Un criterio determinante para la existencia y desarrollo de la humanidad es su carácter social. La necesidad de organizarse como colectivo de individuos que requieren actuar de manera asociada y gregaria para su sobrevivencia ha dado permanente vigencia a la afirmación de Aristóteles de que el hombre es, por definición, un animal político.
Y si bien en este punto el consenso es amplio, la discusión surge al momento de preguntarse cómo se organizan los seres humanos para su vida en sociedad. Vale decir, cómo se distribuye el poder en el colectivo y cómo se definen los criterios de autoridad; cómo se define el espacio de lo colectivo o público (lo que concierne a todos) y cómo se define el espacio de lo individual y/o particular; cómo se toman las decisiones que afectan a la vida en común y quienes participan de éstas, y/o cómo se organiza la actividad económica. Este tipo de interrogantes, entre otras, son las que caracterizan una determinada organización político-social.
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