Claves de un cambio de gabinete

Cambio de gabinete

El reciente cambio de gabinete apuntó a densificar políticamente el gobierno de Piñera. Fuertemente reprobado por la ciudadanía en su “primer tiempo”, el cambio apunta a recuperar la agenda y la iniciativa política. Ello a costa del parlamento y de su legitimidad con la designación de cuatro senadores en menos de un año dejando de paso un amplio número de electores sin representantes en el Congreso. Lo más de fondo: si el nuevo gabinete sabrá leer los cambios profundos que se están produciendo en la sociedad chilena.

El nuevo gabinete genera lecturas diversas: Piñera no movió a su equipo político y lo reforzó con el UDI de su mayor confianza: Andrés Chadwick. Por otro lado, hizo ingresar a su principal contradictor, Pablo Longueira, quien ya ha mostrado que está dispuesto a no pasar desapercibido en el siempre tecnocrático y modesto Ministerio de Economía (en su primera acción encabezó una demanda contra las repactaciones de Presto, en lo que parece será la tónica “fiscalizadora” de su gestión).

Por otro lado, los movimientos estudiantiles ya pueden exhibir la cabeza de un nuevo Ministro de Educación en sus respectivas sedes. En efecto, lo concreto es que Lavín no pudo con el movimiento estudiantil, lo cual probablemente lo deja fuera de la cancha como presidenciable: si no pudo como Ministro porque podría hacerlo como Presidente. El futuro Ministerio de Planificación Social representa una salida menos que honrosa.

El nuevo diseño entraña ciertos riesgos para la administración Piñera: un gabinete de presidenciables, en una carrera que será muy poco disimulada y con poco tiempo por delante.

El nuevo gabinete enfrenta problemas de corto plazo, pero también una realidad política, social y cultural nueva. El principal desafío revertir la desconfianza ciudadana que se instaló  partir del incumplimiento de algunas de las promesas más duras de campaña: mayor eficiencia, derrota de la delincuencia, probidad, políticas sociales. A la promesa de eficiencia se la llevó un lento proceso de reconstrucción, a la derrota de la delincuencia la realidad cotidiana que viven las personas y estadísticas que no decaen, a la probidad los innumerables conflictos de interés de los integrantes del gabinete, y a las políticas sociales la ya famosa “letra chica”.

En lo más de fondo este gobierno enfrenta procesos estructurales más complejos y profundos que dicen relación con el agotamiento de un ciclo histórico, y lo que ello implica para un modelo económico que es percibido por la mayoría de la ciudadanía como excluyente y maltratador, y un sistema político poco representativo que se encuentra bloqueado en sus posibilidades para generar transformaciones sociales significativas.

Como suele ocurrir con los cambios de gabinete no basta solo con mover personas de un lado a otro también es importante redefinir los modos y rutinas de trabajo (el personalismo presidencial ha sido en este gobierno una dificultad evidente para una buena gestión), y definir rumbos políticos que conecten de mejor manera con las lógicas y demandas de este nuevo ciclo histórico.

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Comments

  1. Estimado: quizás lo que se debería precisar es de que nuevo ciclo estamos hablando. O dicho de otra forma, que caracteriza este periodo. Es claro que se ha agotado una etapa o ciclo ¿pero cuál?
    Brevemente. Si observamos el desarrollo del “modelo neoliberal” en Chile, ha habido tres etapas: UNO la destrucción del movimiento popular y las bases materiales que permitieron su desarrollo (73-78), DOS la institucionalización e imposición antidemocrática del modelo neoliberal (78 a fines de los ochenta con el Acuerdo Nacional y la salida del plebiscito), TRES la administración democrática del modelo (1990 a 2010).

    Hoy el tema de fondo es que el sistema de dominación de clase impuesto a través de la dictadura militar por la derecha, esta entrando en una etapa de crisis que puede devenir en dos rumbos principales: o se construye un nuevo acuerdo que vuelva a legitimar el modelo y su administración por otro período, o se agudiza la crisis donde la deslegitimación e incapacidad de la clase política es un factor decisivo.

    Hoy se configuran elementos que de desarrollarse mas profundamente, pueden significar el principal desafío a la hegemonía de clase de la derecha chilena desde 1986.

    La pregunta, como antaño, es ¿que hacer? Ahí esta la clave para actuar en el momento que caracteriza esta nuevo ciclo como tu dices. Creo firmemente que nuestras convicciones democráticas serán puestas a prueba. El modelo solo genera desigualdad en todos los ámbitos de sociedad chilena; la desigualdad es la única herencia cierta de la dictadura.

    Enfrentar la desigualdad es la gran tarea del período que se inicia y debe caracterizarse por una profunda democratización de la sociedad chilena. Un proceso largo, difícil, no ignoto, pero con zonas no experimentadas por el movimiento popular chileno en toda su historia. Por ejemplo la ausencia de partidos fuertes, el populismo de derecha enquistado en sectores populares, la construcción de mayorías a partir de movimientos ciudadanos transversales y no de clase.

    Falta el saber que ocurrirá con el tercer excluido, el derrotado del 73, los trabajadores. Podrán marchar miles, cientos de miles, millones de ciudadanos, pero si marchan los trabajadores y trabajadoras, la cosa será distinta. Es hora de hablarles a ellos y ellas. Eso puede hacer la diferencia e históricamente siempre ha hecho la diferencia

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