¿Ministerio de Agricultura, Alimentos, Pesca y Recursos Forestales o Ministerio de Recursos Naturales?

Recursos forestales

Por Javier Sánchez.
Licenciado en Comunicación, Diplomado en Consultoría Medioambiental. Asesor Parlamentario.

Aunque todavía no se conoce el anunciado proyecto que busca crear un Ministerio de Agricultura, Alimentos, Pesca y Recursos Forestales, el ministro Luis Mayol, ha enfatizado que se trata de una “enorme oportunidad que nuestro país tiene hoy en día para convertirse en un importante proveedor mundial de alimentos seguros e inocuos«.

Es llamativo que esta propuesta se dejara para el final de la actual administración, quizá esperando la aprobación de la Ley de Pesca o la extensión del DL 701, considerando que el gobierno anterior elaboró un anteproyecto para crear una cartera de similares características, reflejadas en el libro “Ministerio de Agricultura, Pesca y los Alimentos: Marco Conceptual y Propuestas. El Caso de Chile” (2009), que permite apreciar una atención concentrada en el “sistema alimentario”.

En este libro se habla de alimentos y no de alimentación, centrando la discusión en una producción competitiva que permita un Chile “potencia agroalimentaria”. Uno hubiera esperado mayor preocupación por la alimentación pero, claro, el mercado y el comercio no se detienen a reflexionar sobre las posibilidades de acceso a ese consumo vital.

El citado texto incluye un capítulo de institucionalidad comparada, donde se recogen casos como el de Irlanda, donde el Departamento de Agricultura, Pesca y Alimentos tiene entre sus objetivos “entregar alimentos de calidad, seguros y nutritivos, a consumidores bien informados, y producidos de manera sostenible, entendiendo éste como el camino óptimo para el futuro del sector alimenticio irlandés”.

El mismo texto cita luego el “Strategic Plan 2005-2010” del Departamento de Agricultura de EEUU que define metas y objetivos: aumentar oportunidades económicas de los productores agrícolas; mejorar la competitividad y sustentabilidad de la economía rural; apoyar oportunidades económicas y mejorar la calidad de vida en sectores rurales; aumentar la protección y seguridad agroalimentaria; mejorar la nutrición y seguridad del país; y potenciar y proteger los recursos naturales y el medioambiente.

Otro ejemplo es Nueva Zelandia donde existe el Ministerio de Agricultura y Silvicultura, cuya misión es “ampliar las ventajas naturales” de ese país, lo que según esa cartera, se logra “a través del fortalecimiento del desempeño sectorial, el desarrollo de un comercio más libre y seguro, el resguardo de la salud neozelandesa y la protección de los recursos naturales para el beneficio de las generaciones futuras”.

De estos casos se rescata la relevancia asignada a la protección de los recursos naturales en una perspectiva de sustentabilidad, es decir, de no dejar sin posibilidad de acceso a las futuras generaciones; la “construcción” de conocimiento; la importancia del consumo interno (no solo la exportación) de los alimentos producidos; la protección de la biodiversidad y el medioambiente; y la información y protección de los consumidores.

Es claro el enfoque agrocéntrico ante la posibilidad de crear este nuevo ministerio. Por eso preocupa el desarrollo de otros sectores, como el de la pesca artesanal. Al parecer para el actual gobierno todo quedó zanjado con la “Ley Longueira”, los comités científicos por formarse y el Instituto de Desarrollo de la Pesca Artesanal, en trámite legislativo. ¿Cómo se inserta esta actividad económica, social y cultural en el eventual nuevo ministerio? ¿Solo como un alimento más que busca mercado para ser exportado, indiferente a un consumo de productos del mar per capita que no ha variado en 40 años?. La discusión de la ley reflotó la idea de crear un Ministerio de Pesca o de reciclar la propuesta del Presidente Allende de un Ministerio del Mar. Muchos temen, con razón, que pesca será el pariente más pobre de esta cartera.

Pero al parecer no será el único. De lo poco que se sabe de la propuesta, la protección de los recursos naturales brillará por su ausencia. Un ejemplo es el tema hídrico: ¿Si agricultura y la actividad forestal son dos de las actividades más consumidoras de agua, por qué no forma parte de esta propuesta? ¿No sería coherente incluir en este ministerio a la Dirección General de Aguas, sacándola de un MOP casi exclusivamente preocupado de obras de infraestructura y conectividad? ¿No sería mejor ampliar la mirada economicista que busca imponerse y conformar una cartera que tenga una mirada sustentable de nuestras riquezas, como un Ministerio de Recursos Naturales?

Este es un debate que nos enfrenta al tipo de país que queremos dejar a nuestros hijos, optando por el camino inmediatista del extractivismo comercial, que incluye el cultivo secreto y la contaminación que producen las semillas transgénicas o el uso abusivo de pesticidas en los cultivos o de antibióticos en la salmonicultura; o por dar un giro que nos permita ejercer la soberanía alimentaria, para desde allí constituirnos en una potencia, pero una que protege su biodiversidad, que es sustentable y que, sobre todo, asegura el acceso a una alimentación sana a sus habitantes.

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