El año 2012 será recordado en el sector de la Defensa por dos situaciones relacionadas estrechamente, un ministro precandidato presidencial, Andrés Allamand, y un par de traspiés legislativos. La ausencia de conducción se vio reflejada en el protagonismo de los Subsecretarios, en las dificultades en el Congreso y en la implementación de la nueva Ley Orgánica. En este marco, las FF.AA. gozaron de un margen de maniobra mayor que durante los últimos gobiernos concertacionistas.
Durante el año, la labor de Andrés Allamand en el Ministerio estuvo signada por su condición de “presidenciable” de su partido, Renovación Nacional. Como es conocido, el accidente de un avión de la FACh en la isla Juan Fernández, en septiembre del 2011, le confirió esa condición. Sus posteriores actuaciones han sido analizadas, por propios y adversarios, desde esa óptica. Los errores no forzados, en especial los del ámbito legislativo, dan cuenta que esos comentarios no eran sólo producto de la guerrilla partidista.
El uso mediático del cargo estuvo presente en el curso de todo el año, el ejemplo más burdo de esa actitud fue la concurrencia a una serie de accidentes aéreos o de otro tipo, donde encabezaba las labores de rescate frente a los medios, en particular de las cámaras de TV. Agenda ministerial que se vio salpicada de este tipo de actividades, algunas de ellas fallidas, como el rescate del niño autista perdido en Laguna Verde en el mes de julio.
Asimismo, la omisión del ministro quedó plasmada en una serie de episodios e incidentes. El más visible y bochornoso fue el ocurrido con la Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa (ENSyD) donde la responsabilidad política de la autoridad es múltiple; imprudencia en el diseño proyecto gubernativo, falta de monitoreo y torpe puesta en escena. También de paso se daño a las FF.AA., que vieron como la verdadera “lista de compras” que incluye el documento, quedó como su único aporte a la Estrategia.
Aunque inicialmente parecía una línea de trabajo auspiciosa, la temática legislativa ha sido frustrante durante el periodo. Era razonable esperar que un ex senador, tuviera un desempeño más exitoso en este ámbito, sin embargo los hechos han desbarataron esta esperanza. Durante el año su más importante proyecto de Ley, la de financiamiento de las FF.AA., pareció estancarse después de un avance inicial. Como hemos visto, un fiasco en toda la línea fue la doble presentación de la ENSyD: el texto de junio (para la ceremonia) y el de agosto (para su tramitación legislativa).
En el caso de la Ley de Financiamiento el Ministro inicialmente tuvo éxito (fruto de un poder legislativo mal informado e indolente) posteriormente el proyecto se empantano, producto de las críticas académicas y de algunos diputados. Esta norma, que parece tan positiva porque elimina la Ley del Cobre, concede mayores privilegios y atribuciones a las instituciones armadas. Paulatinamente esto último ha quedado en evidencia para círculos queda vez más amplios; lo que impidió que Allamand saliera de la cartera con este triunfo bajo el brazo.
Por otro lado, la política internacional de la defensa siguió cruzada por dos variables contrapuestas. La primera fue el interés que el ministro Allamand tenía en la temática; la segunda, que no se subordinó al accionar de la política exterior gubernamental. Lo primero, explica la mantención y profundización de actividades bilaterales y multilaterales que enriquecieron el accionar de la cartera. Lo segundo aclara los múltiples roces producidos entre el ministro de defensa y el canciller.
Declaraciones especialmente desafortunadas fueron las realizadas por Allamand a mediados de año, referentes a nuestros vecinos del norte (Perú y Bolivia) cuando destacó hostigamiento hacia nuestro país, “muchas veces algunos vecinos que dicen que son muy amigos nuestros, pero nos demandan ante los tribunales internacionales” y en especial cuando denuncian un supuesto armamentismo. Las diferencias entre el canciller y el ministro de defensa trascendieron a la prensa, ya que ponían un mayor ruido en un tema especialmente delicado para la diplomacia chilena.
Por otro lado, el listado de visitas efectuadas durante el año, y la recepción de colegas de otros países fue larga e importante. También se realizaron actividades a nivel de subsecretarios y del Estado Mayor Conjunto (EMC) que dan cuenta de esta preocupación. A principios de marzo, Allamand se reunión en Washington con el Secretario de Defensa de los EE.UU., León Panetta; mientras que Panetta visitó Chile a fines de abril. De la región, Allamand recibió a los ministros de Defensa de Paraguay, Brasil, Mexico, Argentina, Ecuador y Colombia. Especialmente activas fueron las relaciones con el Ministerio y las FF.AA. de Colombia.
Respecto a la implementación del Reglamento Orgánico del Ministerio (la Ley N° 20.424) el rol de los Subsecretarios, de Oscar Izurieta en Defensa y Alfonso Vargas en Fuerzas Armadas, ha sido determinante. Aunque la Ley no destacaba especialmente el papel del EMC el desempeño del general Hernán Mardones se ha visto disminuido frente a las dos autoridades anteriores. Todo lo anterior se vio facilitado por la rotativa ministerial; dos encargados de la cartera este año y tres durante la presidencia de Sebastián Piñera.
La rotativa en la jefatura de la secretaria de estado, sumado a la ausencia del Ministro Allamand en la gestión interna del ministerio, facilitó que ambos subsecretario ejercieran de hecho el poder interno. Trascendió que la falta de conducción se vio reflejada en la disputa soterrada entre las dos autoridades, de la que ha salido más damnificado el ex general Izurieta, por sus escasas conexiones políticas. Todo indica que la llegada del ex ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, no cambiará este panorama.
En lo administrativo, las Subsecretarias implementaron concursos para llenar las vacantes de las plantas que estipula la Ley. Los elegidos en las jefaturas de departamentos y en las plantas de profesionales predominan los ex oficiales de las FF.AA. y civiles de tendencia conservadora; proceso que se dio en forma simultánea con el despido de profesionales destacados, incluso con trayectorias de dos décadas en el Ministerio, pero vinculados a la Concertación. La lógica de una carrera civil en defensa ha quedado seriamente cuestionada.
Defensa no es una cartera que cope la agenda política con sus iniciativas; el error en el diseño y ejecución de la ENSyD constituyó una excepción. También debe considerarse decepcionante el escaso avance en la ejecución de la Ley N° 20.424. Otro fracaso es el reducido progreso de la agenda legislativa. De este modo, la evaluación del año es negativa (el negativo interregno de Allamand, lo llamó un medio) lo que anula otras áreas con un desempeño más positivo, como la política internacional de defensa. Sin duda el 2012 fue año perdido para la modernización del Ministerio de Defensa, y para la conducción civil del sector.