La Reforma Educacional y el Nuevo Ciclo

Cristóbal Valenzuela, candidato socialista a la FECH

En el año 2006, los estudiantes secundarios se levantaron contra un modelo educacional sumamente injusto y entregado a las garras del mercado. Los “pingüinos” fueron la expresión de un descontento que se venía fraguando durante los años de la transición a la democracia.

Luego, en el 2008, un acuerdo entre la derecha y la Concertación intentó dar un cierre al conflicto, pese a que las organizaciones estudiantiles denunciaron que la Nueva Ley General de Educación (LGE) no era más que un maquillaje a la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE) dictatorial.

Aquel acuerdo muestra el carácter restringido de la democracia de los 90’ y 2000’. Restringido tanto por sus actores como por sus temas de discusión. El movimiento estudiantil que puso sobre la palestra el conflicto educacional es dejado de lado para la resolución de éste, siendo sólo la élite (y sus intereses) considerados en la reforma de ese entonces.

Sin embargo, los acuerdos entendidos de esta manera son frágiles y no son capaces de producir legitimidad social. En el 2011, el movimiento estudiantil vuelve a explotar. Las movilizaciones de aquel año son las más masivas desde el retorno a la democracia, y ponen en cuestionamiento los pilares del modelo impuesto. La hegemonía neoliberal se resquebraja y se abre la puerta para la construcción de una alternativa distinta.

En el 2013, se conforma la Nueva Mayoría, y el pacto logra ganar las elecciones presidenciales de fin de año con Michelle Bachelet a la cabeza. El relato que se construye se aleja de los gobiernos concertacionistas. En materia educacional, la “más importante de las batallas” (como siúticamente se le ha llamado) dado las fuerzas que en ella pugnan, el Programa recoge las consignas levantadas por el movimiento social. El contenido de éstas no está, sin embargo, desarrollado en plenitud y deja dudas sobre el carácter que tendría la Reforma. Estos silencios o ambigüedades son expresión de la disputa por la hegemonía dentro de la misma Nueva Mayoría.

¿Cuál es, entonces, la trascendencia de la discusión sobre la Reforma Educacional?

En primer lugar, cabe señalar que la educación es el ejemplo paradigmático de lo que tradicionalmente se entiende como un derecho social, que ha sido absolutamente entregado al mercado. La discusión sobre la educación pública es, por tanto, una discusión sobre el carácter del Estado mismo, oponiéndose los conceptos de Estado subsidiario con el de Estado garante. El rol que juega el Estado hoy en materia educacional muestra la profundidad del proyecto neoliberal instaurado por la dictadura y que no fue modificado sustancialmente por la Concertación.

En segundo lugar, la discusión sobre el carácter de la Reforma Educacional es, a su vez, la discusión sobre el carácter de la democracia chilena. Más arriba, dejé entrever algunas características de la transición chilena. Esto puede ser resumido en dos rasgos fundamentales: la limitación de actores que participan en el debate democrático y, dado que sólo el interés de un sector social (empresariado) tiene cabida, el consenso existente entre aquellos que deciden los destinos del país. En ese sentido, en la Reforma Educacional se plantea la posibilidad de ampliar los límites al debate democrático, incorporando en la elaboración de la Reforma a los sectores que expresaron su disconformidad con el sistema existente y, por ende, la generación de un disenso, ya que no es un misterio que los intereses que encarna el movimiento social por la educación distan de los del empresariado y la derecha política (que no olvidemos también tiene asidero dentro de un sector de la Nueva Mayoría).

La Reforma Educacional es, entonces, la discusión sobre el Nuevo Ciclo Político anunciado por la Presidenta Michelle Bachelet. Si éste es genuino, entonces habrá una nueva forma de construir políticas, y nuevos intereses sociales serán incorporados al debate democrático. De lo contrario, la regresión a los años 90’ aparece amenazante en el horizonte próximo.

La hegemonía dentro de la Nueva Mayoría se disputa en el carácter de la Reforma Educacional. Gutemberg Martínez ha señalado que la Democracia Cristiana no tolerará afanes hegemónicos dentro del bloque. Resulta fácil decirlo, cuando durante toda la transición estuvo claro quién tenía la conducción, los denominados “autocomplacientes”.

La pregunta que se nos plantea a los socialistas es dónde están nuestros compromisos. ¿Están con la Concertación, los acuerdos con el empresariado y la marginación de múltiples actores del debate público? O, por el contrario, ¿están con la construcción de un nuevo Chile, más justo y democrático, que supere el neoliberalismo?

Aunque esta pregunta debiese ser fácilmente respondida por la militancia joven del socialismo, la realidad nos muestra que no es así. No son pocos los que prefieren guardar silencio o ser cómplices de una política que busque reeditar la democracia consensuada. Estas posiciones deben ser combatidas en la Juventud Socialista. Debemos ser los impulsores  del cambio en nuestro país. Se debe acabar el Partido del Orden. Bienvenido sea el Partido de las Transformaciones.

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