de la mala calidad de la formación en muchas universidades privadas, etc. Solo “falencias evidentes en la municipalización”. Nada de terminar radicalmente con un sistema que rechazan alumnos, profesores y la sociedad civil. Hasta Piñera ha sido más taxativo al respecto.

Luego en el tema del desafío energético, volvemos a los mismo, diagnóstico, constataciones, pero ni una palabra acerca de cual debería ser una política de Estado al respecto. Simple, no hay políticas de Estado –hasta los Matte las han solicitado– por la razón simple que la inversión la determinan los privados de acuerdo a sus intereses. Si las energías renovables no son negocio, entonces ahí se quedan las ideas y proyectos, en los cajones del Ministerio de Energía como letra muerta. Una vez más se nos cruza el modelito.

Finalmente nuestros autocomplacientes no se ocupan, una vez más, de hacer una autocrítica. La misma que solicitamos respetuosamente respecto de la derrota. Lo hicimos a pocos días del Gran Terremoto, ese mismo que desnudó a Chile en sus graves falencias incluyendo las de nuestras FFAA. No tuvimos respuesta. Resulta para nosotros muy notable que en este aspecto que en el documento se señale que “nuestro orgullo por lo hecho no nubla la autocrítica por lo pendiente”. A nuestro modesto entender las autocríticas se hacen respecto de las acciones pasadas y no por los asuntos pendientes que corresponden más bien al futuro.

Los socialistas de la Región de Bio Bío estamos convencidos que las fuerzas progresistas pueden ganar el gobierno en la medida que seamos capaces de construir una alianza social y política que incluya a toda la oposición sin ningún tipo de exclusión y que los partidos que constituimos la actual Concertación no tengan el derecho al veto, ni sobre otros partidos, ni respecto de personalidades que, aun no compartiendo nuestras posiciones, participen de nuestro ideario democrático.

Es nuestra obligación además construir un Programa que deberá surgir desde la base misma de nuestra sociedad y no entre cuatro paredes. En este Programa Nacional y Popular deberán estar contenidas las aspiraciones de toda la sociedad y las propuestas de solución a los problemas. Nos parece también fundamental no sembrar ilusiones ni esperanzas que mañana pueden resultar vanas. Es entonces muy importante dar a conocer a Chile cuales son las dificultades ideológicas, políticas y legales que pueden alzarse como barrera a las esperanzas depositadas en el Programa. De lo contrario la gente el día de mañana nos puede pasar la cuenta si no actuamos con la verdad y el realismo necesarios.

DIRECCIÓN REGIONAL BIOBÍO
PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE
CONCEPCIÓN, junio de 2012.

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