Por estos días, el Presidente ha disfrutado en Europa de los beneficios del exitoso rescate en la mina San José. Se lo ha visto exultante a Piñera, más seguro de su rol, más convencido de lo suyo. Ha llegado a afirmar ante la protesta de estudiantes franceses que luchará por eliminar cualquier tipo de discriminación en el país. Tal como antes, en lo de Barrancones, la eliminación “gradual” del 7% de los jubilados, la referencia a que Chile es un país multicultural, o la incorporación del tema homosexual en su campaña, Piñera intenta ensanchar su propio campo.
Es un discurso – en el sentido extenso de la palabra – que busca instalarse en terrenos poco conocidos por la derecha chilena. De ahí lo novedoso de una apuesta que tiene también riesgos inmensos para sus autores.
Efectivamente, los dueños de esta política no son de la UDI (no lo podrían ser, por la impronta fuertemente ideológica del partido gremialista), tampoco es RN dirigida por Carlos Larraín, alejado de estas cuestiones liberales, los dueños de esto pertenecen al tercer partido de la alianza.
Este partido tiene una dirección: el Ministerio del Interior, su ministro es quién más ha entendido la necesidad del Piñerismo de traspasar las fronteras ideológico-políticas de siempre en la derecha, eso permitiría quedarse más tiempo en el gobierno. Por cierto, no hablamos de un giro radical, ni siquiera una transformación en una nueva derecha, sino la pretensión de instalar nuevas fronteras e incursionar en los otrora fértiles campos de la concertación.
Esto ha causado estragos.
En la propia alianza: una UDI observando con sospecha y nada de convicción los devaneos “liberales” del Presidente y su Ministro político más fuerte.
En la concertación que, en medio de un repliegue nada de ordenado (aunque más de lo que se preveía), no logra comprender del todo lo que ocurre: los que se denominaban auto flagelantes vocean cada una de estas medidas o anuncios como una confirmación de sus apocalípticas profecías por la falta de “izquierdización” del conglomerado. Los que se llamaban autocomplacientes no terminan de entender como la gente «no agradece más lo que se hizo”.
(Para uno que tiene un gen “tercerista” es más flexible la evaluación, aunque no menos complejo el asunto).
Está claro que esto recién comienza y, aunque han sido 7 meses “acontecidos”, el éxito del tercer partido de la alianza depende de una compleja ecuación de factores, nada fáciles de resolver.
La UDI es fuerte, la centroizquierda se va a recomponer alguna vez, el gobernar es un día a día muchas veces insospechado, etc, etc, Pero, por ahora se disfruta del triunfo, se cuenta con Golborne, y en las barbas de Novoa, se juega una política distinta a la que se quisieran en Suecia (la sede).
Además, la proclamación que hizo Hinzpeter de Golborne para 2014, en el programa Tolerancia Cero, anuncia otra fuente de problemas que el piñerismo deberá administrar.
En resumen, nada hace presagiar que el tercer partido de la alianza ganará la partida, sin embargo, el entusiasmo con que hace su política puede generar nuevas realidades…y muchos problemas.
El «partido piñerista» esta socavando la base de ka concertacion. su peligro para la derecha es que implica sacrificar a la UDI. Hasta ahora esta no ha reaccionado, pero no va aceptar ser sacrificada pasivamente.