Discurso de la Presidenta del PS, Senadora Isabel Allende en pleno del Comité Central

Estimados compañeros y compañeras,este próximo 25 de junio se cumplen 40 años desde la detención y desaparición de la primera dirección clandestina del Partido Socialista, luego del 11 de septiembre de 1973. Recordamos con emoción, cariño y admiración a Exequiel Ponce, a Carlos Lorca, a Ricardo Lagos Salinas, a Víctor Zerega y, a través de ellos, a muchos otros dirigentes y militantes socialistas que dieron su vida por mantener vivo a nuestro Partido, dando un testimonio de lealtad con el pueblo de Chile en esas horas tan difíciles y dolorosas. Gracias a hombres como ellos. Gracias a grandes mujeres como Michelle Peña, Carolina Wiff, Sara Donoso, Rosa Solís y tantas otras, hoy tenemos el acervo moral suficiente para seguir acompañando a la sociedad chilena en sus aspiraciones de mayor igualdad, progreso y justicia social. Esta mañana, queremos expresar que nunca vamos a cejar en la búsqueda de la verdad sobre sus destinos y en la exigencia de justicia con sus victimarios.

Vivimos momentos difíciles, pero no es el tiempo para el desánimo ni el pesimismo. Hagamos un somero balance: Una militante socialista dirige los destinos del país; el Partido tiene una de sus más importantes representaciones parlamentarias de su historia. Tenemos una presencia significativa en el mundo social y cultural. Somos el partido más grande de Chile en el número de militantes. Por lo tanto, tenemos una responsabilidad especial e ineludible en la conducción del proceso político chileno en esta etapa.

Los socialistas no podemos equivocarnos ni vacilar. Nuestra primera tarea es lograr que este sea un gobierno exitoso. Nuestra lealtad con la Presidenta, su programa y el gobierno está fuera de toda duda. El futuro del Partido Socialista y de las ideas que representamos, están indisolublemente vinculados a los avances de una mayor democracia e igualdad al final de este gobierno.

Como Partido somos un actor clave en la conducción del país y en el ordenamiento de la agenda. Debemos ser capaces de fijar con el gobierno y la coalición una «hoja de ruta», que defina y ordene las prioridades programáticas, y que se construya sobre los desafíos que hoy enfrentamos. Se trata de reafirmar el programa que comprometiéramos al inicio de este gobierno, asumiendo las nuevas correlaciones de fuerzas, el juicio crítico de la opinión pública, los nuevos estados de ánimo, los datos económicos inquietantes, y el complejo escenario internacional que nos rodea.

Digámoslo con franqueza: el gobierno y el proyecto que éste representa enfrenta momentos de debilidad. Los socialistas debemos hacernos cargo de este escenario y actuar en consecuencia. Ha disminuido el apoyo al gobierno y es más complejo impulsar un programa de transformaciones en un marco de descrédito, como el que actualmente existe entre la política y sus representantes.

Debemos hacernos cargo de la desconfianza ciudadana en las instituciones democráticas; asumir que estamos en un proceso de desaceleración económica más prolongada y profunda de lo esperado; y que es necesario redefinir la relación entre el gobierno, partidos y el Parlamento.

También debemos tener consciencia del incremento de las expectativas sociales, ser capaces de hablar con claridad sobre los tiempos y los medios para resolver estas demandas, en las condiciones económicas, sociales y políticas de hoy. Debemos explicarle al país, con coraje y sinceridad, que no todas las demandas pueden ser satisfechas simultáneamente.

Por otra parte, tenemos que combinar aquellas reformas estructurales como las que impulsamos en educación, trabajo, y una nueva Constitución, con el mejoramiento sustancial en la acción del gobierno en el día a día, en cada comuna y en cada región.

Requerimos concentrarnos en un conjunto de medidas concretas que mejoren las condiciones de la vida cotidiana de las y los chilenos. Tenemos que enfrentar el agobio para nuestra población ciudadana en temas tan sensibles como la salud, seguridad ciudadana y transporte.

Para avanzar en esta hoja de ruta que nos permita cumplir los objetivos enunciados, lo primero y fundamental es organizar bien nuestras fuerzas, tanto como Nueva Mayoría, como en la relación entre los partidos y el Gobierno. No se trata de disminuir las atribuciones y prerrogativas del Ejecutivo, pero en estas circunstancias necesitamos movilizar todos los recursos que tenemos, y una pieza fundamental lo constituyen los partidos políticos, los parlamentarios y por cierto, los dirigentes sociales. El gobierno no tiene posibilidades de superar la actual situación de debilidad en que nos encontramos, sin apelar a sus bases de apoyo, y esto requiere de diálogo, coordinación y confianza.

Tal como lo han dicho los diputados socialistas en su documento UN NUEVO CONTRATO: «Los hechos evidencian la necesidad de fortalecer la política y establecer un nuevo contrato entre el gobierno y la coalición, que establezca deberes y derechos recíprocos».

Debemos poner en el centro de la agenda las medidas de probidad anunciadas por la Presidenta a partir del Informe Engel y otras. Lo más importante a futuro es disminuir la influencia del dinero sobre la política, tanto en sus formas legales como informales. Solo disminuyendo esta influencia será posible recuperar la autonomía de la política y la confianza de la ciudadanía en las instituciones y en sus representantes. En este tema, debemos dar certezas a la ciudadanía que a futuro los temas de ética, probidad y política se resolverán con los más exigentes estándares, y con respecto a lo que ya ocurrido, esto deberá seguir sus cauces judiciales.

Queremos del Partido Socialista una conducta proactiva y ejemplar en este plano. Hemos pedido una actualización del Código de Ética Socialista, y vamos a intensificar nuestras medidas de transparencia en materia de funcionamiento administrativo, político y financiero del PS. Somos el Partido con mejores índices en transparencia, y debemos perseverar y mejorar en esta materia.

Compañeras y compañeros, los socialistas estamos preocupados del desarrollo económico del país. Desde ya entregamos nuestro respaldo al nuevo Ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, para que lleve adelante sus tareas que implican construir confianzas en los agentes económicos, y desarrollar una agenda proactiva en materia de fomento de la inversión y del crecimiento. Debemos impedir que la desaceleración económica o la falta de inversión se traduzca en pérdida de empleos o menor protección social. Pensamos que es un momento para una fuerte inversión pública junto con incentivar la inversión privada, y desarrollar formas innovadoras para fortalecer la alianza público-privado, que nos permita trabajar en ámbitos hasta ahora no explorados, como el caso del Litio.

Si no actuamos con decisión tanto en el plano de la construcción de confianzas con la ciudadanía; en materia de la agenda de probidad; en el fortalecimiento de la agenda social; en medidas reactivadoras de la economía; y en un nuevo trato entre el Ejecutivo y los partidos, no avanzaremos.

El Gobierno y los partidos debemos ser capaz de construir ese «nosotros» que nos permita que muchos y muchas vuelvan a sentirse comprometidos con el Ejecutivo y la Presidenta. Sin este nuevo contrato no podremos sortear las dificultades en que nos encontramos.

Los socialistas tenemos fuerza. Tenemos trayectoria, tenemos convicciones que nos permiten superar este duro momento para hacer un mejor país, con mejores prácticas y una calidad de vida que le llegue a todos los ciudadanos.

Los ciudadanos y ciudadanas; el pueblo; los trabajadores, deben sentir en su experiencia cotidiana que cuando gobernamos, su vida y la de sus familias mejora, de manera concreta.

Por otro lado, los cambios no son perdurables en el tiempo, si no vamos removiendo las injustas estructuras que reproducen la desigualdad, la explotación y el abuso. Al respecto, debemos poner especial atención en las reformas educacional y laboral.

En educación hemos dado pasos importantes: se ha terminado con el co-pago y el lucro asociado a la subvención escolar. Al final de esta administración debiésemos tener más matricula pública y una mejor educación.

Esta reforma tiene que hacerse con los actores sociales, que deben ser sujetos y no objeto de la reforma. Hay que continuar acercando posiciones con los profesores y profesoras para construir un buen proyecto de carrera docente, fundado en la confianza, en el desarrollo de la autonomía profesional, y desarmando toda esa herencia que dejara la desregulación del mercado y que, de distintas maneras afecta a un sistema educativo con integración y excelencia académica para todos.

Saludamos y reconocemos el importante esfuerzo que han desarrollado nuestros compañeros dirigentes del magisterio, en el conflicto en curso, el que deseamos concluya a la brevedad.

En materia laboral, los socialistas felicitamos la aprobación de las modificaciones al Código del Trabajo, que ha concluido su tramitación en la Cámara de Diputados. Estamos convencidos que al final de esta reforma, tendremos más y mejor negociación colectiva, fortaleceremos a los sindicatos y terminaremos con el reemplazo en la huelga, contribuyendo a tener un país más justo y equilibrado entre trabajadores y empresarios.

Por otro lado, también tenemos el desafío de dar al país una nueva Constitución Política. Estamos convencidos que sin acometer esta tarea no lograremos reconstruir una nueva relación de confianza entre los ciudadanos, la política y la democracia. Es necesario expresar allí un nuevo pacto político, económico y social que dé cuenta de esta etapa distinta del país.

Es necesario que la nueva Constitución Política de cuenta de un Estado más descentralizado y consagre mínimos sociales civilizatorios, que como país debemos estar en condiciones de garantizar universalmente.

Debemos ser realistas, y reconocer que no todo el país y la sociedad chilena se encuentran informados y movilizados en torno a una nueva Constitución. En septiembre -siguiendo lo propuesto por la Presidenta- deberemos abrir un «proceso constituyente» que permita en una primera fase que los ciudadanos y ciudadanas se informen. Que en todos los lugares de Chile sepan y reflexionen por qué es importante una nueva Constitución Política para sus propias vidas. Debemos también impulsar la formación ciudadana en los colegios, motivando a los más jóvenes un dialogo sobre ciudadanía, política y democracia. Debemos llevar adelante el debate de la nueva Constitución Política a todos los rincones del país: a las juntas de vecinos, a los sindicatos, y a las asambleas estudiantiles.

Compañeras y compañeros,
El Partido Socialista también tiene sus propios desafíos, que requerimos enfrentar en este momento con una gran unidad interna.

Tenemos que preparar un exitoso Congreso General que realizaremos en enero de 2016, con el concurso de todas y todos los militantes, a quienes llamamos desde ya a participar activamente.

Tenemos que prepararnos para tener en todo Chile nuestras mejores candidatas y candidatos para las próximas elecciones municipales, para crecer en nuestra influencia territorial. Nos queda poco tiempo y tenemos que comenzar a trabajar ya, en el más importante desafío que tenemos para el próximo año.

La gran tarea de hoy es conjugar los avances en las reformas estructurales con la buena gestión para resolver los problemas cotidianos, combinando con la agenda de probidad y un apoyo decidido a un desarrollo económico inclusivo.

Pero queremos ser claros, tampoco la prudencia y gradualidad en las reformas debe implicar caer presos de la derecha, sus prejuicios, y su intento de correr un cerco paralizador.

Vamos a derrotar el escepticismo. Nos haremos cargo de las expectativas de la gente. Inspirados en el ejemplo de aquellos que hace 40 años dieron sus vidas por la defensa de la democracia y el Partido, y el ejemplo de Salvador Allende, esta mañana nos comprometemos a seguir adelante, por los ideales que nos legaron.

Muchas gracias!

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