El gran cataclismo que afecto al centro-sur del país y en particular a la séptima y octava regiones, ha desnudado de manera abrupta realidades sociales y políticas que han mostrado el país real. De partida ha quedado claro que no somos el jaguar cercano al desarrollo del que tanto se ha hablado. Eso queda reducido a las comunas ricas de la región metropolitana.
La catástrofe ha mostrado que finalmente somos un país extremadamente centralizado, con un Estado reducido e incapaz de dar una respuesta rápida ante una emergencia grave y de gran envergadura como este caso exigía. Finalmente, un país de desequilibrios y vulnerabilidades sociales significativas. Los saqueos masivos que se produjeron así lo demuestran.
La furia de la naturaleza nos ha traído a la realidad y ojala lo entendamos. De partida, es imperativo que volvamos a ser modestos.
Vastas zonas costeras fueron azotadas por un maremoto en cuya alerta existieron confusiones, omisiones, irrespeto de protocolos, etc. por parte de las instituciones responsables. Estas han mostrado ineficiencias insoportables que incluso ponen un signo de interrogación sobre nuestra seguridad nacional. Esto costo muchos muertos.
El sistema de comunicaciones entre los organismos del Estado se cayó por la obvia falta de electricidad que sigue a un sismo de esta magnitud. Al parecer este evento no había sido previsto por las empresas privadas de telefonía celular y que entregan al Estado el servicio.
Talcahuano, el principal puerto militar y de transferencia de carga de nuestro país, resultó absolutamente devastado. Esto afecto de manera grave nada menos que la logística de nuestra armada. El submarino clase scorpene “carrera”, resulto deteriorado al estrellarse contra los diques y otro, el “Simpson”, termino escorado en los muelles destruidos. Ambas naves, ante una alarma de maremoto, debían haberse hecho a la mar y pegarse luego al fondo marino para capear la furia del océano.
Hubo confusiones y omisiones del protocolo que rige para una situación como esta. Se sabe que el oficial a cargo del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (SHOA) en ese momento no sabia inglés y no comprendió el mensaje de alama proveniente del centro de alerta de tsunami del pacifico (PTWC) de los EE.UU en Hawai. Esta alarma sonó exactamente 12 minutos después del gran terremoto y fue reiterada. Es mas, ni siquiera se respetó el protocolo “accemar” que indica que cualquier movimiento sísmico que ocurra en el país y por encima de 7.5 grados Richter, obligan a la evacuación de las zonas costeras cercanas al epicentro justamente por el peligro de maremoto. Chile es un país angosto y por lo tanto, aunque el epicentro se sitúe en tierra, siempre el sismo tendrá repercusiones en el mar.
El país enfrenta perdidas enormes que llegarían, según el gobierno, a unos 30.000 millones de dólares. Es decir entre un quinto y un sexto del PNB.
Las enormes perdidas de la industria serán difíciles de enfrentar. Solamente para el caso de la octava región hay que mencionar: puerto de San Vicente, Base Naval, Asmar, Huachipato, ENAP, Celulosa Arauco, 36 supermercados (saqueaos y varios destruidos), flota pesquera artesanal e industrial etc. Se comprenderá que la cesantía que se avecina en la región llegara a cifras similares a las alcanzadas en la crisis de 1980.
A este complejo cuadro de enormes perdidadas materiales es necesario sumar aquello que se ha dado en denominar el tsunami social que estallo en las Provincias de Arauco, Concepcion y también en ciertas comunas de la Región Metropolitana.
Los saqueos de supermercados, incluso de pequeños locales de barrio, farmacias, tiendas de artículos electrónicos, modestas escuelitas municipalizadas, etc.
Estos hechos nos obligan a reflexionar sobre la dimensión social de esta tragedia. La verdadera estampida de saqueos y robo que se desencadena sólo a horas del terremoto nos impone un análisis riguroso para llegar hasta sus causas profundas y tratar de corregirlas. Tarea por su puesto muy compleja a la que nos ha llamado la propia presidenta Bachelet en entrevista reciente.
En estos actos delictuales actúo el lumpen de manera organizada, pero este fue solo el mascaron de proa o una suerte de “vanguardia” de personas de todas las capas sociales que dieron rienda suelta a sus mas bajos instintos. Se trató de ciudadanos que llegaban hasta los supermercados y otras tiendas en caros vehículos de tracción en las cuatro ruedas, camiones, buses, etc. todo a vista y paciencia de miles de aterradas vecinas y vecinos e incluso de fuerzas del orden sobrepasadas. Hoy sabemos, con nombres, que entre los asaltantes figuran médicos profesores de una escuela de medicina, ingenieros, dirigentes sociales, etc.
Se han efectuado comparaciones con Haití que son favorables para ese pueblo antillano. Lo son, por cuanto allí se produjeron asonadas y desordenes solo después del sexto día de un terremoto que dejo 150000 muertos, pero en los puntos de distribución de ayuda. No fueron asaltados los escasos centros comerciales que quedaron parados y en ningún caso tiendas de ropa o artículos electrodomésticos como si sucedió en las provincias de Concepción y Arauco. Acá se trato de pillaje puro y simple.
En tales condiciones la gran tarea de reconstruir las regiones y ciudades devastadas por el cataclismo, no debe reducirse solo a la dimensión material del proceso, también habrá que corregir los serios defectos y deficiencias que ha mostrado el aparato del Estado. Pero también, con visión autocrítica y de futuro, se hace también imprescindible corregir las discapacidades de un tejido social desarticulado y ausente de entidades orgánicas y solidarias con poder real y que sean reconocidas por las autoridades como representantes reales de la comunidad organizada. Pero a la vez, es absolutamente necesario que nuestros medios de comunicación de masas, el sistema educacional, las autoridades y finalmente todos, volvamos a promover valores como la solidaridad y el bien común, tan venidos a menos en nuestra sociedad de consumo
Tenemos que comenzar a modificar entonces un modelo de sociedad de mercado donde han predominado os valores propios de un modelo económico e ideológico excluyente y autoritario, donde el individualismo y el éxito personal son la única meta y donde no existe espacio para la solidaridad o el dolor ajeno.
Esta es la tarea a la que nos ha convocado la presidenta Bachelet cuando nos llama a “reconstruir también el alma de Chile”. Esa alma no fue destruida por esta catástrofe, sino que lo fue, en un proceso de muchos años, por la ideología del lucro y el exitismo personal, propia de un modelo impuesto a sangre y fuego por la dictadura. Nosotros tuvimos 20 años para hacerlo. Pudimos y debimos hacerlo mientras fuimos gobierno, pero no lo hicimos. Hacerlo desde la oposición es ciertamente más difícil, pero tenemos que intentarlo.
Dr. Ariel Ulloa
Ex Alcalde Concepción
Dr.Ulloa, el diagnóstico que nos describe esta archi conocido y es compartido por la inmensa mayorÃa, Ud. tambien en su tiempo fue autoridad gubernamental y la pergunta que se viene ¿en que cosas y proyectos contribuyo o intento realizar para cambiar en parte este escenario sobretodo en la VIII región? reconcursar en la polÃtica y en los liderazgo supone algo mucho más que describir los contextos y entornos es jugarse por valores y por cambiar un orden social existente, no hay que olvidar que al frente hay un gobierno de la derecha y de los empresarios, cuando pudimos y no lo hicimos,nos debe llevar a un cambio mayor en la praxis polÃtica.