Lecciones de la primera vuelta

Un análisis frío de los números de primera vuelta permite observar que la ciudadanía ha enviado diversas señales y mensajes. Una primera conclusión es que ningún sector puede sacar conclusiones demasiado triunfalistas y que el escenario de segunda vuelta está abierto. Aunque con sus votos dispersos en tres candidaturas el progresismo sigue siendo mayoría en Chile.

Por su parte, la derecha puede  exhibir su importante porcentaje de votos y su triunfo parcial, aunque sabe que no es su mejor votación en primera vuelta (mejor lo fue el 99 y en 2005). Si finalmente no tiene votos que recoger entre el electorado de ME-O (y es una hipótesis plausible), lo más probable es que no logre vencer el próximo 17 de enero, y que al igual que en los dos comicios pasados esté cerca pero no llegue.

El otro dolor de cabeza para la derecha es la seria derrota política que ha sufrido la UDI. La pérdida de Lavín deja a este partido, ni más ni menos, sin opción presidencial para el 2014 y la derrota de Alvarez lo deja si uno de sus mejores legisladores.. Es claro que la candidatura de Piñera ha significado un fortalecimiento de RN dentro de la coalición de derecha. Todo esto no es baladí para la UDI, un partido con vocación hegemónica.

Para la Concertación si bien el resultado presidencial estuvo en un rango un poco más bajo de lo esperado, lo concreto es que deberá realizar un gran despliegue para atraer al votante de Arrate y ME-O en segunda vuelta. Uno de los clivajes será, sin duda, progresismo versus derecha, pero también habrá que dar cuenta de otras fracturas que han quedado en evidencia con esta elección: mayor renovación en las formas de hacer política; una propuesta programática más audaz y atractiva; continuidad con el estilo cercano e inclusivo del liderazgo de Bachelet; y una apertura al recambio generacional.

No cabe duda que el nombramiento como jefe de campaña de Carolina Tohá apunta correctamente en esa dirección. Cabe destacar que se trata , además, de una decisión valiente y jugada de uno de los liderazgos con más futuro en el país, y que ha decidido poner su propio capital político, con generosidad, en un momento  difícil para la Concertación. Un verdadero ejemplo en estos tiempos.

Por otro lado, un dato esperanzador lo constituye ese 44% de votos que ha obtenido el pacto parlamentario de la Concertación y Juntos Podemos (un punto porcentual más que el de la Alianza). Allí está el piso para cimentar una posible victoria el próximo 17.

La votación de ME-O es meritoria y constituye un claro mensaje de que una buena parte del electorado de la Concertación se encuentra muy crítica y desafectada. Recuperar su confianza constituirá un gran desafío político. Para ello, en los próximos días se deben crear gestos, hechos y propuestas para permitir la incorporación de diversos dirigentes y votantes que ya han ido manifestando su opción en segunda vuelta por Frei, pero que esperan gestos de apertura del mundo concertacionista.

Por otro lado, el resultado para ME-O tiene de dulce y de agraz. Por un lado, está su alta votación personal pero por otro lado sufrió una verdadera debacle de sus opciones parlamentarias (fue derrotado incluso en su propio distrito). Lo anterior parece estar indicando que la ciudadanía no percibió que detrás de él había un proyecto político que lo trascendiera. Su decisión inicial de “no endosar” a ninguna candidatura la votación obtenida corre el riesgo de ir volatilizando el apoyo logrado y descapitalizarlo políticamente en las próximas semanas. Sino asume una posición activa en contra de la posibilidad que gane la derecha en Chile, puede sufrir un costo político importante.

La votación de Arrate siendo buena no logró alzarse muy por sobre el umbral histórico de la izquierda comunista. El principal logro fue la elección de los tres diputados del PC, lo que fue posible, principalmente, gracias al pacto parlamentario de “lista única” entre la Concertación y el Juntos Podemos. Se debe reconocer que Arrate hizo una buena campaña y ahora puede coronar su trabajo favoreciendo la unidad del progresismo como lo ha venido sosteniendo desde antes de la primera vuelta.

A pesar de sus críticas y resquemores el votante de izquierda y centroizquierda, frente a un escenario muy variado y competitivo dentro del progresismo, ha dado un triunfo nítido e incontrarrestable a Frei y a la Concertación histórica, y democráticamente ha definido que ésta quien se enfrente a la derecha en segunda vuelta. Frei y la Concertación histórica tiene el mandato de reconstruir la unidad del fragmentado espacio progresista. Solo resta tomar este desafío en las manos. Y para ello queda solo un mes por delante.

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