Acaba de pronunciarse el pueblo de Chile en las urnas y el mensaje es claro. Chile quiere un cambio, pero no cualquier tipo de cambio, esa es la paradoja. La Concertación le ha ofrecido a Chile un giro dentro de la continuidad en cada elección renovando el contrato social, eso fueron Lagos y Bachelet. Pero el desgaste de la convivencia hizo de estas elecciones una primaria con tres candidatos del mismo mundo, donde cada uno pudo expresarse con mayor libertad programática, esas similitudes son un nuevo punto de partida.
En este escenario la participación coherente de Arrate y refrescante de Marco, evito que Piñera ganara en primera vuelta. Pero sobre todo ha servido, para evidenciar el valor urgente de un cambio profundo en el escenario, discurso, conducción y propuestas políticas. Esto abre la oportunidad para la emergencia un nuevo pacto de mayoría social y política para el Chile del futuro.
Frei ha tenido el coraje de llegar hasta aquí y estar en la papeleta del 17 de enero. Pero además a tenido la convicción de que nuestra Republica necesitaba el pacto de no exclusión parlamentaria. El que ha triunfado abriendo el parlamento a tres diputados comunistas, aún cuando significó abandonos y pérdidas muy sentidas para todos. También han sido correctas las ideas políticas que ha impulsado; sobre una nueva Constitución que le otorgue al Chile del bicentenario un nuevo equilibrio; la centralidad de una estrategia de desarrollo desde las regiones; un cambio sustantivo en el rol del Estado para una sociedad de garantías y protección social. Permanece abierta la oportunidad de reencontrarnos con pasión en torno de las propuestas y aspiraciones del mundo progresista.
Chile definitivamente cambio y nunca mas será el mismo, es la herencia de 20 años de Concertación Democrática. No esta decidido aún quien gane la segunda vuelta presidencial, ni como sortearán las fuerzas progresistas los ripios de esta victoria. Claramente una de las claves será hablarle a quienes quieren ese cambio. Frei tendrá que escuchar lo que tienen que decir y deberá hablarles desde sus propias convicciones sobre el proyecto de país futuro, convocándonos a una nueva plataforma política y social por más democracia y participación, más progreso y bienestar, mas igualdad y solidaridad.
Quien logre conducir y seducir esta voluntad de cambio merece gobernar Chile. Tendrá que dar pasos de gigante para con humildad reconocer las insuficiencias y con generosidad acoger a todos quienes estén disponible, subiéndose a los cambios para conducirlos. Aun así, esa tarea no se agota ni en la elección de un presidente, ni en un periodo de gobierno de cuatro años. Es un ciclo largo de nuestra historia el que se abre y se requiere de múltiples liderazgos y confluencias, una fuerza plural puede ofrecer una oportunidad de triunfo para un cambio real por Chile.
Marco tenía razón sobre este cambio, pero aún no dimensiona lo que se ha logrado y los límites de esa victoria frágil pero esperanzadora. No basta la correcta intuición sobre los vientos de la historia. Es necesario además, el temple del liderazgo forjado en las derrotas y la entrega humilde de uno a los objetivos grandes de un esfuerzo colectivo como lo han demostrado Arrate y Frei. Tampoco podemos sentarnos a esperar a nuestros partidos. Por eso se siente por todos los rincones de Chile que se acabó La Concertación, ahora vamos todos por Chile!