Sin duda, el reciente terremoto y maremoto ha dejado, además, de la tragedia misma, importantes lecciones para el futuro del país, las que deberán estar presentes en la fase de reconstrucción, una vez que pasen los aspectos más agudos y críticos derivados del cataclismo en materia de atención y solidaridad con los damnificados; restitución de servicios básicos; orden público; infraestructura; conectividad y comunicaciones.
El terremoto ha dejado al descubierto las profundas fracturas sociales que recorren Chile (los sectores populares fueron como siempre los más afectados); las debilidades del aparato estatal para tener en sus manos con rapidez y eficacia el control estratégico del país; el agravamiento de los problemas derivados de la desregulación de actividades privadas en las que está en juego la fe pública (en este caso en el área de la construcción y del negocio inmobiliario); y una cierta degradación ética que cruza a la sociedad chilena en todos sus estamentos sociales (expresado en las diversas formas de aprovechamiento e intentos de lucrar con la desgracia ajena).
Una de las grandes lecciones que deja esta catástrofe es que no se puede prescindir de un proyecto nacional de desarrollo que genere integración y cohesión social; y de un Estado fuerte que tenga en sus manos las herramientas que requiere el manejo de situaciones extremas como las vividas en el marco de una visión de largo plazo de Chile.
El programa del nuevo Gobierno de la derecha ofrecía una “transición al desarrollo”, para lo cual proponía invertir en los próximo cuatro años un tercio de lo que el país ha perdido en materia de infraestructura vial; en su red sanitaria; en defensa; vivienda; educación. No cabe duda que la nueva administración deberá reorientar su agenda programática y concentrarse en las tareas de recuperación y reconstrucción del país.
La nueva etapa, con todas sus desgracias y calamidades, también trae una oportunidad para reorientar el proyecto de desarrollo de Chile. Ya se ha recordado en estos días que luego del terremoto del 24 de enero de 1939, el gobierno de Pedro Aguirre Cerda creó la Corporación de Reconstrucción y Auxilio y la CORFO, institución esta última decisiva para el desarrollo del país en las siguientes décadas. ¿Cuál será el concepto central del nuevo gobierno para enfrentar la tarea reconstructiva? ¿Quiénes serán los actores institucionales principales de este proceso? Son interrogantes que deberá comenzar a dilucidar el próximo gobierno a contar del 11 de marzo próximo.
Dentro de la desgracia y dada la magnitud del terremoto y maremoto, el gobierno ha logrado crecientemente ir controlando la emergencia y devolviendo la normalidad al país en esta primera fase crítica. También la solidaridad y el civismo se han ido imponiendo frente a quienes intentaron aprovecharse de la desgracia ajena, a través de saqueos injustificados, de especulación de precios y mercado negro.
Más que magnificar con claras intenciones políticas los errores -que han existido y que se distribuyen en varias autoridades e instituciones, incluido los medios de comunicación- se debe extraer los aprendizajes que la catástrofe deja y mejorar las instituciones y los sistemas existentes frente a situaciones como éstas, en un país que debe hacer el aprendizaje definitivo que es parte constitutiva de su existencia y desarrollo convivir con desastres naturales como el pasado terremoto del 27 de febrero.
No cabe duda que la próxima etapa requiere una oposición constructiva y colaboradora con el nuevo gobierno en todo aquello que diga relación con la reconstrucción del país y la superación de esta crítica situación. Para que exista unidad en el país no se requieren “gobiernos de unidad nacional”, se necesita que oficialismo y oposición sean capaces de entenderse en los aspectos fundamentales que dicen relación con la superación de la actual crisis.
En el proceso reconstructivo habrá , sin duda, enfoques diferentes de cómo enfrentar esta tarea; tal vez no existan los mismos criterios en materia de fortalecer los controles y regulaciones sobre el sector inmobiliario o en la concesión de carreteras; o sobre las urgencias y énfasis que se deben poner en la recuperación de la infraestructura del país; o en la manera de proseguir en esta etapa con la protección social; o sobre la necesidad que en esta fase, con todas sus dificultades, no se produzcan regresiones en materia de derechos sociales y laborales; o que no existan conflictos de interés que puedan perjudicar una visión de Estado y centrada en las necesidades e intereses de los ciudadanos y no en intereses particulares la solución y enfoque de ciertos problemas.
Gobernar para todos los chilenos o que los chilenos se unan en esta etapa, pasa por un buen entendimiento oficialismo/oposición, y no por hacer desaparecer sus fronteras. En condiciones mucho más extremas en los países democráticos desarrollados no han dejado de funcionar ni los parlamentos ni las oposiciones.
En ningún programa de gobierno de los que compitieron en la pasada elección presidencial estaba un terremoto tan destructivo contemplado. Gobierno y oposición deberán ajustar sus agendas y repensar su manera de relacionarse, entenderse y diferenciarse hacia delante.
O.K. hay mucho de coincidencias a nivel de sentido común y de lo que esperan a nivel de expectativas la ciudadanÃa a pocos dÃas del desatroso terremoto y maremoto, en el plano de la polÃtica la reconstrucción debe ser una tarea de todos y con visión compartida gobierno/oposición, es más deben aunarse criterios para aprovechar este estado de situación, para hacer aquellas modernizaciones en todas las áreas que se necesitan de manera úrgente, otra cosa es la reformulación que ya muchos de los voceros de la derecha estan gritando a los cuatro vientos que se necesita unidad nacional, dicha reformulación la encubren con el manto de la eficiencia y la gestión pública, frente a esto último, que conlleva una cambio de visión y misión, la posición debe estar muy alerta y mesurada, no vaya ser que al alero de la cooperación y unidad frente a la catastrofe, nos quieran refundar el Estado, la sociedad y el concepto de ciudadanÃa inclusiva. la oposición debe ser muy llana y cooperadora en el proceso de recontrucción del paÃs,pero muy reflexiva, fiscalizadora y contenedora en la fase de reformulación del «estado-nación», que las fuerzas polÃticas que han alcanzado el gobierno quisieran implementar, en este ciclo que recien empieza para ellos en el poder ejecutivo..