El destacado sociólogo Richard Sennett de la New York University ha publicado recientemente el libro “El artesano” (Anagrama, 2009), el cual contiene una actualizada y novedosa reflexión sobre el trabajo y las formas de identidad, gratificación y frustración que este genera.
Cuando son muchas las voces que se juegan por restar centralidad al trabajo, no solo como categoría social sino como construcción de identidad individual, Sennett realiza una verdadera defensa del trabajo como factor de gratificación personal; por supuesto a condición de poder recuperar su sentido y tejer una relación significativa con sus resultados.
Frente a la creciente fragmentación, individuación, dislocación y alienación del trabajo, los caminos que se han propuesto es sugerir identidades alternativas como el “emprendimiento” o buscar la realización individual a través del consumo. Sennett en cambio propone reencauzar los esfuerzos intelectuales hacia la comprensión del trabajo en sus formas contemporáneas, pero desde aquella básica idea de que el “trabajo puede ser bueno en sí mismo y no solo un medio de vida”. O que por lo menos, vale el empeño intelectual y político de restituirle valor a aquello que sigue siendo la ocupación principal del tiempo en la vida de las personas.
Para ello Sennett busca en el paradigma del “trabajo artesanal” –en gran medida como metáfora- la extraviada idea de un trabajo único, hecho con dedicación, y donde la satisfacción central es obtener un buen producto o resultado. Explora en ejemplos tan disímiles como los operadores de Linux o en los concertistas de música, los rastros de una idea de trabajo que se realiza por la satisfacción que éste mismo genera.
En su acostumbrado estilo ensayístico, y escrito en muchos momentos desde una primera persona, Sennett continúa su reflexión abierta con textos como la Corrosión de Carácter y El respeto. De alguna manera el libro retoma, a su manera, una antigua línea de reflexión sobre la “alienación del trabajo”. Su propuesta de resolver la actual contradicción con un “gran salto hacia atrás”, es decir, investigando en las antiguas formas del “trabajo artesano” parece sugerente, aunque deja demasiadas interrogantes acerca de la forma como podría el trabajo moderno transitar en esa dirección y no hacia su creciente uniformidad y separación productor-producto con la consiguiente pérdida de sentido en las vidas de las personas.