Colusión y desigualdad

Maya Fernández Allende, Diputada socialista

La colusión es un robo de las grandes empresas a los consumidores de nuestro país. Cuando empresarios se conciertan para fijar precios más altos de los que hubiese sido si operara la competencia, se apropian de una ganancia ilegítima que la pagan todos los consumidores. Si además esto ocurre por largos períodos de tiempo, la acumulación de la riqueza individual es inmensa.

Nuestro país tiene altos niveles de desigualdad, la concentración de la riqueza en pocas personas constituye un problema para lograr el desarrollo. La colusión es la muestra de ello. Los dueños de una de las empresas coludidas en el cartel del papel tissue conforman una de las mayores fortunas de Chile. En este contexto, surge la inevitable pregunta acerca de la forma en que esa fortuna fue alcanzada, y la respuesta está a la vista, eliminando a la competencia para cobrar más caro a todos los chilenos y chilenas.

Esta fortuna alcanzada con prácticas ilegales explica en parte la desigualdad en nuestro país. Si los dueños de una empresa obtienen su riqueza en base al robo directo y persistente de todos los consumidores, haciendo más cara la vida al conjunto de la población al colocar precios artificialmente altos a sus productos y eliminando la competencia, tenemos por resultado que el conjunto de la población se empobrece a costa del enriquecimiento del coludido. Más rechazo produce cuando ese dueño de empresa es una de las personas más ricas de nuestro país.

Surge la duda sobre lo extendido de estas prácticas y en cuántos otros productos el precio se encontrará también artificialmente elevado. Es una pregunta que hoy día cobra plena vigencia.

Estos hechos instalan en el debate público la discusión respecto a la regulación que actualmente tiene el mercado y los mecanismos para proteger nuestra economía y a las personas. La Cámara de Diputados aprobó por amplia mayoría un proyecto de ley del Gobierno que sanciona con fuertes multas y penas de cárcel a los que se coludan para atentar en contra de la libre competencia.

La colusión acentúa la desigualdad en nuestro país, haciendo ilegítima la riqueza obtenida mediante esta práctica, que no es más que un robo institucionalizado. La salida que debemos construir es asegurarnos que nuestra economía funcione de verdad, y no para favorecer a los grandes grupos empresariales.

Las pequeñas empresas y los consumidores afectados por estas prácticas son también parte del mercado, y para que éste funcione para todos, tiene que haber libre competencia, y es el Estado el llamado a velar por su correcto funcionamiento.

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