MAS DE 22 AÑOS han pasado desde el plebiscito en que triunfó el NO y entretanto la Concertación le dio al país cuatro grandes gobiernos, que lograron ponerlo en otro nivel de desarrollo económico, social, material y humano. Pero en el proceso la coalición sufrió un creciente desgaste y anquilosamiento, fue cayendo en prácticas nocivas, se fue distanciando de los anhelos de una sociedad a cuyos tremendos cambios contribuyó tan decisivamente, se volvió más interesada en administrar el poder que en usarlo para seguir cambiando profundamente la sociedad y resolviendo sus inequidades. Se sufrieron dolorosos desencantos y fragmentaciones, y se perdió el gobierno.
No obstante, detrás de esto hay una cierta sabiduría. La alternancia en el poder es parte de ella. Como también el sanador rol de no tener más el poder gubernamental y pasar a la oposición, donde no hay cargos a repartir, prebendas que gozar, privilegios de los cuales abusar o que arriesguen el compromiso con grandes causas sociales. Sin responsabilidades de gobierno, hay un espacio para una reflexión más a fondo de nuestro quehacer. Y una oportunidad para corregir.
La Concertación claramente necesita refundarse para poder expresar los grandes cambios que han transformado la sociedad chilena. Naturalmente, eso no se logra tratando de que aquellos que en un momento se fueron de su seno ahora retornen. Eso es no asumir el por qué de su partida. Esas tentativas sólo hablan de la cortedad de vista de sus promotores. Una refundación es mucho más. Es saber reinterpretar los anhelos y sueños de la gente y, sobre todo, de las nuevas generaciones. Es reconcursar con nuevas ideas, propuestas, liderazgos y formas de hacer las cosas.
No hay razón alguna para pensar que al gobierno de la derecha le irá mal. Más allá de sus problemas puntuales, que por lo demás ha ido resolviendo, es posible ya vislumbrar que le irá bien. Y eso es bueno para el país y su gente, en primerísimo lugar. Por lo tanto, la Concertación no puede pretender basar su oposición y su retorno al poder, mucho menos su refundación, en el fracaso del actual gobierno. Esa es una suma cero, dañina para todos al final.
Por el contrario, la Concertación debe buscar recuperar el apoyo ciudadano asumiendo a fondo una autocrítica sobre sus errores y contradicciones, para luego corregirlos de manera concreta y rotunda. Pensar que volveremos al poder haciendo una futura buena campaña -ya que «sólo nos faltaron unos pocos votitos para ganar», como algunos dirigentes pregonan en privado- sería un profundo error. Ese tipo de razonamiento instrumental respecto a los anhelos de la gente fue lo que nos llevó a la derrota y volverá a ocurrir si no lo enfrentamos con valentía y coherencia.
Además, el éxito con que el actual gobierno puede muy probablemente cerrar su mandato y el potencial considerable de reelegirse que ello dará a la Coalición por el Cambio, crearán un escenario muy diferente al que tuvimos en 2009. Los razonamientos «hacia atrás» de poco servirán a la Concertación. Y eso es bueno, porque nos obligará a renovarnos profundamente para a encontrar las respuestas que el futuro y las nuevas generaciones nos exigirán. Como lo hicimos en 1988.
Estoy de acuerdo con Correa en un punto: refundar la Concertacion no pasa porque regrese «Meo» u otros que se fueron: «Naturalmente, eso no se logra tratando de que aquellos que en un momento se fueron de su seno ahora retornen. Eso es no asumir el por qué de su partida. Esas tentativas sólo hablan de la cortedad de vista de sus promotores». Meo fue una fina operacion de la derecha, para canalizar el discusurso mas agresivo y destructivo sobre la Concertacion.
Por que refundar a la concertación, si para lo que nacio, ya cumplio y le fue bastante bien, lo que viene no necesita de una concertación refundada, reencantada y que reconcurse. Lo que necesita el centro y la izquierda en Chile, un nuevo referente, un nuevo frente en donde esten todos lo que deben estar y sume hacia sectores que nunca sumo lo anterior. todo esto con un nuevo horizonte, una nueva misión y por sobre todo con una ética teórica y aplicada que de cuenta de los nuevos anhelos y esperanzas, más también, de los problemas reales e insolutos todavÃa que el pueblo chileno le reclama a la polÃtica y sus lideres, es decir,lo que se espera no es una refundación, sino una transformación y por que no decirlo, una revolución con todo lo que hemos aprendido de la modernidad.